Lo Último

Mi libertad paso a paso. La historia del deportado cántabro Victoriano Estalayo Montes

 

«Todos los crímenes tienen perdón, y hallan indulgencia,

menos el crimen de echar a los hombres de su tierra.»

José María Quiroga Plá

 

 

 

Conocí a Fernando Rodríguez Estalayo una tarde de invierno de 2019 en Negreira, donde acudí para impartir una conferencia sobre los pontevedreses deportados a los campos nazis. Desde el primer momento me sorprendió su interés sobre este asunto y pronto descubrí, a través de sus palabras, que era familiar de un deportado y de que había movido cielo y tierra para intentar recomponer la triste historia de su tío Victoriano Estalayo Montes, un cántabro nacido en Las Rozas de Valdearroyo en 1913, panadero de profesión, que fue asesinado en Gusen a los 28 años.

 

Recomponer la vida de una víctima no es tarea fácil, pero Fernando, tras años de investigación y trabajo, pudo culminar lo que era uno de los objetivos de su vida y un homenaje para su tío Victoriano: publicar una novela con su historia bajo el título de Perro Rojo. De Cantabria a Mauthausen en busca de la libertad, editada por Letra Minúscula en 2022.

 

Ahora, con este libro que tengo el honor de prologar, va más allá. Victoriano ya no es el personaje de una novela, es el actor principal de la historia real de lucha, vida y muerte de un joven panadero, militante de las Juventudes Socialista Unificadas, que tras el golpe de estado de julio de 1936 se incorpora a las milicias para defender el gobierno elegido democráticamente por el pueblo español, que alcanza el grado de sargento del ejército republicano luchando en el Frente Norte, y que tras la caída de Santander fue hecho prisionero por los franquistas y confinado en uno de sus campos de concentración del que posteriormente se fuga para incorporarse de nuevo a las filas de la República con las que combate en la Batalla del Segre alcanzando el grado de Teniente.

 

Tras la caída de Cataluña, Victoriano cruza la frontera francesa como tantos otros exiliados, huyendo de la represión franquista, en busca de una libertad incierta y con la tibia esperanza de iniciar una nueva vida. Pero ni tan siquiera esto le fue permitido. Nada más cruzar la frontera  fue encerrado en el Campo de Septfonds, (conocido como Camp de Judes), creado con urgencia en febrero de 1939 en la ciudad del mismo nombre perteneciente al departamento de Tarn y Garona. Según relataba Mariano Marcos, uno de los prisioneros, «las condiciones de éste  campo eran deplorables, y los prisioneros estaban a merced de enfermedades, piojos y de vivir en barracones hacinados, junto a las ratas que se paseaban sin pudor y que nos obligaban por las noches a taparnos por completo hasta la boca, si no queríamos que las ratas nos hicieran cosquillas en la cara

 

Francia había pedido formar una "zona neutral" en territorio español donde pudieran establecerse los refugiados republicanos bajo supervisión internacional, evitando abrir así los pasos fronterizos a varios miles de civiles españoles, pero Franco rechazó la propuesta. El falangista José Esteban Vilaró explicaría después en su libro El ocaso de los dioses rojos el deseo del dictador: «Los rojos sobrevivirán sólo en la infamia, antes de que desaparezcan del imaginario colectivo y de los anales de la historia para siempre. Ellos se marchitarán sin gloria por los más remotos lugares del mundo. Es, al fin y al cabo, la historia de todos los emigrados […] La historia de todos los emigrados es la historia de un lento desaparecer sin gloria.»

 

Malditas las democracias europeas responsables de la catástrofe; maldito Franco que no se conformó con la victoria y decidió la aniquilación de los perdedores; maldita Francia que no socorrió a estas personas, denominando La Retirada como «invasión de bandidos y asociales españoles, asesinos de religiosos y gentes de orden», internándoles como ganado en condiciones deplorables. 

 

Desde abril de 1938 Édouard Daladier, estaba al frente de la jefatura del gobierno francés. Fue Daladier quien en septiembre de ese mismo año firmó los acuerdos de Munich, que suponían la anuencia a la anexión de Austria por la Alemania nazi y la cesión ante sus pretensiones en Checoslovaquia. Y también fue el gobierno de Daladier quien en noviembre de 1938 aprobó un decreto que permitía el internamiento de "extranjeros indeseables" bajo vigilancia permanente por el peligro que pudiesen representar para el Estado. Los "indeseables", "la escoria española", como eran denominados por muchos franceses, aquellos que también lucharían contra el nazismo para liberar Francia, se encontraron con que el territorio de su recién iniciado exilio era una playa. Llegaban exhaustos tras caminar varios días, con las manos vacías, hambrientos, y muchos enfermos o heridos. Habían perdido una guerra y tras la alambrada de espino perderían la libertad.

 

Con 26 años y agotado tras tres años de dura guerra, Victoriano comprobó que su recién estrenado exilio era similar a los campos de prisioneros en los que estuvo internado en España, sometido a un régimen de miseria, hambre, sed, frío y humillación. Además fue coaccionado por las autoridades francesas para regresar a España y para evitarlo terminó enrolándose en la 11ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, una de las muchas unidades militarizadas al servicio del ejército francés, a las que se envió a los exiliados para acondicionar y mantener la que decían "inexpugnable" línea Maginot, 400 kilómetros de frontera que les separaban de la inminente invasión nazi y donde cayeron prisioneros miles de españoles que más tarde serían deportados a los campos de concentración del III Reich.

 

Desde Septfonds, el 29 de marzo de 1939, Victoriano, enterado de que México estaba dispuesto a acoger a los republicanos españoles que huyendo del franquismo se habían refugiado en Francia, escribió a la Legación de los Estados Unidos Mexicanos en París solicitando ayuda para poder llegar a México, pero esa ayuda y los pocos dólares que necesitaba para el traslado, nunca llegaría.

 

Victoriano Estalayo cayó prisionero del ejército alemán en Dunkerque en mayo de 1940. Trasladado al stalag de Trier, un campo de prisioneros de Guerra, más tarde sería deportado al campo de los españoles: Mauthausen,  campo de concentración establecido tras la anexión de Austria por parte de Alemania. Se construyó cerca de una cantera abandonada junto al Danubio, a cinco kilómetros de la ciudad del mismo nombre.  A principios de 1941 los nazis calificaron a Mauthausen como el único campo de categoría III, la categoría reservada a los campos de régimen más duro. Según un decreto oficial, Mauthausen estaba reservado a los prisioneros "culpables de acusaciones realmente graves, incorregibles, asociales y convictos por causas criminales, es decir, gente en custodia preventiva, con pocas probabilidades de poder ser reeducada".

 

Mauthausen llegó a administrar más de sesenta subcampos por todo el norte de Austria, donde miles de prisioneros tuvieron que trabajar hasta la muerte. Especialmente duro fue el subcampo de Gusen denominado “el matadero”, y en el que pereció la gran mayoría de españoles.

 

Victoriano fue transferido a Gusen, esclavizado en su terrible cantera, y pereció tras un sufrimiento inconmensurable el 30 de noviembre de 1941, cuando solo tenía 28 años.

 

Durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi deportó a cientos de miles de personas de diferentes nacionalidades a campos de concentración, destinadas al trabajo esclavo y al exterminio. La idolología nazi condujo a la persecución sistemática y al asesinato planificado de millones de personas. Como se comprobó entonces, y en repetidas ocasiones posteriores, la estructura ética de una sociedad puede desplomarse con mucha facilidad.

 

Por eso es tan importante que reconstruyamos sus vidas y las demos a conocer, que hagamos Memoria y Justicia, que les devolvamos las capas de humanidad que les fueron arrebatadas por los nazis cuando fueron convertidos en tan solo un número.

 

Así lo hace Fernando Rodríguez Estalayo en este libro. Lleva años hilvanando la historia de su tío Victoriano, con la dignidad y el respeto que le otorga el sufrimiento padecido. Detrás de cualquier sufrimiento siempre hay una víctima y sus familiares. Y detrás de sociedad herida, al ritmo de un diapasón que va marcando sin tregua el paso del tiempo, solo existe una palabra: impunidad.

 

Por ello debemos ser conscientes de la fragilidad de la libertad de la que gozamos y de que tenemos el compromiso moral y la responsabilidad de no olvidar, porque en esta España tan precaria en memoria, tenemos que seguir insistiendo en que el olvido es inadmisible.

 

 

María Torres Celada

Investigadora histórica y memorialista

 

Vigo, 27 de enero de 2024

Día Internacional de Conmemoración en Memoria das Víctimas del Holocausto.

 

Prólogo de Mi libertad paso a paso. Victoriano Estalayo Montes, de Fernando Rodríguez Estalayo, marzo 2024


El libro será presentado en Santiago de Compostela el próximo 15 de mayo a las 19:30 horas en el Centro Internacional de Prensa de Galicia (Rúa Nova, 9)







Acto de colocación de stolperteine en recordo dos redondelanos deportados a Mauthausen

 

Redondela, 27 de xaneiro de 2024 - Fotografía de José Manuel Rodríguez Crespo


María Torres - Redondela, 27 de xaneiro de 2024

 

Hoxe é un día importante. Grazas ao Concello e ao Colectivo Republicano de Redondela por facer posible que hoxe esteamos aquí, nun acto de recordo, recoñecemento e homenaxe.

 

Para min é a culminación dun traballo que comezou hai anos, cando inicie a investigación da historia de vida e morte dos deportados de Pontevedra.

 

Hoxe é o Día Internacional de Conmemoración en Memoria das Vítimas do Holocausto.

 

Hoxe, Olimpio, Antonio, José María e Alejandro regresan a casa, á súa terra, tras décadas de esquecemento. Redondela, o concello que os viu nacer, mantén hoxe viva a súa Memoria coa colocación de catro stolpersteine, que formarán parte do memorial polas vítimas do holocausto máis grande do mundo. Serán as primeiras stolpersteine, e espero que non as últimas, da provincia de Pontevedra.

 

Isto non sería posible sen a total implicación do Colectivo Republicano de Redondela e en especial de Pedro Vieitez. Nunca tan poucos fixeron tanto. A eles debémoslles que a Memoria de Olimpio, Antonio, José María e Alejandro permaneza xa para sempre en terra galega. Tamén debemos sinalar a valiosa colaboración do Concello de Redondela.

 

A pesar dos anos transcorridos hai que involucrar ás xeracións futuras para previr; hai que rexeitar a quen nega o ocorrido e condenar calquera manifestación de intolerancia. Por último hai que honrar a memoria das vítimas para que non sexa esquecida.

 

Gustaríame pedir ao Concello de Redondela que se sumase ao Día Internacional en Memoria das Vítimas do Holocausto, e que declarase a partir de agora, todos os vinte e sete de xaneiro, día do recordo aos seus catro veciños que foron confinados nos campos de concentración nazis, como o veñen facendo desde hai anos multitude de municipios do Estado español cos seus deportados.

 

A estrutura ética dunha sociedade pode esborrallarse con facilidade. No século vintiun deberiamos pensar que agora non hai espazo para a intolerancia, pero estamos a asistir a unha visión terrible: a intolerancia está asentada na política, atenaza ás minorías, aos refuxiados, aos que con diferentes a rancios canons establecidos. Por iso agora máis que nunca debemos defender os dereitos humanos, os valores universais dun mundo baseado na xustiza e a igualdade. Os mesmos valores polos que loitaron os nosos deportados e deportadas en Europa. Debemos adquirir o compromiso moral e a responsabilidade de non esquecer, de non esquecerlos.

 

Tampouco debemos esquecer que os deportados e deportadas aos campos nazis non só son vítimas do nazismo, tamén o son do franquismo. O Goberno franquista que detentaba o poder en España desde a finalización da Guerra en abril de mil novecentos trinta e nove, tivo coñecemento de que miles de españois foron feitos prisioneiros polos nazis sen que en ningún momento preocupase a súa situación nin pola salvagarda dos seus dereitos amparados pola Convención de Xenebra.

 

Sabemos, en base aos feitos e os documentos, que os españois e españolas foron deportados por unha decisión política de Franco, Hitler e Pétain. Por iso  recibiron un trato diferenciado do resto dos prisioneiros. Hoxe sabemos que as autoridades franquistas tiñan coñecemento do destino que se reservaba a este colectivo de españois xa que foron consultadas polo goberno alemán. Non se prestou a estas persoas ningunha protección. Isto conduciu aos exiliados españois, aos combatentes españois, aos campos nazis. Sufriron persecución, explotación polo traballo, deportación e para a maior parte deles, a consecuencia foi a morte tras un sufrimento inconmensurable. Foron deshumanizados, escravizados e a súa vida non tiña ningún valor.

 

Malditas as democracias europeas responsables da catástrofe; maldito Franco que non se conformou coa vitoria e decidiu a aniquilación dos perdedores; maldita Francia, que non socorreu a estas persoas, denominando A Retirada como «invasión de bandidos e asociales españois, asasinos de relixiosos e xentes de orde», internándolles como gañado en condicións deplorables.

 

Cando morreu o ditador Franco, os deportados, estes homes e mulleres que tanto sufriron, membros dunha xeración desgraciada como poucas, seguiron sepultados no esquecemento. A transición e a democracia convertéronse para eles nunha nova e máis dolorosa traizón.

 

Ao redor de douscentos galegos sufriron o inferno nazi. Preto de 40 naceron na provincia de Pontevedra.

 

Talvez a moitos lles pareza unha cifra insignificante, pero pódovos asegurar que non o é. Son vidas que quedaron atrapados entre dúas guerras, que representan a derrota republicana, o racho da distancia da terra pola que loitaron para alcanzar unha sociedade máis libre. Exiliados que chegaron como puideron a Francia, ou ao Norte de África, fuxindo da represión franquista en busca dunha liberdade incerta e coa morna esperanza de iniciar unha nova vida. Pero nin tan sequera isto foilles permitido.

 

Algúns dos que sobreviviron á deportación, partícipes da vitoria sobre o nazismo, recibiron medallas, foron heroes de guerra, da resistencia, da liberación, da liberdade e con todo ninguén na súa cidade, no seu país, acordouse deles, salvo as autoridades franquistas que durante moitos anos foron engrosando cos seus nomes e interminables ordes de busca e captura os negros expedientes sumarísimos daquel tempo de infamia.

 

Todos sufriron o silencio, a desmemoria e a dolorosa morte lenta pero irremediable do exilio. Francia e as mesmas democracias que abandonaran á súa sorte á República española, sepultaron a súa loita e comezaron a ver no franquismo un aliado afín aos seus intereses.

 

Hoxe é un día importante. Reconstruímos as vidas de Olimpio, Antonio, José María e Alejandro e dámolas a coñecer. Estamos a facer Memoria e Xustiza. Estamos a devolverlles as capas de humanidade que lles foron arrebatadas polos nazis cando foron convertidos en tan só un número.

 

Insisto, debemos ser conscientes de que temos o compromiso moral e a responsabilidade histórica de non esquecer, porque nesta España tan precaria en memoria, temos que seguir insistindo en que o esquecemento é inadmisible.

 

Debemos ser conscientes, tamén, do fráxil que é a liberdade da que gozamos.

 

Espero e desexo que sexamos capaces de estar vixiantes, de retomar o camiño que os nosos deportados e deportadas trazaron e que non lles esquezamos nunca.

 

Nunca mais!

 

Moitas grazas.











Una carta de Karmele Soliño, familiar del deportado Olimpio Míguez Pazos




La carta que transcribimos a continuación fue leída por Alba Roza Santos (Albuxa) el pasado 27 de enero de 2024 en el acto de homenaje y colocación de stolpersteine a los cuatro redondelanos deportados al campo nazi de Mauthausen, organizado por el Concello y el Colectivo Republicano de Redondela.



*

 

 

 

En primer lugar, agradezco que se rinda un homenaje y se recuerde a Olimpio Míguez, socialista que luchó por la libertad. Nadie se merece terminar en un campo de concentración y exterminio como Mauthausen. Nadie. Nadie de ninguna ideología, raza ni religión. El tampoco se lo merecía y terminó allí, junto a cientos de españoles. Ellos y otros miles de españoles asesinados y fallecidos en campos de concentración nazis fueron enterrados, además de silenciados, obviados y denostados por la dictadura, e incluso silenciados por sus familiares. Para muchas familias, el silencio fue la única vía para sobrevivir y pasar página durante el franquismo e incluso hoy en día.

 

Deseo hacer una introducción para que sepáis cómo conocí la historia de Olimpio, hermano de un tío de mi padre.

 

Soy descendiente y familiar de represaliados gallegos y vascos. Algunos de mis antepasados fueron encarcelados, torturados, humillados y silenciados. Además, un hermano de mi abuelo paterno, de Cangas, fue asesinado en diciembre de 1936 en Zestafe (Álava).

 

Llevo años recopilando información y testimonios sobre los hombres de Porto do Son que fueron a la guerra desde Trintxerpe, como mi abuelo materno, un marinero sonense afiliado a la CNT.

 

Un día, desempeñando esa labor, la hija de un anarcosindicalista me enseñó una carta que le envió su padre en los años 40, a través del Bar España, que habían regentado un primo y un tío de mi padre, a su vez hermano de Olimpio. Parece ser que la familia del sonense se comunicaba con él a través de cartas que enviaban a dicha tasca. Me sorprendió, ya que, quizás por el nombre del bar y mi desconocimiento, yo asociaba la tasca con el bando franquista. A veces hacemos conjeturas erróneas desde el absoluto desconocimiento de la realidad.

 

Por curiosidad me puse a indagar y encontré información sobre Ramón y Olimpio Míguez Pazos. También leí que el nombre del bar había sido impuesto por el régimen franquista y que antes se había llamado Flor de Galicia.

 

Me aterró saber que había fallecido en Mauthausen, ya que sabía algo sobre el campo por medio de varios libros que tenía sobre Francesc Boix, conocido como el fotógrafo de Mauthausen.

 

Volviendo al acto de hoy, me llena de emoción y me reconforta el hecho de que, a nivel mundial, se conmemore a Olimpio Míguez y a todas las personas que fueron víctimas del horror nazi. Las plaquitas visibilizarán a estas personas silenciadas e invisibilizadas durante décadas.

 

Desde San Sebastián, envío mi más sincero agradecimiento a los historiadores y a todas las personas que están desenterrando la historia de personas de a pie que, como Olimpio fueron víctimas del genocidio nazi.

 

 

Karmele Soliño

 








A besta do fascismo

 

 O Colectivo Republicano de Redondela fieis ás actividades en pro da recuperación da memoria histórica e das súas páxinas en branco, máis amargas e duras da recente historia de España, do esquecemento oficial nas que estaban sumidas, organiza en colaboración co Concello de Redondela, un acto memorialístico que consiste na instalación dos adoquíns da memoria (Stolpersteine) que terá lugar o vindeiro sábado 27 de xaneiro do 2024, as 12:00 horas no Multiusos da Xunqueira (Redondela).


O Evento está adicado á lembranza dos nosos veciños: Olimpio Míguez Pazos, Antonio Piñeiro Otero, José María González Vázquez e Alejandro Lafuente Pose. Este acto forma parte dunha iniciativa internacional, que consiste na construcción dun monumento descentralizado, o máis grande do mundo sobre o holocausto nazi, do que entra a formar parte o Concello de Redondela e que ten como finalidade perpetuar a memoria dos cidadáns represaliados e asasinados nos campos de exterminio nazi e do fascismo en xeral.

 

Con motivo de este acto, o Colectivo Republicano de Redondela tamén pretende espallar, para non repetir os mesmos erros do pasado, o coñecemento do holocausto español, episodio pouco difundido e moi descoñecido por todos. Caso extraño, si consideramos que este holocausto no só tivo lugar durante a Guerra ou nos campos de concentración nazis. O fascismo matou a miles de españois na II Guerra Mundial, pero tamén antes, durante a Guerra de España do 36, e despois na longa noite de pedra da postguerra e posterior ditadura franquista. En calquera democracia plena, podería supoñerse que se fai todo o posible para reparar o sufrimento causado e o descoñecemento dos feitos acontecidos. Pero en España isto non pasa, aínda hoxe en pleno século XXI, unha Lei de 1977 prohibe xulgar aos verdugos, torturadores e xenocidas do réximen franquista. Miles de persoas executadas ilegalmente están soterradas sin que se poida poñer aos seus asasinos ante a xustiza por delitos contra a humanidade ou polo menos devolver os seus ósos e restos as familias.

 

Organizacións como Amnistia Internacional e Nacións Unidas demandaron ao Goberno español que investigue estes crímenes e derogue a Lei de Amnistia, pero todo é en balde baixo “o palio” neste país. O motivo de semellante atropelo é que a suposta democracia chegou a España en 1978 a cambio da demanda de esquecer. Hoxe ainda moitos dos nosos políticos, empresarios, sacerdotes, xuíces e por suposto a monarquía son herdeiros naturais ou espirituais do franquismo. A estafa da modélica Transición, mellor chamada Transación, para que o poder económico do franquismo espertara ao día seguinte bañado por un verníz de legalidade democrática, para seguir mandando económica e políticamente ata hoxe, o que se dice, atado e ben atado.

 

Quizais a xeración da Transición prometeu esquecer, pero as novas xeracións non fixemos esa promesa. A nosa promesa é outra, a de non calar, a de berrar, a de contar e transmitir. Doutra forma, os asasinados, os superviventes e os seus descendentes vivirían o mesmo destino, esquecidos e podrecindo no máis fondo do caixón escuro da nosa historia.

 

Salvando a distancia daquela época de entreguerras, o estado de ánimo colectivo da poboación hoxe, ten moito que ver co odio e a destrucción. O fascismo instalouse na nosa sociedade e manifestase a través da corrupción, a propagación da infamia, as mentiras e o acoso. O fascismo non só é un desfile de camisas negras ou azuis cos brazos levantados, tamén é unha forma de vivir e relacionarse, unha forma destructiva de estar en comunidade nunha sociedade, unha enfermidade contaxiosa que ataca e arrasa por igual as persoas de diferentes ideoloxías, Un cúmulo de pequenas cegueiras e pequenas covardías, que sumadas unhas ás outras fan que camiñemos pasiño a pasiño cara ao abismo do chapapote fascista.

 

Hoxe en día, o pantasma do fascismo esténdese por todo o mundo, individuos de dudosa calaña como Bolsonaro, Trump, Viktor Orban, Marine Lepen, Giorgia Meloni, Javier Milei, Abascal e outros son referentes da brutalidade política, da falta de empatía, apoderándose das institucións, das organizacións públicas, dos medios de comunicación, das redes sociais, pero tamén dos nosos espazos cotiáns como os bares e as rúas. É a vida fascista que nos rodea, entre o descoñecemento xeneralizado, a corrupción institucional normalizada, a falsidade, o acoso nos medios de comunicación, a violencia de xénero e agresividade consumista, a besta fascista foise amamantando e contruindo.

 

No noso país o neofascismo ou postfranquismo vai encaixando como unha pedra de muiño nunha sociedade pasota, que soluciona os problemas nos bares ou sentados fronte un ordenador atrincherado na calor do fogar e no anonimato. Capaces de aceptar calquera noticia sin contrastar ou debater, ou de aceptar todo tipo de bulos con resignación. Quizais sean moitos os anos de Salvame Deluxes, Anarosas, Formigueiros, Indas, Ferreras, Aguirres, Ayusos, Cayetanas, Bárcenas, Gurtels, Púnicas. Moitos anos desinformando, dende o engano, as mentiras e o desprezo, moitos anos incubando os ovos da besta do fascismo, co obxetivo de dirixir e manipular o medo ao outro, o desprezo ao diferente, ao inmigrante o engano da meritocracia, o empobrecemento cultural e sobre todo odio, moito odio.

 

Dicía Mario Benedetti “como culpar o vento pola desorde feita, si fomos nós quenes deixamos a fiestra aberta”. Só hai unha forma de estar seguro de non repetir os erros do pasado, aprender deles, lembrando e non esquecendo. Entre todos podemos pechar a fiestra para que non entre a besta do fascismo, senón pode que xa non quede ninguén.



Colectivo Republicano de Redondela







Barajas. El movimiento obrero y los gobiernos municipales

 


Barajas recupera su pasado obrero


Se publica una investigación sobre el movimiento obrero en el antiguo municipio y su implicación en el Ayuntamiento con motivo del 120 aniversario de la creación de la Agrupación de Trabajadores de Barajas.

 

El 3 de Mayo de 1903, tras la celebración de un mitin obrero al que acudieron 300 personas, quedó constituida la Agrupación de Trabajadores de Barajas, entidad compuesta por jornaleros y albañiles. Comienza así la historia del movimiento obrero de este antiguo municipio, hoy distrito de Madrid, que queda recogida en Barajas. El Movimiento Obrero y los Gobiernos Municipales (1903-1939), un libro fruto de una minuciosa investigación realizada en archivos y hemerotecas.

 

La Agrupación de Trabajadores de Barajas vertebra gran parte de la historia política del municipio desde su creación hasta su obligada disolución en 1939. Impulsaría  dos gobiernos municipales, desde 1904 hasta 1914 (Ayuntamiento Obrero) y desde 1931 hasta 1939 (Ayuntamiento Republicano), que supusieron sendos intentos de modernización de una villa que básicamente vivía de la agricultura y que, como muchas otras de la España rural, se hallaba estancada social y económicamente por causa del caciquismo.

 

Tras su ingreso en UGT (1911) y PSOE (1913), la entidad sería matriz a lo largo de los años de varias otras de carácter sindical y político. De esta forma, propiciaría la creación de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra (1914) y de Albañiles de Barajas (1922). Ya en los años treinta impulsaría la creación de las Juventudes Socialistas (1930) y de la Agrupación Socialista de Barajas (1932), ya plenamente integrada en la estructura del partido.

 

La historia de esta sociedad obrera y su implicación municipal ha sido reconstruida acudiendo a fuentes primarias que obran en diferentes archivos, con preponderancia del Archivo de la Villa de Madrid, así como a hemeroteca de la época, destacando las referencias a El Socialista (Fundación Pablo Iglesias) y otros periódicos hoy conservados en la Biblioteca Nacional de España. También es abundante la información procedente de antiguas publicaciones oficiales como la Gaceta de Madrid (predecesora del actual BOE) y el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid.

 

La investigación realizada por David Carrascosa, vecino de Barajas, cuenta con el prólogo de Enma López Araujo, Portavoz Adjunta del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Madrid. Está editada por Independendly Published y se puede conseguir en Amazon.







En memoria de Francisco Javier Elola, Fiscal de la II República española y Magistrado del Tribunal Supremo


La Fiscalía General del Estado acaba de publicar En memoria de Francisco Javier Elola, un libro dedicado a la trayectoria jurídica y política del brillante magistrado coordinado por el Fiscal César Estirado de Cabo, y en el que han participado los magistrados  Ramón Sáez Valcárcel, José Ricardo Prada Solaesa, los historiadores Lourenzo Fernández Prieto, Antonio Míguez Macho y la investigadora histórica María Torres Celada.


«Francisco Javier Elola Díaz Varela (1877-1939) fue un jurista adelantado a su tiempo. Primer Fiscal General de la Segunda República y Magistrado del Tribunal Supremo durante ese régimen democrático, no cesó en su vida de aportar sus esfuerzos para la modernización de un Poder Judicial sometido plenamente al Derecho, dentro de un Estado de Derecho que respetara escrupulosamente las garantías propias del mismo, incluso en los momentos más difíciles para el Estado republicano que defendió. De profundas convicciones democráticas, introdujo en España muchas de las ideas más avanzadas de la época, asumidas con naturalidad por los sistemas democráticos actuales. Tras la caída de Cataluña en 1939 no abandonó el país y, sin nada que ocultar, hizo frente a las responsabilidades que se le exigieron. Esta actitud tan coherente como suicida le costó la vida: tras un simulacro de juicio y sentencia, el 12 de mayo de 1939 fue fusilado por el bando rebelde en el Camp de la Bota de Barcelona.»

 

 

 


 

FRANCISCO JAVIER ELOLA DÍAZ VARELA

Un recorrido por la historia del magistrado a través de la prensa

 

 

«Que me sentencie el pueblo, que es para mí el más alto Tribunal, si no cumplo con mi deber»

Francisco Javier Elola Díaz-Varela

 

 

Esta frase fue pronunciada por Francisco Javier Elola en el homenaje que le tributó el colectivo gallego de Madrid tras su nombramiento como fiscal general de la República. No se cumplió su voluntad, sino la de la justicia franquista que puso fin a su vida a las cinco de la mañana del 12 de mayo de 1939 en el Camp de la Bota de Barcelona. En su certificado de defunción se señala que falleció de “profusa hemorragia interna”. Sus restos permanecen en el Fossar de la Pedrera del Cementerio de Montjuitch desde hace 84 años.

 

Escribió Cicerón que «La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos» (Filípicas, IX, 10) y es una afirmación intangible, pero la vida, además de en los archivos, también permanece en las páginas amarillentas de los periódicos, hoy por fortuna digitalizados en su mayoría. En ellas encontramos muchos trazos de la existencia pública de Francisco Javier Elola, que muestran, como en una antigua fotografía, los infinitos matices de grises y las múltiples facetas de este magistrado, uno de los más brillantes de la República, a la que se mantuvo fiel hasta el final de su vida. Un juez sin cara de juez, como algún periodista le describió.

 

En la prensa histórica consultada, además de dar cuenta de todos sus nombramientos, nos encontramos a un hombre que es recibido por los responsables de las más altas instituciones, por todos los presidentes de Gobierno. Organiza y acude a múltiples actos de la colonia gallega en Madrid, toma parte en infinidad de homenajes, participa activamente en los debates de las Cortes Constituyentes y además, colabora con la prensa, siendo un personaje muy accesible para la misma. Incluso los periódicos extranjeros, en particular los franceses, se hicieron eco de su nombramiento como fiscal general, de la posterior dimisión y por último, de su detención y ejecución.

 

Trabajador incansable, despertaba a partes iguales admiración y recelo. De ideas conservadoras, sorprendía con sus sentencias transgresoras para la época, sobre todo las relativas a las mujeres y las clases menos pudientes. En 1932 condenó a un hombre casado que engañó a una joven de 16 años, al pago de una pensión mensual, estableciendo un criterio severo contra los seductores. En los juicios sobre impago de alquileres, acababa apoyando al inquilino que no podía hacer frente al pago o a la subida anual que quería establecer el propietario, e impedía los desahucios. Incluso falló en contra de un casero hidrófobo recordándole que el acto de bañarse no podía ser motivo de sanciones contra su inquilino.

 

Dos semanas antes de la proclamación de la II República española, se pronunció en contra del Código de la dictadura: «Toda ley que en su contenido y en su forma no obedezca a las previsiones y ordenamientos de la Carta será una ley facciosa...» Fue testigo presencial de los alborotos promovidos por los monárquicos en la calle Alcalá, antes de las elecciones del 12 de abril: «De pronto, salieran de la casa en cuestión elementos que llevaban lazos bicolores y flores de lis, gritando: “¡Viva el Rey!“ A este grito, y por virtud de una reacción colectiva natural en los que se encontraban en la calle, se contestó con el de “¡Viva la República!” Enseguida, empezaron a caer unas hojas tituladas “El Murciélago”. Como el asunto parecía tomar mal cariz, requerí el auxilio de un guardia, conminándole a la detención de los provocadores, porque aquello podía dar origen a un día de luto.»

 

Y a pesar de ser católico estaba a favor del divorcio: «Soy convencido partidario de la legalización civil del divorcio en su sentido más amplio. Constituye la liberación de un vínculo que pretende unir en vano lo que el corazón rompió. Debe acometerse su implantación bajo la fórmula contenida en el principio de “discrepancia objetiva” o motivación “sine causa” por el disenso de los cónyuges, estimado en conciencia, mediante el seguro y libre arbitrio judicial y con garantías sociales y económicas para los hijos

 

Tras su detención y ejecución, un manto de silencio cubrió a Francisco Javier Elola Díaz Varela. Rescatarlo del árido sendero de la desmemoria y que forme parte de la Memoria colectiva, tal vez sea ahora más que nunca Justicia poética, esa Justicia que no sólo exige que el agravio sea castigado y el daño recompensado, sino que triunfe el bien sobre el mal, que triunfe también la lógica y se ponga fin a la impunidad.

 

 

María Torres Celada

En memoria de Francisco Javier Elola. Un recorrido por la historia del magistrado a través de la prensa. Fiscalía General del Estado. (Tirant lo blanch, Valencia 2023)

 

 

*

 

Índice del libro:

 

Prólogo

César Estirado del Cabo

 

Un recorrido del magistrado a través de la prensa

María Torres Celada

 

La Justicia ordinaria y el golpe de estado de 1936. Notas para la aproximación a un jurista fusilado por los sublevados. F.J. Elola

Lourenzo Fernández Prieto

Antonio Míguez Macho

 

Javier Elola y la Justicia Constitucional en la República

Ramón Sáez Valcárcel

 

Francisco Javier Elola y la construcción del Poder Judicial en la II República

José Ricardo Prada Solaesa

 

Anexos



*


Más información:









Fotografía: Agencia EFE