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781. Donde habite el olvido



  

"Nadie podrá ya evocar para el mundo
lo que en el mundo termina contigo"
Luis Cernuda. 



5 de noviembre de 1963

La habitación que ocupa en la segunda planta de la casa de Concha Méndez y Manuel Altolaguirre en la calle Tres Cruces de Cayoacán, carente de decoración, austera como el exilio de los perdedores, es similar a la celda de un monasterio. La cama aún está tibia. En la mesilla de noche “Novelas y cuentos” de Emilia Pardo Bazán.

Sobre el suelo, cubierto con un pijama y sobre éste un batín, yace inerte uno de los más grandes poetas españoles. Entre las manos una pipa y una cerilla que no llegaron a encenderse al amanecer.

Luis Cernuda muerto en el exilio. Un transterrado más que no pudo regresar a España, su vieja Patria, “un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto”. La Guerra y su implicación con la II República se han quedado en el sutil pliegue donde nunca habitó el olvido.

Han pasado cincuenta años. La desolación y su recuerdo, no solo perduran, crecen. El desterrado y solitario aliado de la soledad, esa atalaya desde la que observaba y entendía al mundo, ya lo dejó escrito: “Cuando en días venideros, libre el hombre del mundo primitivo a que hemos vuelto de tiniebla y horror, lleve el destino tu mano hacia el volumen donde yazcan olvidados mis versos, y lo abras, yo sé que sentirás mi voz llegarte".



María Torres
5 de noviembre de 2013



* * *



"Donde habite el olvido,

En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido".


Luis Cernuda









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