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Mauthausen. Fotografía de Francesc Boix |
¡Mauthausen, fatídico nombre! ¡Mauthausen, campo de la muerte! ¡Mauthausen, cuyo nombre da escalofríos sólo con pronunciarlo!
Mauthausen fue, con Auschwitz, Buchenwald, Dachau, Flossenburg, Neuengamme, Sachsenhausen y Ravensbruck —este último de mujeres—, el término final de la odisea trágica de miles de españoles republicanos, hechos prisioneros por los nazis en Francia desde 1940 a 1944.
En
Auschwitz —cerca de Cracovia, en Polonia—, en Sachsensausen —junto a Berlín—,
en Flossenburg —entre Nuremberg y Pilsen, en la frontera alemano-checa—, en
Neuengamme —cerca de Hamburg—, fueron encerrados un número reducido de
españoles. En cambio, en Dachau —cerca de Munich— y Buchenwald — cerca de
Leipzig—, hubo bastantes más, procedentes casi todos de las cárceles francesas,
por haber participado en acciones armadas de la Resistencia Francesa contra los
invasores alemanes. Otros habían sido fusilados en Francia pues, generalmente,
cuando los nazis descubrían un republicano español, lo fusilaban
inmediatamente. Muchas estelas hay diseminadas por el territorio francés, con
las inscripciones: «Aquí fue asesinado un republicano español anónimo.»
El
campo de Ravensbruck «albergó» a varias compatriotas nuestras, todas ellas
miembros también de la Resistencia Francesa. Algunas de ellas fueron
trasladadas a Mauthausen, en 1945, al evacuar aquel campo los nazis. Hubo
españoles aislados que fueron encerrados en otros campos, donde
perecieron. Este fue el caso en Terezin, en Checoslovaquia, donde estuvo, y
murió, un solo español (oficialmente inscrito; no se sabe si los hubo
«extraoficiales»). Pero el núcleo más importante de españoles fue deportado a
Mauthausen.
Los
campos de concentración fueron clasificados por los SS en tres categorías: la
I, la II y la III.
Por
ejemplo: Dachau y Sachsenhausen eran de la categoría I; es decir, la de los
«recuperables».
Buchenwald,
Flossenburg, Neuengamme, Auschwitz I, eran de la categoría II, Mauthausen fue
clasificado en la categoría III; es decir, la de los «irrecuperables». La más
terrible de todas.
La
clasificación en estas tres categorías fue hecha por Reinhard Heydrich, uno de
los principales jefes de las SS. Y dio el visto bueno Himmler, jefe supremo de
las SS.
Los
presos de Mauthausen eran considerados enemigos peligrosísimos del III Reich.
De ahí su etiqueta de «irrecuperables», sin ninguna posibilidad de liberación.
Ningún preso entrado allí debía salir con vida, tal era el designio de las SS.
Además de la clasificación mencionada, dada por los altos dignatarios nazis,
Mauthausen fue considerado como Vernichtungs Lager (campo de exterminio), en el
lenguaje que los SS empleaban entre sí.
Esto
no quiere decir que en los otros campos no se emplearan los mismos métodos que
en Mauthausen. La clasificación de Heydrich sólo fue respetada en los primeros
tiempos de su promulgación (enero de 1941). Más tarde, las mismas consignas
fueron dadas para Auschwitz y Buchenwald, quedado sin efecto las primeras
catalogaciones, puesto que la exterminación se practicaba metódicamente en la
mayoría de los campos.
Que
se sepa, Mauthausen fue el único campo donde nunca pudo penetrar la Cruz Roja
Internacional, ni delegación internacional alguna.
El
campo de Mauthausen, situado en la cima de una colina que domina el valle del
Danubio, hubiera podido ser un paraje idílico, dado su situación geográfica, si
no hubiera tenido el triste privilegio de ser construido para el exterminio de
miles de personas. En una de las vertientes de la colina está situada la
cantera de Wienergraben. Esta cantera pertenecía al ayuntamiento de Viena antes
de la anexión de Austria de 1938. Los SS la adquirieron para explotarla con la
mano de obra del campo, en el verano de 1938. Un grupo de prisioneros traídos
de Dachau empezó la construcción de dicho campo. La mayoría de esos detenidos
eran delincuentes comunes a los que, más tarde, se agregaron detenidos
políticos austríacos y alemanes, destinados a trabajar en la cantera. La
empresa de explotación de la cantera de Mauthausen era de los SS, y todo el
producto de la extracción de la piedra iba a la «caja particular» de los SS. Es
decir, el beneficio de su producción no servía al Reich alemán, sino
integralmente a los SS, sin que éstos dieran cuenta a nadie de aquel «negocio».
Para comprender eso es necesario explicar, brevemente, qué eran los SS y su
organización.
SS
era la abreviación de «Schutz-Stafel» (Secciones de Seguridad). El cuerpo de los
SS fue constituido, en 1933, con los grupos de choque del partido nazi. No
estaban subordinados a ningún organismo existente en Alemania. La fidelidad a
su propio partido y al Estado tenía menos importancia que la «lealtad
incondicional» al Führer. Habían sido creados para defender e imponer las ideas
de su jefe, Adolf Hitler, y eran la emanación de su dictadura personal,
dependiendo de la voluntad absoluta del Führer. De ahí el que se considerasen
como hombres superiores, como una élite, como prototipos de una raza escogida,
y que, por eso, sus poderes fueran ilimitados.
Estas,
y muchas otras, eran las razones que hacían posible que sus actividades fuesen
ultrasecretas. Poseían un estatuto privilegiado que hacía de ellos los
instrumentos de la aplicación del estado de excepción, con la supresión total
de las garantías del derecho individual y colectivo.
Hitler
nombró a su hombre de confianza, Himmler, jefe supremo de esta organización
(Reichsführer SS).
Todos
los campos de exterminio nazis en Alemania, y en los territorios ocupados,
fueron administrados y vigilados por los SS. Mauthausen se contó entre los más
terribles de aquellos campos.
Mariano
Constante
Los
años rojos - Capítulo V - Mauthausen
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