"Nadie
podrá ya evocar para el mundo
lo
que en el mundo termina contigo"
Luis
Cernuda.
5 de noviembre de 1963
Sobre el suelo, cubierto con un
pijama y sobre éste un batín, yace inerte uno de los más grandes poetas
españoles. Entre las manos una pipa y una cerilla que no llegaron a encenderse
al amanecer.
Luis Cernuda muerto en
el exilio. Un transterrado más que no pudo regresar a España, su vieja
Patria, “un país donde todo
nace muerto, vive muerto y muere muerto”. La Guerra y su implicación con la
II República se han quedado en el sutil pliegue donde nunca habitó el olvido.
Han pasado cincuenta
años. La desolación y su recuerdo, no solo perduran, crecen. El desterrado y
solitario aliado de la soledad, esa atalaya desde la que observaba y entendía al
mundo, ya lo
dejó escrito: “Cuando en
días venideros, libre el hombre del mundo primitivo a que hemos vuelto de
tiniebla y horror, lleve el destino tu mano hacia el volumen donde yazcan
olvidados mis versos, y lo abras, yo sé que sentirás mi voz llegarte".
María Torres
5 de noviembre de 2013
* * *
"Donde habite el
olvido,
En los vastos jardines sin
aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra
sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento
escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en
brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde
el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia
aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este
afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su
vida,
Sin más horizonte que
otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no
sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en
torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre
sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla,
ausencia,
Ausencia leve como carne
de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido".
Luis Cernuda
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