¡Oh,
esos cardenales
en
el Concilio
con
sus elegantes vestiduras..!
Ahí
están,
deshaciendo
el Padre Nuestro,
modificándolo
a su gusto.
El
Padre Nuestro
como
me lo enseñó mi madre
quieren
que lo rece ahora de otro modo.
En
cambio ese salmo,
ese
salmo monstruoso y sanguinario
de
los Te Deum
compuesto
siempre por el vencedor,
ese
salmo tan del gusto
de
todos los dictadores...
ahí
está.
¿No
le modificáis,
no
le tacháis... verdad?
Os
gusta mucho.
Como
a Franco,
a
Franco también le gusta mucho.
Se
lo voy a recordar al mundo.
Aquí
está:
“Gracias, Señor,
gracias
porque me ayudaste
a
destruir a mi enemigo.
Tú
eres el Dios que venga mis agravios
y
sujeta, debajo de mí, pueblos”...
León
Felipe, Oh,
este viejo y roto violín
Finisterre
Edit. México, 1965
No hay comentarios:
Publicar un comentario