Campos de concentración y trabajo forzado en Andalucía (1936-1956) / RMHSA (CGT) |
En
suelo andaluz hubo 55 centros de reclusión para unas 100.000 personas que el
régimen franquista usó como mano de obra forzada y elemento económico
vertebrador. No eran campos de exterminio, salvo excepciones como el de Las
Arenas en Sevilla, donde falleció la mitad de los reclusos.
Los presos políticos trabajaron tanto en obra privada como pública, caso de El Colector en el barrio sevillano de Heliópolis, que será señalizado como homenaje a las víctimas con permiso de las entidades implicadas.
Los presos políticos trabajaron tanto en obra privada como pública, caso de El Colector en el barrio sevillano de Heliópolis, que será señalizado como homenaje a las víctimas con permiso de las entidades implicadas.
Juan Miguel
Baquero - eldiario.es - 06/12/2013
Al
apuntar el término 'campo de concentración', el imaginario colectivo aterriza
en los centros nazis de exterminio. Pero existe una parada preliminar: el uso
del esclavo como pilar fundacional y vertebrador del franquismo. En suelo
andaluz, unos 100.000 reclusos pasaron por alguno de los 55 recintos que
sortearon la aniquilación física del adversario, como finalidad única, para
convertirlos en mano de obra gratuita al servicio de empresas privadas e
instituciones públicas.
Caso,
paradigmático, del Ayuntamiento de Sevilla por los campos de concentración de
El Colector, ubicado en la barriada de Heliópolis, y el de Las Arenas, en la
cercana población de La Algaba. En el primero se tiró de trabajo forzado para
una obra pública, y será señalizado para honrar la memoria de aquellos esclavos
del franquismo. El segundo es una excepción: fue un centro de exterminio donde
murió la mitad de su población reclusa.
Un
sistema esclavista sin las cifras nazis
Las cifras en España quedan,
según las investigaciones realizadas, lejos del Holocausto provocado por la
Alemania nazi y sus fábricas
de la muerte. Aún así, el incipiente régimen franquista y la jerarquía
circundante acumuló –sin contar los batallones de soldados– medio millón de
personas en 180 campos de reclusión. Desde el mismo verano de 1936 se fundó un
sistema esclavista, perfeccionado hasta alcanzar su máxima expresión con la
creación del Patronato Nacional para la Redención de Penas por el Trabajo
(PRPT).
Bien o mal, aquellos enjutos
cuerpos apresados servirían incluso para obras faraónicas. Pero no sólo.
También llevaron a cabo arreglo de calles, construcción de viviendas, recogida
de cosechas o labores domésticas las mujeres, en situaciones no exentas de
acoso sexual. Era, apuntan historiadores como José María García Márquez, la
explotación planificada de los vencidos.
En estos campos de trabajo,
explica García Márquez, "no murieron muchos presos ni tampoco en los
batallones de trabajo, es más, murieron muy pocos". "La alimentación
evitó esas muertes masivas", una "gran mortalidad" –especifica–
que sí se dio en "prisiones, penales, cárceles y en campos de indigentes y
mendigos".
Como en Las Arenas. Allí se
recogían, cuenta, a "indigentes, mendigos, indocumentados o pobres, en
general, que retiraban de las calles de Sevilla". Unos 300 reclusos (en
1941 y 1942) a los que, "sencillamente, los fueron dejando morir de
hambre, uno tras otro sin que nadie moviera un dedo". La
"escalofriante" cifra de muertos: 144. Un "porcentaje
altísimo". Hoy, aquel edificio permanece aislado, en ruinas, cerca de un
polígono industrial con el mismo nombre.
El
campo de concentración de Heliópolis será señalizado
De El Colector, sin embargo,
no queda ni rastro. Más de 500 esclavos del franquismo construyeron el desagüe
municipal de Heliópolis desde unas instalaciones que ocuparon terrenos
propiedad de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y la
Autoridad Portuaria de Sevilla (APS), y están cedidos al Consistorio sevillano.
Prisioneros que hoy estarían a la sombra del puente del Quinto Centenario y
cerca de la dársena del Puerto Este.
Hace años, el movimiento
memorialista lanzó una petición –nace del grupo de trabajo de CGT-A– para
colocar "una inscripción junto a un pequeño monumento" y honrar a
aquellos "presos políticos". Un homenaje que, según fuentes consultadas
por eldiario.es/andalucia, ha recibido el visto bueno de Autoridad Portuaria y
Ayuntamiento de Sevilla y se materializará una vez finalicen las obras del
parque en construcción sobre el antiguo cauce del río Guadaíra.
¿Se construyó el régimen
franquista sobre la fuerza del trabajo esclavo? "Es indudable",
responde García Márquez. Partiendo del objetivo primario "de recluir a
todas las milicias republicanas en campos de prisioneros", desde donde
eran "clasificados", llegó al "uso masivo de trabajadores a unos
costes ínfimos". El sueldo eran 2 pesetas al día y el sistema carcelario
descontaba 1,5 en concepto de manutención y vestimenta.
Franco:
"no se encontraría régimen tan justo, católico y humano"
Francisco Franco decía en su
discurso ante el Consejo Nacional del Movimiento, año 1944: "Si se
visitasen los establecimientos penales de los distintos países y se comparasen
sus sistemas y los nuestros, puedo aseguraros sin temor a equivocarme que no se
encontraría régimen tan justo, católico y humano como el establecido desde
nuestro movimiento".
Para el investigador José
Luis Gutiérrez Molina, el franquismo tenía tres pilares fundamentales. Uno: el
ejército, que como "característica especial del fascismo español"
controlaba "todo, desde la justicia hasta la economía". Dos: la
corrupción, se trató de "un régimen absolutamente corrupto, desde la
altura hasta la base". Y tres: el trabajo esclavo, que beneficia "al
Estado franquista y a empresas privadas", convirtiéndose en "elemento
vertebrador".
En Andalucía, se dan los primeros
campos de concentración y trabajo forzado en zonas donde ya no hay operaciones
militares. Hubo trece instalaciones en Granada, once en Córdoba y Sevilla, ocho
en Jaén, cuatro en Cádiz y Málaga, tres en Huelva y uno en Almería. Alguno,
como el de Los Merinales, con diferentes usos hasta 1956, dos décadas después
de iniciada la guerra civil.
Una "empresa", en
suma, con fundamento económico y de reeducación mental, al servicio "de lo
público y lo privado" y, en palabras de Gutiérrez Molina, muy presente en
la "primera orientación autárquica del régimen franquista", un
proyecto "concentracionario" –aunque alejado de la "política de
exterminio" presente en la denominada por Francisco Espinosa "matanza
fundacional"–, sin el que el franquismo "no sería comprensible".
Como dice un personaje en la obra Por
el río abajo de Alfonso
Grosso y Armando López Salinas: "¡Así aprenderán los rojillos a no insultar a los señores!".
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