"Yo defiendo a la
República
y a los revolucionarios:
¡Abajo la monarquíal!
Salid conmigo a los campos.
¡Dadme un fusil o un revólver,
una espada o un caballo!
Quiero ser la Coronela
de todos los sublevados."
Rafael Alberti, "Fermín Galán" (1931)
Rafael Alberti, "Fermín Galán" (1931)
María Torres / 25 Abril 2014
El 7 de septiembre de 1988 una caja de reducidas dimensiones llegaba al aeropuerto del Prat de Barcelona
procedente de Montevideo. Intencionadamente, su contenido no había sido declarado ante las autoridades aduaneras y el
hecho, a pesar de ser ilegal, pasó desapercibido, ya que la cajita de asas metálicas viajaba junto
al Presidente de la Generalitat.
Dentro de la caja se encontraban los restos de Margarita
Xirgu, que regresaba a su tierra natal casi cincuenta años después de haber
sido desterrada a perpetuidad por el Tribunal de Responsabilidades Políticas de
la dictadura franquista.
La que sin duda fue la mejor actriz trágica del siglo
XX salió de España desde el puerto de Santander con destino a La Habana el 31
de enero de 1936 a bordo del Orinoco
para participar en una gira teatral en Latinoamérica. Jamás regresó, pasando a
engrosar la interminable lista de los exiliados que dejó victoria de los
sublevados.
Tras la derrota republicana, el
Juzgado Civil Especial del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de
Barcelona inició la instrucción del expediente 1044 contra Margarita Xirgu
Subirá. La acusación no tiene desperdicio: "Ser
persona de izquierda, figurando afiliada en Izquierda Republicana. En octubre
de 1934 Tuvo oculto en apoyo casa a Manuel Azaña, del que era íntima amiga, así
como de Marcelino Domingo [Ministro de Instrucción Pública]. Le cogió el
Movimiento Nacional en el Extranjero, no Habiendo regresado a apoyo patria,
dedicándose a realizar propaganda roja en festivales, representaciones
teatrales y gira. Protege a los Elementos marxistas en una finca que ha
adquirido en Chile ". En julio de 1941 se dictó sentencia imponiendo a
la actriz a perpetuidad la incautación de todos sus bienes, la inhabilitación
para cualquier cargo y el destierro, además de multa de diez mil pesetas. Así
castigaba la justicia franquista a los perdedores, sin importar si estaban en
España o en el exilio, vivos o muertos. Había que ajustar cuentas.
El nombre de Margarita
Xirgu se hizo desaparecer de cualquier sitio a excepción del papel de los
tribunales franquistas. La sentencia llegó
a conocimiento de la actriz a través de la prensa varios meses después. Interpuso
recurso al Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Barcelona y el 25
de febrero de 1952, la Comisión Liquidadora de Responsabilidades Políticas de
Madrid dictó una nueva sentencia que revocaba la anterior, reconociendo
únicamente como sancionable el hecho de "haber permanecido en el
Extranjero el 18 de julio de 1936, sin reintegrarse al territorio nacional en
un Plazo máximo de dos meses comprendido en el apartadas del artículo 4º de la Ley de 9 de febrero de 1939 y que merece la calificación de leve, dado el
sexo de la inculpada". La multa se
redujo a dos mil pesetas y hubo de esperar doce años para que la devolvieran los
bienes incautados.
En 1949 se hicieron
intentos para su regreso a España, pero la memoria rencorosa de los vencedores
y concretamente de César González Ruano no lo
hicieron posible.
Margarita
nunca estuvo afiliada a ERC, pero era republicana por convicción. El 15 de abril de 1931 escribe a su hermano
Miguel: "Ya Tenemos República. ¿Sabrán los hombres
defenderla?". La mujer que recibió de manos de Manuel Azaña la
encomienda de la Orden de la República en 1932 quiso interrumpir su gira y
regresar a España en febrero de 1937, pero el Consejo Central de Teatro,
presidido por José Renau, aconsejó que continuara su campaña teatral: "Nos
parece útil señalarle con qué placer la veríamos actuando entre nosotros: pero
el Consejo entiende que su incorporación a las actividades teatrales de nuestro
país, por importante que sea, no lo es tanto como la labor artística y política
que puede desarrollar en Sudamérica. Sus éxitos tienen, por su valor artístico,
además de su importancia intrínseca, la extraordinaria de ser usted a manera de
representante de la España que lucha por su integridad". Ella acató la
decisión, pero tuvo que lidiar con la irritación que causaba su presencia en
los sectores más conservadores de América del Sur y contra la campaña que se
desató en su contra. En cierta ocasión fue interrogada por la policía de
Buenos Aires y a la pregunta de "si es partidaria del gobierno comunista
de Valencia que preside el general Azaña", ella responde: "El señor Azaña no preside ningún
gobierno. Es el jefe del Estado, el
presidente de la República y no es general porque en mi país no es necesario
ser general para presidir la República. En fin, para que estén
ustedes tranquilos, les diré que Margarita Xirgu es muy poco, pero que lo poco
que es, está siempre al servicio del mejor; ahora con el gobierno de la
República, porque representa dignamente al pueblo. Y nada más".
Su compromiso con la
República y con Cataluña, no sufrió ninguna fisura durante la Guerra y sus
largos años de exilio. No dudó en firmar el manifiesto de adhesión al gobierno
español en 1938, participó en todas las campañas de solidaridad a favor del
pueblo español y en 1959, aceptó ostentar la representación del gobierno
catalán en la República Oriental de Uruguay por disposición de Josep
Tarradellas, presidente de la Generalitat de Catalunya en el exilio.
Desarraigada de su tierra, nunca pensó que la muerte la encontraría fuera
de ésta, el 25 de abril de 1969.
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