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254. Canto a los mineros


Manifestación de mineros en la localidad asturiana de Mieres, octubre de 1934



          Está temblando el vientre de la tierra
          y ahora que el invierno se ha ido
          cosecharemos sobre ella la victoria :
          ¡ Pasaremos !

          ... Los que venían de destruir a Guernica,
          machacada en nuestra carne, en nuestra carne,
          en nuestra carne ;
          los que volvían de aniquilar con gases un Imperio,
          encontraron nuestros pechos
          con pulso de guitarras que de rabia
          hicieron saltar sus cuerdas como garras
          y encontraron nuestro grito
          que formaba una «eléctrica muralla»:
          ¡ No pasarán !
 
          Pero esos mismos, esos mismos que oyeron nuestro grito
          cuando los detuvimos defendiendo la vida en las trincheras,
          para no ser abortados,
          porque éramos partos perfectos de madres ciudadanas,
          oyen ahora un nuevo grito,
          un clamor ardoroso,
          una voz que destapa las tumbas de los muertos heroicos
          y los hace levantarse con la mano empuñada
          y decir con nosotros:
          ¡ Pasaremos !
 
          Hay que limpiar el aire de enemigos
          que bombardean almerías desde lejos,
          que desde lejos lanzan la metralla
          sobre la población que duerme:
          asesinato colectivo, premeditado
          y en cuadrilla, desde el cielo o el mar,
          sin dejar defensa a las víctimas caídas
          de los lechos a las tumbas,
          de las casas a los sepulcros;
          mujeres como estrellas,
          niños como monedas falsas,
          ancianos como troncos heridos por el rayo.

          Los lentes de la vida están muy sucios.
          Hay que soplar en ellos el aliento feliz de las campiñas,
          de los trabajadores bien pagados
          y después con banderas de alegría y de sangre,
          limpiar la ceguera que en sus ojos dejó un mundo
          de injusticias sociales.

          Porque es mar de Caín el mar inmenso,
          porque suenan las aguas con cadenas
          en las costas hundidas bajo el llanto
          y el alba nos sacude como un gas venenoso,
          ¡ Pasaremos !
          ¡ Con los que pasen, pasaremos !
 
          La atmósfera se masca irrespirable,
          los pájaros se mueren en el aire,
          se pudren nuestras manos
          y están cavando fosas en los sótanos de los bancos
          para enterrar la vida,
          su última gran vértebra,
          su última enorme vértebra conspicua,
          a la que intentan atar la argolla del esclavo.
          ¡Pasaremos con los puños cerrados,
          vivos o muertos,
          con los que pasen, pasaremos !

          Pasaremos al través de mil muros
          abriendo ventanas con bombas de 200 kilos,
          entre pestañeos de metralla,
          festejando nupcias de dinamita y hombre,
          de soldados del pueblo que cruje y llora,
          que suda y habla y saca la lengua, cuando tiene más sed,
          para probar el aire que a su paso,
          limpio de traidores,
          ya va sabiendo a Dios, a tierra, a madre...
 
          ¡ Pasaremos, mineros asturianos,
          los que no véis jamás la luz porque estáis vivos
          y sepultados en las minas !
          ¡ Pasaremos al interior, hasta el subsuelo,
          para romper la noche que os apresa
          y daros libertad azul, solar, humana ;
          y para saludar a nuestros muertos,
          los que en mina de eternidad
          están forjando la mejor hora del mundo !


          Miguel Ángel Asturias, 1937





          

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