"La enseñanza no cambia. Las leyes, los proyectos curriculares y los libros pueden hacerlo; el amor a la lectura y a la pintura, el compañerismo, la capacidad de superación y la generosidad son inmutables" (Josefina Aldecoa)
María Torres / 2010
Josefina tuvo dos pasiones en su vida: la literatura y la educación. Como
pedagoga que siguió los principios de la Institución Libre de Enseñanza,
entidad que revolucionó la pedagogía a finales del siglo XIX, mantuvo siempre
el principio de que era más importante “formar personas que sabios”.
Las Escuelas de la República fueron decisivas en su
formación y desarrollo intelectual posterior. Fundó el Colegio Estilo, pionero
en la coeducación en España y un referente de tolerancia, igualdad, excelencia
y creatividad.
Josefina Rodríguez Álvarez nació en un pequeño pueblo
agrícola y minero de la provincia de León, La Robla, el 8 de marzo de 1926, en
el seno de una familia vinculada a la enseñanza. Su abuela y su madre eran
maestras que participaban en la ideología de la Institución Libre de Enseñanza.
Su nacimiento tuvo lugar en casa de sus abuelos maternos. En esa misma casa, a la sombra de un nogal, leía y resolvía los problemas que le preparaba su abuela, maestra de
un pueblo cercano.
Su abuelo materno era un hombre inteligente,
autodidacta, librepensador, ateo y republicano que le transmitió con fervor sus
ideas y la inició en la magia de la lectura. A los nueve años leyó “Los
Miserables” y “Las mil y una noches”.
Con diez años sus padres la enviaron a vivir a León
con dos tías maternas, jóvenes estudiantes, al objeto de que ella pudiera
seguir sus estudios de Bachillerato. La convivencia con las tías fue de vital importancia para Josefina. Las curiosidades y preguntas de la
condición femenina surgieron en aquel primer curso de Bachillerato. Era el año 1936 que cambiaría la vida de los españoles.
En 1944 junto con su familia se traslada a
Madrid. Los tiempos de postguerra eran difíciles. La comida escaseaba y había
cartillas de racionamiento de primera, segunda y tercera, de acuerdo con la
categoría económica de los ciudadanos.
Durante sus años de vida en León formó parte del grupo
literario de la revista de poesía Espadaña y en Madrid, tradujo para
“Revista Española”, dirigida por Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio y
Alfonso Sastre, el primer cuento publicado en España de Truman Capote.
Josefina ya había realizado el primer curso de
Filosofía y Letras en la Universidad de Oviedo. En Madrid continua sus
estudios en la Universidad Complutense, formando parte de la primera generación
de posguerra en la especialidad de Pedagogía. Se doctoró en 1956 y su tesis,
que se publicó en 1960 con el título “El arte del niño”, versa sobre la
relación infantil con el arte.
Durante los años de facultad entró en contacto con un
grupo de amigos que luego formarían parte de la llamada “Generación de los
cincuenta”, también denominada “Generación del realismo social” o “Generación
del Medio Siglo” y que eran: Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos,
Alfonso Sastre, Carmen Martín Gaite e Ignacio Aldecoa, con quien se casó en
1952 y del que tomó su apellido al enviudar en 1969.
La “Generación de los cincuenta”, que muchos
etiquetaron como “la literatura de la berza” por considerarla aburrida y
carente de interés, fue descrita por Josefina Aldecoa como la generación
literaria hija de la guerra, alimentada con la escasez, la desesperación, la
cobardía y al mismo tiempo la rabia, el deseo de vivir, la avidez y la
curiosidad por todo.
En 1950 una sobrina de María Moliner le habló de una
residencia en Londres que en verano aceptaba estudiantes para
sustituir a quienes trabajaban en las tareas domésticas. Josefina pasó cinco meses en esta residencia feminista fundada por sir John Crosby, una experiencia enriquecedora que quedó plasmada en la novela “La Casa Gris” cuyo manuscrito fue
rescatado de un cajón del trastero por su hija Susana varias décadas después.
Nueve años después fundó en Madrid, junto a su amiga Rosario Correa, el Colegio Estilo, inspirado en los modelos pedagógicos de los colegios que visitó en Inglaterra y en los valores del krausismo, el ideario y la metodología de trabajo de la Institución Libre de Enseñanza, cuyas premisas
fueron el laicismo y la igualdad. Una educación basada en un sentido de la vida
amplio y generoso, cultivando principalmente la inteligencia y la sensibilidad
de los niños, despertando su curiosidad por el mundo que les rodea,
invitándoles a explorar ese mundo para descubrir la riqueza de posibilidades
que su investigación ofrece. Una educación que permitía estimular la
creatividad, favorecía la libertad de pensamiento, comunicación y expresión, y permitía el desarrollo del sentido crítico y analítico.
Para Josefina Aldecoa, educar era lo más importante. Argumentaba que la educación tiene que ver
con una actitud ante la vida, una filosofía de la existencia. Ella entendía que cada niño es único y diferente a
todos los demás, pero tiene que adaptarse a una sociedad que va a exigirle un
conjunto de conocimientos, actitudes, normas generales, flexibles y de
obligado cumplimiento, que necesita adquirir para desarrollar una
profesión futura de modo eficaz y satisfactorio y para mantener una convivencia
pacífica con los demás.
En 1969 murió su marido con tan sólo 44 años. Durante una década se alejó de la literatura y se dedicó tan solo a la
docencia. Josefina confesó que Ignacio Aldecoa fue lo más importante que le
pasó en la vida. La suya fue una gran historia
de amor que la vida prolongó hasta la muerte de Josefina, pues ella siempre
hablaba de él como si aún fuera a aparecer.
Regresó a la
escritura recopilando los cuentos de su marido y firmando como Josefina
Rodríguez Aldecoa. Publica Los niños de la guerra
(1983), Cuento para Susana (1984), La enredadera
(1984), Porque éramos jóvenes (1985), El vergel (1988), Historia de una maestra
(1990), Mujeres de negro (1994), La fuerza del destino (1997), Confesiones de una abuela (1998), Fiebre (2001), y El enigma
(2002). En 2008 publicó su último libro: Hermanas.
Nombrada en 2006 miembro del Patronato del Instituto
Cervantes, su carrera literaria se ha visto reconocida con el Premio Castilla y
León de las Letras, en 2003; el Premio Julián Besteiro de las Artes y las
Letras, en 2005; el Premio Internacional de las Letras y Premio de la Fundación
Cristóbal Gabarrón de las Letras, ambos en 2006. En 2005 le fue impuesta la
Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio y en 2006 recibió la Medalla de Oro
de las Bellas Artes. El pasado 8 de marzo de 2011, Día Internacional de las
Mujeres, Josefina Aldecoa fue reconocida con una de las medallas a la promoción
de los valores de la igualdad entregadas por el presidente del Gobierno, José
Luis Rodríguez Zapatero. La medalla de Josefina Aldecoa fue recogida por su
amiga la periodista Amelia Castilla.
El 16 de marzo de 2011, falleció a la edad de 85 años en su residencia de Mazcuerra, Cantabria, donde vivía desde que hace unos años se retiró de la vida pública a causa de una enfermedad degenerativa.
El 16 de marzo de 2011, falleció a la edad de 85 años en su residencia de Mazcuerra, Cantabria, donde vivía desde que hace unos años se retiró de la vida pública a causa de una enfermedad degenerativa.
Josefina estuvo al frente de la dirección del Colegio
Estilo hasta pasados los ochenta años ya que no podía renunciar a la enseñanza. Dejó un
recuerdo imborrable en sus alumnos que confiesan que nunca se vieron obligados a llamarla de usted y que lo mismo les daba
de comer que les dejaba juguetear con las joyas que llevaba puestas. Eso sí, una mirada le bastaba para cuadrar a toda una clase.
Excelente trabajo. Merecido homenaje. En lo personal, me enteré de muchas cosas que desconocía.
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