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307. Vuestros nombres no se han borrado en la Historia




“No basta que callemos, 
y además no es posible…”
Luis Rosales


María Torres / 4 agosto 2011

Aquel sofocante mes de agosto de 1939, apenas un mes después de acabar la Guerra de España, a través de las emisoras de radio de Madrid se escuchaba de forma continuada una consigna: “Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino…”, y Franco no dejaba de advertir en sus discursos: “Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino”.

Las advertencias del pequeño dictador se convirtieron en órdenes y hechos. Más de 190.000 personas fueron asesinadas por el franquismo bajo el intento de enmascaramiento y legitimación como juicios-farsa, o murieron en prisión en circunstancias aún no esclarecidas.

Entre los detenidos de aquel mes de agosto, trece jóvenes mujeres acusadas de haber atentado contra el Coronel de la Guardia Civil, Isaac Gabaldón, (inspector de policía militar de la 1ª Región Militar y encargado del Archivo de Masonería y Comunismo) su hija y su chófer, el 27 de julio anterior.

Más asfixiante era el ambiente de la cárcel de ventas, donde convivían hacinadas 4000 presas, cuando el espacio real era para cuatrocientas. Allí llevaron a las trece jóvenes desde la comisaria de la calle Jorge Juan, donde fueron interrogadas de madrugada para impedirles el sueño, obligándolas a confesar el atentado que no habían cometido. Después, los gritos estremecedores de las que pasaban por los baños de agua fría y las anillas eléctricas.

Sus nombres: Ana López Gallego, Victoria Muñoz García,  Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa. Trece mujeres con una vida corriente, profesiones corrientes: sastras, amas de casa, una de ellas pianista, otra secretaria. Todas militaban en la JSU menos Blanca Brisac. Mujeres valientes y comprometidas que eligieron luchar y defender la II República española, desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid.

El 3 de agosto las trece, siete de ellas menores de edad,  fueron juzgadas en el Tribunal de las Salesas, encontrándolas culpables de un delito de adhesión a la rebelión, por tratar de recomponer el PCE y las JSU y por atentar contra el orden social y jurídico de la nueva España.  El fallo del tribunal  militar fue la pena de muerte.

Las trece mujeres vivieron en el dolor hasta la madrugada del 5 de agosto, cuando fueron recogidas por un camión para ser llevadas hasta el paredón de la muerte: las tapia del cementerio del Este, donde fueron ejecutadas junto con 43 hombres.

Salieron de la cárcel de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja, acompañadas de la funcionaria María Teresa Igual. Sabían que se dirigían hacia la muerte, pero iban tranquilas e ilusionadas, pues pensaban que iban a encontrarse con sus novios o maridos, también presos y condenados, antes de ser ejecutadas. Pero lo que se encontraron fue que éstos ya habían sido fusilados, como lo serían ellas minutos más tarde.

Julia Conesa Conesa, tuvo tiempo de escribir una carta a su familia, el que sería su último mensaje:

“Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar. “Que mi nombre no se borre en la historia”.

Blanca Brisac Vázquez, le dirigió esta carta a su hijo:

"Querido, muy querido hijo de mi alma,

En estos últimos momentos tu madre piensa en ti. Sólo pienso en mi niñito de mi corazón que es un hombre, un hombrecito, y sabrá ser todo lo digno que fueron sus padres. Perdóname, hijo mío, si alguna vez he obrado mal contigo. Olvídalo hijo, no me recuerdes así, y ya sabes que bien pesarosa estoy. 

Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabes, Quique mío. Sólo te pido que seas muy bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor y tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. Sigue el ejemplo de tu papachín. ¿Verdad, hijo, que en mi última hora me lo prometes? […] Enrique, que no se te borre nunca el recuerdo de tus padres. Que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la enseñaron a mí. Te seguiría escribiendo hasta el mismo momento, pero tengo que despedirme de todos. Hijo, hijo, hasta la eternidad. Recibe, después de una infinidad de besos, el beso eterno de tu madre"

El asesinato de las 13 Rosas fue sin duda uno de los episodios más crueles de la represión franquista y el más conmovedor de aquel tiempo de odio y fascismo. El dictador se cebó especialmente con las mujeres, e hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad que la República había creado para éstas.

Sus nombres no se han borrado en la Historia. Entraron en ella la madrugada del 5 de agosto de 1939 y  se han quedado tatuados definitivamente en la Memoria y en nuestros corazones.

In memoriam de Trece Rosas, Trece Mujeres, Trece Vidas.







Carmen Barrero Aguero (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.

Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de las derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aun se conserva.

Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Una de ellas murió de pena (por la muerte de su novio en las guerrillas) estando ella detenida. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su "novio". La detuvieron cosiendo en su casa.

Adelina García Casillas (19 años). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio rutinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.

Elena Gil Olaya (20 años). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.

Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.

Ana López Gallego (21 años, modista). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó "¿Es que a mi no me matan?".

Joaquina López Laffite (23 años). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.

Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Victoria Muñoz García (18 años). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartin de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.

Luisa Rodriguez de la Fuente (18 años, sastra). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.




5 comentarios:

  1. hola¡...he descubierto tu blog a través de Rewiev Praxis Sociológica...y estoy encantada

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  2. Muchas gracias Glo y bienvenid@ a este espacio de resistencia y Memoria. Un abrazo.

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  3. En la foto aparecen las actrices que interpretaron la película. Es un material promocional. Que es parecido, pero no es lo mismo...

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    1. Asi es Loli, pero no existen fotografías de las trece. Por ello consideramos que aunque no sea igual, la fotografía de la película que cuenta su historia, también las representa.

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  4. << Ciertamente,sus nombres libertarios quedaron tatuados en nuestra memoria y en nuestro corazón >>

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