En la sierra de Yelves,
frente a Santa Amalia, se halla repartido un grupo de unos treinta hombres.
Amanece el día 31 de marzo con esperanzas de combate. La tarde anterior se ha
visto desfilar por la carretera un gran número de camiones del enemigo
procedentes de Mérida.
Los campesinos extremeños que defienden Medellín aguardan el ataque bien resueltos.
Los campesinos extremeños que defienden Medellín aguardan el ataque bien resueltos.
—Hoy tenemos tiros.
—Eso creo yo. Por allá parece
que avanzan caballos.
—Preparad los fusiles.
—Somos treinta de Yelves, y
ellos son más de quinientos. ¿No los ves?
—Como cante bien mi fusil
ametrallador, van a quedar muy pocos de esos quinientos.
Y Víctor esgrime su arma
contra la luz de la mañana que comienza a clarear. Relumbran sus ojos más que
ella. Se tiende detrás de una piedra y observa al enemigo ansiosamente. Los
demás hacen lo mismo. Ninguno piensa esquivar el golpe que se avecina a pesar
de haber reconocido la superioridad numérica de los fascistas. Uno de éstos
grita como debajo de la tierra:
—¡Apretaos mucha las cintas
de las alpargatas, rojos, para correr!
Víctor ve venir por La
Alameda una gran masa de caballos. Por la parte izquierda de Santa Amalia otra,
y detrás un batallón de infantería. La gana de destrozarlos a todos se les nota
en la dureza de la boca.
—¡Ya están ahí! ¡Fuego con
ellos!
Los treinta campesinos, como
uno solo, descargan sus fusiles. Los doscientos caballos que galopaban a
coronar la pequeña sierra de Yelves, retroceden con sus doscientos jinetes. La
infantería que le sigue también retrocede. Durante cinco horas, con las
municiones contadas, los veintinueve fusiles y el ametrallador, manejados por
unos hombres dispuestos a todo, contienen las insistentes arremetidas del
enemigo. Víctor es el primero en advertir que la munición se agota. Multiplica
su arma yendo de una piedra a otra, disparando desde varios puntos casi al
mismo tiempo para que el enemigo crea que son varios los fusiles ametralladores
que le acosan. La retirada es obligada, y
Víctor es quien cubre las espaldas de sus compañeros. Cerca de cuatro mil
cartuchos salen disparados de su mano. Cuando ya no dispone de ninguno, se deja
rodar sierra abajo perseguido muy de cerca por los fascistas de a caballo. En
la orilla del Guadiana se muerde rabioso los puños mirando la sierra que ha
tenido que abandonar.
Por mi lado no pasan
En uno de los puentes de
Medellín sobre el Guadiana hay un grupo de dinamiteros. Entre ellos sobresale
uno por su edad y su gesto. Manda una sección de mineros y barreneros
lanza bombas. Medellín no se verá en peligro por la parte que a él le corresponde
defender. Es un hombre curtido, endurecido a través de su vida de minero y a
través de nueve meses de guerra y de muerte. Dos hijos suyos han sido
asesinados y una hija de veinte años. A su lado tiene otro hijo, dos veces
herido y mil veces decidido a morir vengando los crímenes cometidos con sus
hermanos.
—Por mi lado no pasan. Aquí
los espero. Si no me queda otro remedio, mataré a este hijo que me queda, me
mataré yo y nuestros dos cuerpos podrán servir de parapetos a los compañeros.
Atención a Extremadura
En los frentes de Extremaudra, en su corazón, hay un material humano, combativo, insuperable. Es preciso aprovecharlo en toda su heroica extensión para que dé plenamente su fruto.
Miguel Hernández
Atención a Extremadura
En los frentes de Extremaudra, en su corazón, hay un material humano, combativo, insuperable. Es preciso aprovecharlo en toda su heroica extensión para que dé plenamente su fruto.
Miguel Hernández
Frente Sur (Jaén), 8 de abril de 1937
Las cosas hay que entenderlas en su contexto. Hay mucha gente que no entiende a ese Miguel Hernández, que le resulta incómodo. Yo no solamente lo entiendo sino que lo admiro: dio su vida por sus ideales, literalmente. Otra cosa sería si quienes venían detrás lo merecían. Pero él hizo lo que sintió.
ResponderEliminarMiguel...un grande entre los grandes!!!!!!
ResponderEliminarSon gente que dio su vida por un ideal.
ResponderEliminarGente que luchaba y daba la vida por unos ideales; y que había sufrido muchísimo. Fruto de la época que les tocó vivir.
ResponderEliminarUstedes quieren otra guerra civil? "Fraticida"? No necesitan enemigos de fuera, solo ven el enemigo en su "compatriota"? No han aprendido nada de la historia? Quieren volver a repetirla, a ver si esta vez ganan los suyos? Pobre pais!......
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