Lo Último

420. Fanny Edelman, in memoriam



"Fue una aventura dramática, trágica y hermosa a la vez. La Guerra Civil española nos marcó para siempre y fortaleció nuestra convicción de que sólo una sociedad socialista puede modificar las condiciones de la vida humana".


"Salimos muy doloridos, tristes e indignados. Nos fuimos de España con la sensación de que traicionábamos a la República".


"En los años del golpe de Uriburu empecé a trabajar en solidaridad con los presos comunistas y anarquistas. Y me incorporé al Socorro Rojo. Fue allí que me propusieron afiliarme al Partido Comunista. Dije que sí, sin saber qué era el comunismo ni cuáles eran sus ideales y me llevó un tiempo comprender que la dictadura y las condiciones de vida del pueblo tenían una relación íntima. Esos años, ‘34, ‘35, ‘36 fueron determinantes para mi futuro: me había convertido en militante y había conocido al que sería mi compañero para siempre. Era periodista de La Vanguardia y lo habían echado porque no coincidía con la línea política de la dirección del Partido Socialista. Se fue con un grupo de izquierda y empezó a trabajar, como periodista también, en la Federación Nacional de la Construcción, muy poderosa, como se demostró en la huelga general del ‘36. En ese mismo año, Bernardo Edelman y yo nos casamos. Al poco tiempo estalló la Guerra Civil Española y nos cambió la vida. Los argentinos y los grupos de italianos y españoles dimos origen a un movimiento solidario que adquirió una presencia enorme en el país, pese a la Sección Especial. Fue una labor increíble de ayuda material y política, comida, ropa, ajuares tejidos por las mujeres de aquí para los bebés que nacían en el bando republicano. Contábamos con el apoyo de Angel Gallardo, el embajador de la República Española, un católico militante a quien no le preocupaba que la ayuda proviniera de socialistas, comunistas y anarquistas. Fue en la Federación Nacional de la Construcción que mi compañero escuchó hablar por primera vez de las Brigadas Internacionales y resolvió, junto a un amigo, alistarse con ellas. Llegó a casa y me dijo “¿Qué te parece si me voy?”. Yo le contesté: “Nos vamos”.

En agosto o septiembre del ‘37 llegamos a Amberes. De Amberes nos fuimos a París, donde se coordinaba toda la acción solidaria mundial. Se palpaba el despertar antifascista que, de todas formas, no empezaba con la República Española: ya en el ‘33, Henri Barbusse, Romain Rolland, Thomas Mann y el propio Einstein habían convocado a una reunión de intelectuales alertando sobre el peligro que representaba el nazismo en Alemania. Por esos días, en París se había inaugurado la Exposición Internacional y como teníamos un rato fuimos. Nos encontramos con el Guernica, una obra impresionante, imponente. Ahí, en París, nos arreglaron los papeles, la entrada a España por Perpignan y el destino final, en Madrid. En Madrid tomé contacto con las milicias populares, germen del ejército popular que unificó las guerrillas, porque hasta ese momento cada uno tenía su dirección y era imposible garantizar la defensa de Madrid"


Fanny Edelman








No hay comentarios:

Publicar un comentario