A Lina Odena
Ni un terror en sus ojos
ni un temblor en su cuerpo.
Ante la muerte, tranquila,
tranquila y seria ante el misterio.
Bala tras bala volcó su pistola
sobre el fascismo siniestro.
Sólo una bala dejó en la pistola
para su pecho.
¡Ay, Lina Odena, tan tierna, tan niña,
y ya compañera del pueblo!
Porque eras espiga en el campo,
porque eras suspiro en el viento,
porque eras espuma en el mar
y rayo de luz en el cielo
¡ay, Lina Odena, se quejan y lloran
la tierra y el agua y el aire y el fuego!
Lina Odena, tan tierna, tan niña,
¡y ya compañera del pueblo!
Pedro Garfías
“Héroes del Sur. (Poesías de la Guerra)”
Editorial Nuestro Pueblo, Madrid-Barcelona 1938, pág. 19.
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