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94. María Teresa León, militante de la gloria de las letras




El 13 de diciembre de 1988 murió María Teresa León, militante de la gloria de las letras. Murió como un fantasma de sí misma, sin pasado, sin presente, sin futuro en su memoria, pasto de la melancolía de la nada.

Se la conoce como la eterna compañera de Rafael Alberti, pero María Teresa León fue mucho más. Sin ella Alberti hubiera sido menos Alberti. Fue la ayuda infatigable del poeta, cómplice, alentadora, inteligente.

En el aniversario de su muerte, y como homenaje a esta gran mujer, trascribo unos fragmentos de la correspondencia entre Rafael y María Teresa, extraídos del libro Gonzalo de Sebastián León, hijo de María Teresa y su primer matrimonio, en el que rescata la memoria de su madre y recrea su vida y la relación de esta con Alberti, una convivencia  plagada de emoción.


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Remitente: Rafael Alberti

Totoral, martes, junio 1940. “(...) Si tardas demasiado en venir, tendré que escribir una nueva serie de poemas eróticos. Escríbeme y cuéntame todo. Aprovecha bien los minutos de Buenos Aires, y ten en cuenta que un poeta soltero, solo en el campo, tendrá que salir el día menos pensado por esos montes, buscando un Axel cualquiera que satisfaga su delhézquica pasión. ¡Para qué más detalles! Después de esto, mil besos y abrazos, Rafael” Totoral, miércoles, junio 1940. “(...) Busca, como puedas, alguna colaboración que nos dé 50 ó 100 pesos al mes, contrata las conferencias y vente a vivir a este rincón, que con los i.000 pesos que tenemos ahorrados y algo que recibamos de México, podremos aguantar el temporal, que creo no tardará mucho en resolverse. Las noticias de Europa siguen siendo pésimas para los aliados. Si los Estados Unidos y Rusia no entran a favor de ellos, los veo muy requetemal (...)” Totoral, domingo, junio 1940. “(...)Después que termine esta carta voy a comenzar a escribir. Quiero intentar, si me es posible, la distribución del trabajo: por la mañana, si estoy en luz, poemas; por la tarde “Trébol florido” y, después de cenar, las nuevas conferencias (...)” Por el río Paraná. “Queridísimas niñas: Es horrible viajar solo y más en un barco tan bonito y por un río como éste. He dormido muy bien, con bastante cansancio, acordándome mucho de las dos. Me desperté a las cinco pensando en la ovejita de Aitana. Se me achica el corazón cuando pienso en ella y la veo reírse. ¡Qué maravilla! Quisiera sólo escribir para ella en este viaje (...)” 


Remitente: María Teresa León 

(Sin fechar). “(...) Rafael ¡Vida! se me caen las alas al estar sola. No sé. Al despertarme me doy cuenta de lo mal que se respira cuando se tiene todo el aire para uno solo. He hablado con María Carmen. Losada cena con nosotros. María Carmen ha alquilado un estudio muy bonito. Ahora salimos de nuevo para cobrar 60 pesos de “Sur”. Volveré muy pronto. Me duelen los zapatos con el asfalto. Esta es la ciudad más inhumana del mundo. Me gritan que es tarde. Te escribo a buchitos. Bésame. Te llevaré un perro o dos, todos los libros y nos quedaremos en nuestro escondrijo como dos viejas vizcachas incompatibles con los tranvías y el teléfono. Rafael ¡amor! Te beso. Un poquito desplumadita ya, pero sí tu Paloma” 9 noche. “(...) creo que me voy a ir el sábado. Me harta Buenos Aires. Todo es incómodo, desesperado. Si salgo a la calle, tengo que tomar taxis porque soy una miedosa y me da miedo caerme y no sé ir a los sitios. Ayer, domingo, me quedé en casa. Busqué los libros. Las maletas azules estan rotísimas, ¡bastante duraron! Llevaré los libros en un cajón. No hablo nada más que de irme. Se ríen de mí. Totoral me parece un lago precioso. La piel de los hombres está hecha para sentir otra piel si no no se duerme y se tiene la mitad de la sangre. No creas que tenemos amigos, sino apariencias de amigos, sombras. Lo único que tiene sangre y huesos es nuestro amor, nuestra costumbre (...)” Lunes 10. “(...) Trabaja horrores, amor precioso, nuestra salvación próxima está en los sauces y los álamos de tu poesía (...)” 


Remitente: Rafael Alberti 

Cracovia, 1 diciembre, 1950. “(...) ¿Y Aitana? Le mandé postales. No puedo vivir sin ella, Dios mío. Todo esto, que está muy bien, sin vosotras no tengo ojos para verlo. Te pondré siempre telegramas diciéndote el tiempo que estaré en cada sitio. Me da pena que te gastes el dinero en telegrafiarme. Prefiero que os vayáis a Punta del Este. Veo sí, que apenas tenéis dinero. Di a Losada, por Dios, que os ayude, que me pague algún próximo libro, las acciones, lo que sea (...)” Praga, 9 diciembre, 1950. “(...) De este viaje saco la consecuencia siguiente: no puedo vivir sin ti, sin Aitana. Me muero de pena y de tristeza. Todo sería distinto, todo lo hubiera sido. Son muchos años juntos día y noche. Ahora sé cuánto te quiero. Te escribiría cartas que nunca te he escrito y te diría cosas que ya casi no me atrevo. Eres lo único grande que ha habido y hay en mi vida. Te quiero, al parecer, sin grandes efusiones. Pero no es cierto. Paso, a veces, tormentas de las que nunca hablo. Te hubiera, a veces, querido de otro modo, deseado de otra manera. No me atrevo a decirte, a nombrarte muchas cosas. Puede ser que nunca te las diga. Empezamos –horror– a ser casi viejos. ¿Viejos? Quiero que te cuides mucho y estés otra vez fuerte. Tenemos vida todavía (...)” 


Remitente: María Teresa León 

La Gallarda, 27 sin ti. “Querido mío: Me mandan tus cartas a esta soledad tan grande y yo lloro y quisiera volar a buscarte. Ya sé que se han concluido los viajes de placer. El único que queda en la tierra es el de quererte de la noche al día. Y jamás nos separaremos. Yo he vivido sola la angustia cuando entraron los chinos en Corea. Hasta te puse un telegrama a Praga a través de Kunosi, pero Kunosi me dijo que no debía inquietarte. Esto es lo que he hecho, y también sufrir. Cuando llegues intercambiaremos nuestras angustias y las tiraremos al mar (...)” Milán, 4 noviembre, 1963. “Gonzalo, hijo: Estamos en Italia, todo lo de París resultó bien. Van a traducir varios libros y volvemos en diciembre para dar varias conferencias. Enrique –ya os dije– encontró su coche y está muy contento. Aquí llueve. Dentro de unos días saldremos para Roma. Aitana no se queda en París, viene mañana. Es casi seguro que vivamos en Roma en vez de vivir en Milán. Yo no me encuentro muy bien y dicen que el clima tan húmedo y frío hace daño. Siento en los oídos una ‘música extraña’. Viene cuando me tumbo. No me duelen, ‘me suenan’, oigo sonidos. ¿Qué será? (...)”



(En este enlace la palabra y la voz de María Teresa León)









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