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673. Licinio Morales Gómez

"En Capilla a las 12 horas de la noche del día 10 de Junio de 1943.

A mi queridísima Leonor: Nadie como tú sabe el bien que siempre quise hacer por la humanidad, que fui incapaz de cometer un crimen. Sólo deseo que esto quede a mi memoria, mi honradez... Siento morir sólo por ti como madre de mis hijas y esposa querida. Procura ser fuerte y vivir para que la educación de nuestras hijas sea modelo de virtudes: Cuida de ellas que ellas cuidarán de ti porque mi Porfidia hija de mi corazón eres una santa e igual que atendiste a tu papá hasta morir cuida de tu madre. Raquelita siento no haberte visto tanto tiempo lo mismo que digo a Porfi es para ti también y como mi Coralito es tan pequeñita sólo tendrá recuerdos remotos de su papá pero vosotras sabréis cuidarla y hacerla mujer. No pensé nunca que me matarían por tener la conciencia tranquila, de haberlo sabido os hubiera orientado para que pudierais vivir de nuestra industria. Todos mis anhelos se acabaron (...)"


He leído mil veces esta carta desde que era pequeña. (En Capilla a las 12 horas de la noche del día 10 de Junio de 1943.) Mi padre, guardián de la memoria familiar, se refirió a ella en muchas ocasiones como un documento importante para nosotros, pero sólo con el tiempo una toma consciencia de su contenido...

Es difícil hablar de esto. Duele. Cada vez que la leo.

Pero si yo no hablo de él ¿quién lo hará?

Su ficha de la milicia, la que hemos conseguido en Salamanca hace apenas unas semanas, incluye además de su adscripción a la 75 Brigada Mixta como Capitán de intendencia, su profesión; Practicante, aunque me consta que cuando era menester hacía las veces de médico en el pueblo; y profesor de apicultura. Y es que Licinio era lo que se dice un hombre polifacético y un verdadero emprendedor. Monto una pequeña pero próspera empresa apícola (… de haberlo sabido os hubiera orientado para que pudierais vivir de nuestra industria.) para la que trajo maquinaria del Este de Europa. Maquinaria que fue de las primeras cosas que le robaron en nombre del Generalísimo y su justicia. ¿Qué decir de la ley de Responsabilidades Políticas?

Pero además fue una persona muy implicada en la política (sabes el bien que siempre quise hacer por la humanidad); secretario del Alcalde y luego Alcalde en 1934 por Izquierda Republicana, y al comienzo de la guerra organizador entre otros de la defensa republicana en el Puerto del Pico en Avila (Siento morir sólo por ti…).

Licinio estaba apenas a unos kilómetros de Vall de Uxó cuando murió mi abuelo y allí le encontró el final de la guerra. Como casi todos los de la 75 Brigada Mixta huiría hacia Alicante donde compartió hambre, sed y dignidad con tantas otras personas, huérfanas de barcos y esperanza, (Sólo deseo que esto quede a mi memoria, mi honradez...) en lo que Max Aub bautizó para siempre como Campo de los Almendros. De allí, como la mayoría, al Campo de Concentración de Albatera, traslado a Yeserias y finalmente a Poiler, esa cárcel que ahora aparece en la Wilkipedia como de soldados franquistas, (así se reescribe la historia y desde aquí lo denuncio), de donde salieron cientos  hacia la tapia del cementerio del Este para morir fusilados, como Licinio.

Pero hay dos protagonistas silenciadas en esta historia, a ellas va dedicado sobre todo este texto; a Leonor, (madre de mis hijas y esposa querida) y a su hermana Exupe, mi abuela.

Ellas movieron cielo y tierra, lucharon hasta la extenuación (Procura ser fuerte) por librarle de una acusación falsa que le llevaba a la muerte. Sin dinero, sin hombres en la familia en los que apoyarse, muertos hijos, hermanos, padres… no lo dejaron nunca solo. Él las instruye y organiza (Tú no te muevas de aquí de Madrid y Tia Exupe que se marche al pueblo después de ver al abogado).

De cárcel en cárcel. Las dos solas con las niñas (igual que atendiste a tu papá hasta morir cuida de tu madre) y mi padre de apenas 3 años.

Cuatro años de penalidades que culminaron con su asesinato. Cuatro años en los que él jamás pensó que eso le pudiera ocurrir.

Hombre cariñosísimo con sus hijos pierde a su primogénito y único hijo varón vivo en el Segre. Siempre tenía un regalo para los dos más pequeños de la trupe (como mi Coralito es tan pequeñita sólo tendrá recuerdos remotos de su papá). Aún conservo varias figuritas talladas en huesos de aceituna  que se traía mi padre de regalo de esas visitas a la cárcel.

Y llegó el momento, “este sí que es mi último adiós y aquí (redondel) estampo mi último beso para todos vuestro” Licinio Morales.

Lo fusilaron el 11 de junio de 1943 en el cementerio del Este.

Casi setenta años después hemos recuperado una foto suya en el archivo de Salamanca.

Todos mis anhelos se acabaron.

A Gloria que fue la que recuperó a Licinio para “QUIENES ERAN” a mi tia Coral, Coralito, porque llevamos con orgullo el recuerdo de los nuestros.


Silvia González y Altair Díez












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