A mis hijos Queridos
Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que
leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds. Casi no se acordarán de mi y
los más chiquitos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre
que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
Crezcan como buenos
revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite
dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada
uno de nosotros, solo, no vale nada.
Sobre todo, sean siempre
capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra
cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un
revolucionario.
Hasta siempre hijitos,
espero verlos todavía.
Un beso grandote y un gran
abrazo de Papá.
Queridos
viejos:
Otra vez siento bajo mis
talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo.
Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según
recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no
me interesa, soldado no soy tan malo.
Nada ha cambiado en
esencia, salvo que soy mucho más consiente, mi marxismo está enraizado y
depurado. Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que
luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias. Muchos me dirán
aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el
pellejo para demostrar sus verdades. Puede ser que ésta sea la definitiva. No
lo busco pero está dentro del cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un
último abrazo.
Los he querido mucho, sólo
que no he sabido expresar mi cariño, soy extremadamente rígido en mis acciones
y creo que a veces no me entendieron. No era fácil entenderme, por otra parte,
créanme, solamente, hoy. Ahora, una voluntad que he pulido con delectación de
artista, sostendrá una piernas fláccidas y unos pulmones cansados. Lo haré.
Acuérdense de vez en cuando
de este pequeño condotieri del siglo XX.
Un beso a Celia, a Roberto,
Juan Martín y Patotín, a Beatriz, a todos.
Un gran abrazo de hijo
pródigo y recalcitrante para ustedes.
Ernesto.
Los padres del Che dieron cobijo a exiliados republicanos (Lo detallò un amigo ìntimo en un reportaje que tuvo poca divulgaciòn).
ResponderEliminarBuena madera.Noble "savia" .
Enorme agradecimiento.