-No, Brunete no fue para nosotros, los leales a la
República, una derrota. Atacamos y nos contuvieron, eso es todo. -Pero ustedes
pensaban cercar las tropas nacionales que asediaban Madrid por el oeste y por
el sur, y no lo consiguieron. -Cierto. No lo conseguimos, pero los nacionales
habían fallado, poco antes, en dos intentos análogos en el Jarama y en
Guadalajara. ¿Cuántas veces se consigue en la guerra el objetivo propuesto?
-¿Por qué se detuvieron ustedes en Brunete? ¿Por qué no siguieron? -Hombre...
Ese es un problema complejo. A Brunete llegamos a las seis de la mañana. A las
siete y media, el pueblo estaba ocupado. Sabíamos que había poca gente, pero
nos sorprendió la falta de resistencia. Entró en el pueblo la Brigada 100,
recientemente constituida, mientras que la 1 esperaba al norte, dispuesta a
intervenir si era necesario. La 9, por su parte, desbordó el pueblo por el este
y se detuvo. El paso siguiente había de ser, como es sabido, alcanzar el puente
de la carretera de Villaviciosa; pero este cambio de frente no podíamos hacerlo
con garantía de éxito, hasta que no estuviese asegurado el flanco derecho. Para
ello se mandó un Batallón de la Brigada 100 a Sevilla la Nueva y Navalcarnero.
Mientras se realizaron estos preparativos, la Brigada 9 no se movió. Cuando
quiso hacerlo se encontró con el enemigo. Hubo un forcejeo inicial y se llegó a
la conclusión de que había que lograr el paso aplastando la resistencia. Se
lanzó un ataque que no tuvo éxito. Faltaba fuego, pero la artillería y los
tanques estaban en Quijorna, con el Campesino, rebotando una y otra
vez contra la resistencia del enemigo. Por la tarde, el problema se complicó
notablemente. Nuestro Batallón de Sevilla la Nueva había sido rechazado por
fuerzas superiores, y, además, moros, que minaron bastante la moral de los
recién incorporados reclutas de la 100 Brigada. Por otra parte, sobre la
carretera a San Martín de Valdeiglesias también encontramos enemigos, cerca de
Brunete; legionarios en este caso. Con estos antecedentes se emplearon al día siguiente
seis Batallones en romper la línea enemiga, pero no fue bastante; faltaba
fuego. El enemigo, para ese día, había recibido refuerzos considerables, además
de artillería. Nos paró, pero ya no porque intervinieran los santos, como se ha
dicho por ahí, sino porque reunieron en un día tanta gente como la que podíamos
dedicar a atacarles, y eso sin tener seguras nuestras líneas de comunicaciones
con la retaguardia, lo que nos obligaba a mantener en cualquier caso una fuerte
reserva. -Perdida la oportunidad inicial de llegar al Guadarrama, siguiendo la
carretera de Villaviciosa, ¿cómo ve usted el problema de la lucha en su sector
en los días siguientes? -Podemos establecer tres períodos: ofensiva nuestra,
neutralización y ofensiva enemiga... Nuestra ofensiva no puede lanzarse en
serio hasta que no recibimos los tanques que tenía el Campesino frente a
Quijorna, ya que las dos compañías que habían de actuar con las dos divisiones
de primera línea -la 11 y la 46- son dadas a la que opera en el flanco derecho.
La artillería la recibimos el día siete y, el mismo día ocho, montamos un
fortísimo ataque con seis batallones. Insistimos al día siguiente, ya con
algunos tanques, y logramos copar una compañía, pero no abrirnos camino. La
resistencia se había endurecido. Según informaciones muy comprobadas, teníamos
enfrente cuatro Batallones en primera línea y había reservas que serían
empleadas. El día 10, y sobre todo el once, hacemos un gran esfuerzo que sólo
logra mejorar nuestra línea de contacto, pero no el ansiado paso a
Villaviciosa. La neutralización se extiende a lo largo de dos períodos de
tiempo: el primero, del doce al diecisiete; el segundo, del 19 al 23. El
primero de ellos es el resultado de la paralización de nuestro ataque. El
segundo es consecuencia de la detención del primer contraataque general
enemigo. La ofensiva enemiga tiene también dos partes: la parcial, del día
dieciocho, que fue detenida, y la general de los días 24 y 25, que rompió
nuestras líneas. -¿En qué estado se encontraban sus fuerzas los días que
precedieron a los contraataques nacionales? -Nuestros intentos de ruptura los
días 8, 9, 10 y 11 nos costaron un importante número de bajas, pero supongo que
al enemigo le saldría aún más caro. Pero el ataque de éste, el día dieciocho,
elevó nuestras pérdidas, en números redondos, a unos cinco mil hombres,
aproximadamente, la mitad de los efectivos iniciales de la División; la mayor
parte muertos, dadas las especiales y duras condiciones del combate. De esta
manera, el día veinticuatro contábamos en Brunete con menos de cinco mil
hombres de la División, reforzados con cuatro Batallones de la División Treinta
y cinco (dos de la 11 Brigada Internacional y dos de la 108 Brigada), todos
ellos muy mermados en sus efectivos. -¿Por qué cayó Brunete? -Brunete cayó por
desbordamiento. El día 18 habíamos perdido una posición esencial para su
defensa, un cerro que se eleva como a dos kilómetros al este, cota seiscientos
sesenta. Con esta altura como base de partida, y aprovechando que la 16 Brigada
Mixta, que estaba a nuestra izquierda, retrocedió, el enemigo avanzó
profundamente en nuestro flanco Este con evidente peligro de embolsarnos.
Centramos entonces la defensa un poco más al norte, sobre el cementerio y
Brunete, y sus ruinas cambiaron varias veces de manos, para acabar por la noche
en las del enemigo. -Se ha hablado de que la 14 División, formada poco antes
con las Brigadas 70 y 98, había de relevar a la 11 en sus posiciones. ¿Por qué
no sucedió así? -El porqué, no lo sé. Lo que sí puedo afirmar es que el relevo
había sido prometido a nuestro jefe por el general Miaja, que mandaba el
Ejército de Maniobra. Parece ser que se quería relevar a las dos Divisiones de
primera línea por las dos de reserva formadas durante la batalla. La División
de "El Campesino", la 46, fue relevada, en efecto, por la División
Durán en la noche del día 22. La 14 tenía que relevar a la nuestra en la noche
del 24, pero el ataque enemigo lo impidió. -¿Cree usted que las cosas hubieran
ocurrido de otra manera si la 11 División hubiera sido relevada a tiempo? -Es
imposible saberlo, pero no cabe duda de que donde se metió gente nueva, en el
sector de Quijorna, no logró nada el enemigo. Claro que en nuestro flanco
izquierdo se vino abajo la 16 Brigada, y por ese boquete se habría podido
también derrumbar la 14, como se derrumbó la 11. -¿Por qué no fue efectivo el
contraataque de la 14 División? -En el contraataque de la 14 División hay que
distinguir dos partes. En la primera, obtuvo cierto éxito, que impidió que el
avance enemigo, desde el Guadarrama, llegara a desbordar Villanueva de la
Cañada. En la segunda, se vio contenida por las fuerzas de la 13 División
enemiga, que avanzaba rápidamente a lo largo de la carretera al pueblo citado.
Fue entonces cuando la 14 en masa se acogió al abrigo del bosque al norte de
Brunete, bien para establecer una línea defensiva, bien para realizar un nuevo
contraataque de conjunto. Pero la aviación enemiga se dio cuenta de su
situación y la aplastó materialmente con una serie de bombardeos durísimos. -¿Es
cierto, como se ha dicho, que hubo pánico, que las unidades huían en masa hacia
la retaguardia, que sólo mediante el enérgico empleo de tropas blindadas y de
caballería se pudo contener la retirada? -Sí, es cierto... La 14, agobiada por
un bombardeo que duró varias horas y arrasó la zona en que se encontraba,
abandonó desordenadamente la línea y se dirigió a retaguardia. La 11, reducida
a poco más de un cuarto de sus efectivos, hizo lo que pudo para conservar sus
posiciones sobre la loma del cementerio, pero la huida de los otros la obligó a
replegarse hacia el norte para ocupar y perfeccionar unas fortificaciones en
las inmediaciones de Villanueva de la Cañada. El ataque enemigo, una vez más,
fue contenido por los hombres de la 11 en la zona de mayor peligro y a pesar de
que el 18 Cuerpo de Ejército se había derrumbado en nuestro flanco izquierdo, y
la 14 División en nuestra retaguardia. -¿Podría darnos una idea más concreta de
las bajas sufridas por la División en los veinte días de lucha en Brunete? -Hablar
de bajas es siempre difícil... En el caso de esta batalla lo es aún más, porque
hubo un momento en el que todo falló y ni siquiera pudo atenderse a su recogida
y clasificación. No faltaron los desertores, hubo prisioneros y los enfermos
igualaron en número a los heridos. Entre los enfermos hubo casos patéticos de
trastornos psíquicos como consecuencia de la notable tensión nerviosa de
aquellos inolvidables veinte días. También las enfermedades gastrointestinales
dieron un elevado número de bajas. Había hombres que se vaciaban literalmente
en una colitis imposible de cortar. En estas condiciones, el número total de
bajas, según las más optimistas apreciaciones, se elevó a seis mil al final de
la batalla. Para una fuerza de diez mil hombres, como me parece que ya he
indicado, el número parece quizá excesivo, pero, a poco que reflexionemos sobre
datos oficiales, de garantía probada, esta cifra (¡seis mil bajas de diez mil
hombres!), quizá resulte optimista. Los datos a que me refiero están tomados de
los partes diarios de la Sanidad del Ejército de Maniobra y arrojan un total,
entre las tres Brigadas (1, 9 y 100), de dos mil quinientos cuarenta y siete
bajas, según detalle que le adjunto. El total de bajas es, pues, de dos mil
quinientos cuarenta y siete. Ahora bien, si estimamos que el número de enfermos
era casi tan grande como el de heridos, podemos calcular, por bajo, dos mil
enfermos. Si por otro lado tenemos en cuenta que, según el propio jefe de
División, Líster, la mayor parte de las bajas eran muertos, no parece
aventurado cifrar el número de éstos en dos o tres mil, digamos dos mil. Si a
esto, finalmente, unimos un porcentaje pequeño, del orden de un diez por
ciento, entre huidos del frente, desertores y prisioneros, nos quedamos en
definitiva con el terrible hecho de que la 11 División sufrió pérdidas
superiores al setenta y cinco por ciento de sus efectivos. Es decir, que fue
materialmente destrozada. De lo que sí tenemos datos, que parecen exactos por
proceder del mismo Líster, es de las pérdidas de jefes y oficiales, y éstas sí
que no dejan ningún resquicio a la esperanza de que los cálculos hechos sean
exagerados. Los datos son los siguientes: siete en el Estado Mayor
divisionario; cinco en el escuadrón de Caballería; veintitrés en el Batallón Especial;
cinco en la Sección de Antitanques; doscientos dos en la 1 Brigada; ciento
sesenta y ocho en la 9; doscientos seis en la 100, y más de cuarenta
comisarios.
España, 1936-1939: Brunete
Historia y Vida, mayo de 1972
Historia y Vida, mayo de 1972
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