María Torres / Enero 2012
Hace un tiempo no tan lejano existieron unas valientes
mujeres, que como tantas otras silenció la Historia. Ejecutaron una tarea
imprescindible, pues eran las colaboradoras en la clandestinidad de los maquis
que habitaban los montes de Galicia. Ellas fueron la columna vertebral de la
guerrilla antifranquista, y se las denominaba "enlaces da chaira" y
"enlaces do monte". Muchas de ellas no solo realizaron tareas de
apoyo, también combatieron y atravesaron la puerta de la clandestinidad.
Eran mujeres de pueblo que tenían algún vínculo
familiar o afectivo con los guerrilleros, hija, madre, hermana o novia. Lo que
hacían era proporcionar alimentos, trasladar cartas, armas, avisar de los
movimientos de la Guardia Civil y acondicionar casas de apoyo, pero
además de todo ello la mayoría tenía una militancia política. Las hubo que
sufrieron la represión por ser la mujer de, las que eran enlaces y las que se
echaron al monte y cogieron las armas.
La actividad de la guerrilla se centraba en la
frontera de Valdeorras y el Bierzo Leonés, concretamente en la zona de Casaio,
en la escarpada Serra do Eixe, al abrigo de los montes y chozas. A pesar de que
la incultura popular aún piensa que los maquis eran bandoleros, o criminales
fugados de la Justicia, en su defensa cabe decir que si bien es cierto que
huían de la represión, también luchaban contra ella, resistiendo hasta que
finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Familias enteras estaban implicadas en La Guerrilla,
tejiendo una extensa red de apoyos, guaridas clandestinas, o chozos, en
los lugares más insospechados. Uno de ellos era la mina de wolframio de Casaio.
Esta mina estaba al servicio de los alemanes, y de allí sacaban el
mineral que necesitaban para el revestimiento de sus obuses. Sirvió
de forzoso lugar de encuentro entre los presos comunistas obligados a trabajar
en el yacimiento.
Se tienen datos de cerca de doscientas mujeres entre
las que pasaron a la clandestinidad y apoyaron el movimiento guerrillero. Todas
ellas fueron duramente represaliadas con la cárcel, la tortura, el exilio y la
muerte. Pasaron por las cárceles más duras del régimen franquista que las
encarceló durante años en prisiones alejadas de Galicia.
A partir de las investigaciones de la filóloga Aurora
Marco, recogidas en su libro "Mulleres na guerrilla
antifranquista galega" su hijo Pablo Ces dio voz a seis de estas
mujeres en un documental cuyo título es “As Silenciadas” (Las Silenciadas).
Consuelo Rodríguez López, “Chelo”, perdió a varios de
sus familiares en el monte. Sus padres fueron fusilados al finalizar la guerra,
una mañana de octubre de 1939. Su hermano Sebastián fue encarcelado y condenado
a muerte y el que era su pareja murió en sus brazos tras un tiroteo en el
monte. Fue integrante del primer grupo organizado de guerrilleros que surgió en
la España de la época: la Federación de Guerrillas León-Galicia. Cuando fue
identificada por la guardia civil se escondió en los montes de Lugo y más
tarde, en 1949, logró exiliarse en Francia, donde vivió oculta hasta que murió
el pequeño dictador.
Clarisa Rodríguez fue enlace de la zona de Meira. Cuando se la llevaron para interrogarla estaba embarazada. Más tarde su cadáver apareció en una cuneta con signos de haber sido violada.
Carmen Jerez murió también embarazada. Los falangistas la sacaron de su casa en 1944. la violaron durante meses, y después le dieron muerte a tiros. Los carteles que sus asesinos colgaron con la imagen de su cadáver en los escaparates de Ponferrada daban a entender que había caído a manos de la guerrilla antifranquista a la que protegía.
Carmen Rodríguez Nogueira nunca fue enlace, pero cuando fusilaron a su marido por ser republicano, los amigos de éste acudían a su casa para que los escondiera. Al final sufrió torturas y cárcel.
Esta solo es una pequeña muestra de las valientes mujeres que vivieron en la clandestinidad y apoyaron al movimiento guerrillero de la postguerra en Galicia. Ojalá que en un tiempo cercano todas sus historias salgan a la luz de la memoria.
Esta solo es una pequeña muestra de las valientes mujeres que vivieron en la clandestinidad y apoyaron al movimiento guerrillero de la postguerra en Galicia. Ojalá que en un tiempo cercano todas sus historias salgan a la luz de la memoria.
Hay estudios y biografías de estas mujeres, aunque no muchas, y a veces editadas por diputaciones... es decir, libros que han tenido un empuje más bien escaso y sí, han hecho que muchas de las historias de estas mujeres quedaran casi en el olvido. Aunque la lucha armada a las mujeres republicanas sólo fue oficialmente en los primeros meses de la guerra, siempre hubo mujeres en los montes que se dedicaban teóricamente a cocinar, pero cuando tenían que tomar un fusil lo tomaban. Muy interesante entrada, que por mucho que se diga nunca se dirá suficiente.
ResponderEliminarBravo María ¡¡cuanto valen tus documentos!!. Pienso que estamos obligados sin escusas a divulgar las vidas de estas heroínas anónimas. ¿que otra cosa podemos hacer por ellas? lo dieron todo por la libertad en España y ahora ¿que es lo que tenemos? ¿vamos a permitir que su sacrificio resulte inútil?
ResponderEliminarPor ellos, por ellas, por los que lucharon sin valorar su vida por la de los demás y la libertad, por los que aún están en las cunetas de este país esperando ...
ResponderEliminarMilitemos en el recuerdo y difundamos su historia ... eso es lo que está en mi mano y en la de tod@s.
Abrazos Eastriver y Cholo!!
estoy encantada con este blog y esta entrada, mis abuelas fueron algunas de estas mujeres, una en el norte MArgarita Garcia PAlacio y la otra en el sur EPIfania Gil Gil, me enorgullezco de ellas mujeres que fueron valientes y un ejemplo para las nuevas generaciones
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