María Juana Moliner Ruiz Paniza, Zaragoza, 30 de marzo de 1900 - Madrid, 22 de enero de 1881 |
Por Orden de 13 de junio de
1939 el Ministerio de Educación Nacional dispone que causen baja
definitiva en el escalafón del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios
y Arqueólogos los siguientes señores: Tomás Navarro Tomás,
Ignacio Mantecón, Andrés Herrera, Teresa Andrés, Fernando Soldevilla y
Juan Vicéns. En las siguientes semanas y meses otros más les
acompañarán: José Moreno Villa, José María Giner Pantoja,
Concepción Muedra, Luisa y Ernestina González Rodríguez (mujer y cuñada
de Juan Vicéns), María Victoria González Mateos, Josefa Callao, Ramón
Iglesias, María de la Concepción Zulueta Cebrián, Ricardo Martínez Llorente,
Nicéforo Cocho ... Lo mismo sucede en el Cuerpo Auxiliar, en las personas
de Carmen Caamaño, Enrique Parés, Carlos Rodríguez, Ángeles Tobío,
Eloy Gómez, Eduardo Borrego ...
El juez instructor de
depuración de funcionarios sigue elaborando listas, Se complace en proponer
la readmisión de aquellos funcionarios que sufrieron persecuciones,
miserias y cesantías por su ideario armónico con el que inspira al
Glorioso Movimiento Nacional (2 de agosto); el reingreso sin sanción
de los funcionarios facultativos jubilados por "el
Gobierno rojo" , "el gobierno soviético" (2
de agosto); el reingreso, sin sanción, de cuatro funcionarios
facultativos y, además, curas (2 de agosto); de reingreso al servicio sin
sanción de funcionarios facultativos con vicisitudes semejantes (ejemplo:
María África Ibarra Oroz, "calificada de desafecta y catequista
por los rojos"; Eugenio Moreno Ayora, "indiferente, también en concepto
rojo; se limitó a cumplir sus deberes profesionales") (5 de agosto);
más reingreso sin sanción alguna (7 de agosto).
En total, 90
funcionarios del conservador Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios
y Arqueólogos fueron admitidos sin imposición de sanción. Para otros se
iniciaba un calvario.
El juez depurador
El juez depurador
Miguel Gómez del
Campillo (Madrid, 1875-1962), doctor en Filosofía y Letras, inspector
general de archivos, nombrado director del Archivo Histórico Nacional
al concluir la guerra, fue el juez instructor de Depuración del
Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos entre 1939
y 1943. En 1945 es elegido académico numerario de la Real Academia de la
Historia.
Las normas para la
depuración de funcionarios se recogen en la Ley de 10 de febrero de 1939
(también llamada de Responsabilidades Políticas). Desde el momento de la
victoria fascista el mecanismo de depuración se pone en marcha: declaración
jurada de cada uno de los funcionarios, informes de comisaría (el
comisario jefe de Valencia, junio 1939, señala respecto a María Moliner: "se ha
manifestado durante este periodo como roja rabiosa, pero nadie ha
podido manifestar haya cometido ningún acto censurable, ni denunciado a
nadie"), declaraciones juradas de otros funcionarios sobre la
conducta del funcionario investigado en el periodo de guerra,
declaraciones presentadas en su defensa ... El 13 de noviembre de 1939
el juez-instructor de depuración de funcionarios, Gómez del Campillo,
remite un escrito al Director General de Archivos y Bibliotecas,
referente a María Moliner: "Jefe de la Biblioteca Universitaria de Valencia,
presidenta o directora de la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros
en esa ciudad establecida,
Delegada del Consejo Central de Archivos y de la Dirección de Bellas
Artes, encargada de cursillos para la preparación de
bibliotecarios: todos estos cargos y funciones se acumulan en la persona
de doña María Moliner y Ruiz, jefe del Archivo de la Delegación
de Hacienda de Valencia, durante el Gobierno comunista, hasta que por la
subida de la C.N.T. es desposeída de todos ellos.
"Tal absorción de
cargos confirma los dichos de muchos testigos que la consideran
izquierdista y afecta al régimen rojo y persona de confianza de la máxima
dirigente Teresa Andrés; ¿y cómo si no hubiera sido titular de tan numerosos
cargos?
"No faltan, sin
embargo, declaraciones de personas fidedignas que atestiguan buena
conducta profesional y excelentes procederes con los compañeros,
pero todo ello podrá servir para graduar la sanción que proceda si v.I.
acepta la propuesta que tengo el honor de formular de inclusión de la
señora Moliner en el apartado b) del artículo 5° de la Ley de 10
de febrero de 1939 para el expediente formal, con aplicación de las
disposiciones vigentes respecto al percibo de haberes.
"Por último,
habida cuenta de lo dispuesto en artº 8° de la mencionada Ley, este funcionario podrá desempeñar
su destino en el Archivo de Hacienda de Valencia si el Excmo. señor
ministro acepta esta sugerencia".
El 1 de diciembre se
hace entrega a María Moliner del pliego de cargos acumulados contra ella.
Dispone de ocho días para contestar. El 5 de diciembre presenta su
contestación, en seis páginas.
Una defensa
Una defensa
En su contestación y,
en concreto respecto a su actuación en la Oficina de Adquisiciones de Libros
escribe: "Al trasladarse el Ministerio de Instrucción Publica a Valencia,
es lo más probable, que si yo hubiera estado en mi Archivo, nadie se hubiera
acordado de mi para nada; y es seguro que, por mi iniciativa, no se hubiera
quebrado ese olvido, pues estoy libre, y los que me conocen creo que lo
atestiguaran, del `prurito de figurar. Pero el Ministerio se estableció
precisamente en la Universidad, y parte de sus oficinas en la misma biblioteca,
de modo que no era fácil que yo, como directora de ella, pasase desapercibida
para las personas que entonces se ocupaban de cuestiones de bibliotecas.
En efecto, al constituirse el Consejo de Archivos, Bibliotecas, etcétera,
yo fui propuesta para secretaria de la subsección de bibliotecas
infantiles de la Sección de Bibliotecas. Dicho Consejo no celebró más que
unas cuantas sesiones, al constituirse, exclusivamente dedicadas a
cuestiones del Tesoro Artístico, y, como después se acordó que el
consejo permanente lo formarían sólo los presidentes y secretarios de
Sección, mi participación en dicho Consejo fue nula. Sin embargo, fue ocasión
para que, al no acceder el señor Pérez Búa a trasladarse a Valencia
para ponerse al frente de la Junta para Adquisición de Libros, el
presidente [Tomás Navarro Tomás] y la secretaria [Teresa Andrés] de la
Sección de Bibliotecas me expresasen la necesidad de que yo me pusiese al
frente de esa Oficina. Aduje entonces, para que me relevasen de
esa obligación, la única razón que podía aducir, y que era, además,
efectiva, diciendo quenoquería de ningún modo ocupar un cargo en el
que no fuera fácil sustituirme, pues, antes que funcionaria, era madre,
y las obligaciones de mi casa, cada vez más absorbentes por las
circunstancias, podrían hacer que, en un momento dado, yo lo abandonase
todo para dedicarme exclusivamente a ellas. Se me arguyó en forma
convincente, y, por segunda vez, admití una carga que, ni deseaba, ni encontré
razones bastantes para eludir. Si alguiendice que, sin embargo, en mi
cargo trabajé con gusto y con ilusión, no podré desmentirle. Pero no
deberá extrañar esto a nadie que conozca mi afición por
las cuestiones de bibliotecas, y que esté al tanto de los esfuerzos
que desde mucho antes de la guerra venía realizando para conseguir
que nuestra Junta se diese cuenta que yo podía hacer algo más
que regir mi archivo de hacienda, y se decidiese a aprovechar mi
actividad en algo más en consonancia con mis aficiones".
Teresa Andrés, la muy roja
Teresa Andrés, la muy roja
La lectura de los
expedientes de depuración de los funcionarios del Cuerpo
de Bibliotecarios muestra con claridad quiénes son las bestias negras
(más bien rojas) de las autoridades del nuevo régimen: Juan Vicéns,
Navarro Tomás, Teresa Andrés ... Todos ellos ya en el exilio.
Teresa Andrés, primer
puesto en el concurso de acceso al Cuerpo Facultativo de Archiveros,
Bibliotecarios y Arqueólogos de 1931, finaliza la guerra con 32 años. Uno
de los cargos contra María Moliner es ser persona de confianza para Teresa
Andrés. Así lo han declarado algunos bibliotecarios: "En unión de los
funcionarios T. Navarro Tomás, J. Giner Pantoja, Teresa Andrés Zamora, R.
Martínez Llorente, intervino en todo lo relativo a reorganización del Cuerpo
de Archiveros B.A. y creación de nuevas bibliotecas. (...) Fue la
persona de confianza de Teresa Andrés" (Rafael Raga, de la Biblioteca
Popular de Valencia). "Mereció absoluta confianza mientras fue
dirigido el Cuerpo por Teresa Andrés, por eso desde que dejó de
actuar ésta en el Ministerio por haber sido nombrado un ministro de la
C.N.T. se le quitaron a María Moliner todos los cargos" (Amadeo Tortajada,
facultativo). "La tiene por izquierdista y del grupo de Teresa Andrés"
(Pedro Longás, presbítero y bibliotecario de la Nacional). "Ha sido
del Tribunal para las oposiciones de los cursillos de Auxiliares de
Bibliotecas (con Teresa Andrés y María Muñoz, rojas y huidas), en tiempo
rojo 1938" (Florentino Zamora). "Hubo una denuncia, rumor
o algo parecido, que llegó a Teresa Andrés, entonces delegada del
Ministro en Valencia, sobre reuniones y charlas facciosas de catedráticos
verificadas en la biblioteca. Indudablemente, gracias a la intervención
de María, se evitaron desagradables consecuencias" (María Isabel
Niño). "Por lo que respecta a doña María Moliner, su actuación en
Valencia fue como la del señor García Soriano en Orihuela, afecta al régimen
rojo, y gozaba de la absoluta confianza de Teresa Andrés" (Pilar
Oliveros). "Durante la guerra, aparte de los cargos que le
confiaron por la confianza que les merecía su persona (era la informadora
de Teresa Andrés y compañía, cuando querían conocer antecedentes de
alguno de los compañeros de Valencia) su gestión fue francamente la
que corresponde a una persona que desea ver triunfantes los principios
defendidos por el Gobierno del Frente Popular" (Miguel
Bordonau).
En su contestación al
cargo de "persona de confianza para los rojos y especialmente para Teresa
Andrés" María Moliner señala: "Es de suponer que 'los rojos'
quiere decir el gobierno rojo. He de decir que, ni directa ni
indirectamente, tuve jamás la menor relación con ninguna persona de
autoridad dentro del gobierno rojo o en alguno de los organismos adjuntos,
más que con las de la Sección de Bibliotecas, concretamente, con su
presidente señor Navarro Tomás, y su secretaria doña Teresa Andrés. Y
constituyó para mí una ventaja que hizo seguramente posible mi
permanencia en la Oficina el que esta última señora fuera siempre la
intermediaria para todos los asuntos entre la Oficina y el
Ministerio, de tal modo que yo nunca tuve que relacionarme para nada
absolutamente con éste. En cuanto a la confianza de la misma doña
Teresa Andrés, ya he explicado en la contestación al cargo 1 o que era
exclusivamente profesional, y, si bien en este terreno amplísima, hasta el
punto de que estoy convencida de que ella se colocó conscientemente
entre el Ministerio y yo para evitarme dificultades de orden político, y
hasta el punto, también, de que, altrasladarse el Ministerio a Barcelona
la única dependencia que quedó en Valencia, aparte de alguna sección
del Centro de Estudios Históricos, fue la Oficina de Adquisición de
Libros, por haber expresado yo que no estaba dispuesta a salir de
Valencia de ninguna manera, esa confianza no trascendió nunca a otros
aspectos, pues yo no con ocia a dicha señora antes de que viniera a Valencia,
y nuestras relaciones, estrictamente dedicadas a las cuestiones de
bibliotecas, quedaron totalmente cortadas al dejar de ser ella secretaria
de la Sección de Bibliotecas".
La sanción
La sanción
El 23 de enero de 1940
el Boletín Oficial del Estado publica la sanción impuesta a María
Moliner: "Postergación durante tres años e inhabilitación para el
desempeño de puestos de mando o de confianza". Postergación implica
pérdida de puestos en la categoría o escalafón. Probablemente el juez
instructor atendió la sugerencia presentada por José María ¡barra, el
nuevo director de la Biblioteca Universitaria y Provincial de Valencia, en su
declaración: "Estimo que se podrá adaptar a lo que la nueva España
necesita, pero mientras esto no se demuestre plenamente, sería preferible
continuase en cargos como el que ocupa, de Archivo de Hacienda, donde
su ideología no tiene trascendencia, y puede evolucionar en buen
sentido".
Autores: Ramón
Salaberria Lizarazu y Blanca Calvo Alonso-Cortés.
Fuente: GREDOS
Universidad de Salamanca
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