Interrogado por el redactor diplomático de la Agencia "Internacional News Service". M. Elie Vaissi, acerca de la decisión del Congreso americano sobre el préstamo a la España franquista, el presidente Aguirre hizo en 1950 las siguientes declaraciones:
"Por Aplastante mayoría, la Asamblea de Estrasburgo ha expresado su deseo de que España integre la organización europea cuando sus representantes nazcan de elecciones libres y de acuerdo con un régimen constitucional. Al mismo tiempo ha adoptado otro transcendental acuerdo al permitir, en el futuro, tomar parte en sus trabajos como observadores y colaborar en ellos a los representantes exilados de países dictatoriales, citando concretamente a España y a los pueblos de la cortina de hierro. Así estará representada toda Europa, la Europa que desea y aspira a la libertad.
“La trascendencia de estos acuerdos, radica en que consagran un principio universal, a saber, que la libertad solo puede ser dignamente defendida por hombres y pueblos libres. Los acuerdos de Estrasburgo son la respuesta terminante de Europa al reciente acuerdo del Congreso americano otorgando 62,5 millones de dólares al dictador Franco. Si la guerra contra el totalitarismo soviético ha de tener lugar un día en defensa de la libertad de Europa, la advertencia de Estrasburgo pone de manifiesto cuan absurda y peligrosa es la actitud de loa senadores y diputados americanos.
"El préstamo a Franco, por su propia mezquindad, no soluciona nada. En cambio, ha roto con la norma moral y ha puesto ante el mundo en entredicho las Intenciones del congrego americano, despreciando los principios sin los cuales América pierde toda su autoridad, únicos por Ios cuales los pueblos lucharon con ardor.
"Se ha repetido muchas veces por los defensores de la ayuda a Franco que éste es el único modo de hacer evolucionar al régimen de la dictadura a la, democracia. Aun admitiendo la sinceridad de esta opinión, extraña que no se ponga ninguna condición a esa ayuda. En Estrasburgo han expresado el deseo de ver a España representada, pero una vez que esta representación responda a la voluntad popular. Lo contrario sería admitir en la Asamblea de Europa las sombras de Hitler y de Mussolini, con gran alegría de Stalin. Todavía hay en los escaños de Estrasburgo representantes europeos que recuerdan que los submarinos alemanes atacaron a las naves de la libertad desde sus bases de aprovisionamiento de Baleares y Vigo. Si de ello dudan los senadores y diputados americanos, que se lo pregunten a los Servicios de Inteligencia y al Departamento de Estado de Estados Unidos.
"La glorificación del régimen totalitario de partido único, de prensa única y de sindicato único, vigente en España, no ha concluido aún. Ha correspondido a la República Dominicana, “modelo de democracia”, presentar ante las Naciones Unidas una propuesta pidiendo la revocación de la resolución de 1946, condenatoria del régimen de Franco. No cabe ya desafío más insolente a todo principio democrático, ni burla más sangrienta para los que murieron por la libertad en dos guerras y para los que siguen cayendo en Corea para restaurar la decencia en las relaciones entre los pueblos.
"Se dice en determinadas esferas políticas y diplomáticas que el caso de España hay que sacarlo de la U. N., dejando que se resuelva como corresponde, en el marco de a Europa occidental. Para sacarlo de la U. N. —afirman— conviene concluir con "el caso español", presente en todas las Agendas, y nada mejor para ello que aprovechar las relaciones normales con el envío de embajadores y admitir a la España de Franco en dos o tres Agencias técnicas. El error está en que de esta forma harán permanente el caso español, porque los amigos del dictador pedirán su inclusión, con la discusión consiguiente, en todas y cada una de las numerosas agencias especializadas de las Naciones Unidas. Esta discusión la desean Franco y Stalin para sus fines particulares. El dictador español porque necesita de victorias morales para sobrevivir, y el dictador ruso porque aprovechará esta ocasión, por sí o por sus satélites, para acusar a las democracias y más particularmente a América, de insinceridad y defección a los ideales democráticos. Contra toda esta confusión ha reaccionado Europa en Estrasburgo, de acuerdo con el buen sentido del presidente Truman y del secretario Acheson, que no ha sido seguido por el Congreso americano, preocupado por intereses más locales que nada tienen que ver con otros de carácter más grave y universal”.
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