El 2 de junio de 1961, Ernesto Guevara preside un acto en el Centro
Gallego de La Habana para homenajear la presencia del
general Enrique Líster en Cuba. En su discurso habla de la Guerra de España: "Ese ejército se alzó en el año 1936, y a pesar de toda la heroicidad del pueblo, de esa heroicidad que nos llenó, incluso, de un orgullo subconsciente de pertenecer a la misma raza, y ser descendientes, más o menos, directos, de aquellos españoles, a pesar de esa lucha, el poder del pueblo sucumbió".
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Discurso de Ernesto Guevara en el acto de homenaje al general Líster. La Habana, 2 de junio de 1961.
Queridos compañeros:
Tengo hoy el honor, en nombre del pueblo de Cuba, de saludar una
vez más, durante su estancia entre nosotros, al general Líster.
(Aplausos.) Y tengo la fácil misión de presentarlo ante ustedes, pues todos lo conocen desde
hace muchos años, y el mundo entero conoció su nombre cuando España escribió
una de sus páginas más heroicas y desgraciadas, durante los tres largos
años de la guerra civil
contra los poderes fascistas.
Al llegar aquí, en este momento, el general Líster, no deja de
crearse un paralelo simbólico, pues Cuba hoy, como España en aquellos nefastos días,
es la avanzada del mundo progresista luchando contra la ofensiva de la bestia
imperialista. Aquella batalla se perdió. A pesar del heroísmo del pueblo español, a
pesar de la ayuda que pudieran darle los otros pueblos del mundo, y la única potencia
socialista que existía en aquella época, la causa del pueblo, sin una vigorosa
conducción unificada, carcomida incluso, a veces, por disensiones internas,
fue minándose, con la ayuda también de las potencias occidentales, que la cercaron,
para caer derrotada definitivamente, y pasarse a la guerra mundial.
Se sabía lo que era España en aquel momento: fue un reducto y
fue un campo de prueba, donde se empezaron a probar las armas de la potencia más
fuerte de aquella época, que era la Alemania nazi. Allí probaron sus bombarderos
en picada; allí probaron sus nuevos tipos de tanques; allí probaron y
empezaron a trabajar sobre su famosa «Blitzkrieg»; y, allí también probaron los
bombardeos en masa, de los cuales Guernica es un crudo ejemplo.
Era otra época de la historia del mundo, que ha caminado muy
rápido estos últimos años. Había un solo país socialista, y había que eliminarlo. Las potencias imperialistas eran varias y fuertes, y se aprestaban a luchar
entre sí por el botín del mundo entero, pero todas coincidían en que había que derrotar a
la Unión Soviética.
La batalla de España fue el preludio de las
gigantescas batallas que librarían dos años después de terminada la guerra española.
Hitler y Mussolini, de un lado, pero también los aliados occidentales, del otro,
estaban preparándose a su manera, para festejar la caída del único poder popular.
España era una avanzada que iba por el camino del poder popular.
Allí, efectivamente, el pueblo había ganado el poder en elecciones
libres, y se aprestaba a realizar las reformas necesarias para conquistar la felicidad.
Pero se habíanolvidado del ejército, se habían olvidado que había un ejército,
representante de una clase vencida en unas elecciones, pero no aniquilada, y que
estaba expectante.
Ese ejército se alzó en el año 1936, y a pesar de toda la
heroicidad del pueblo, de esa heroicidad que nos llenó, incluso, de un orgullo
subconsciente de pertenecer a la misma raza, y ser descendientes, más o menos, directos, de
aquellos españoles, a pesar de esa lucha, el poder del pueblo sucumbió.
Hoy está aquí Cuba, mucho más cerca del poderío principal del
imperialismo, y también ha surgido con la voluntad imperiosa de su pueblo. Por
eso, Cuba es hoy uno de los puntales y una de las vanguardias de la lucha
antimperialista; y por eso, el cerco imperialista, y la lucha imperialista, se ceban
constantemente sobre la Isla; por eso, nos atacan todos los días. Es peligroso para ellos que,
en el centro de su traspatio imperial puedan ver los países hermanos de América lo
que puede hacer un pueblo cuando llega al Poder. Por eso tratan de eliminarnos
una y otra vez.
Pero la historia ha avanzado, y la experiencia recogida por los
pueblos en su dura lucha, sirve de algo. España allá, Guatemala aquí en América,
nos enseñaron la verdad fundamental de que ningún poder del pueblo puede estar
asentado sino sobre la base de un propio ejército popular, que defiende hasta
la muerte sus conquistas, y no un ejército profesional de casta y de clase,
que se convierta en la «quinta columna» necesaria para destruir ese poder
popular.
Nosotros derrotamos al ejército en las primeras luchas, llegamos
al poder en lucha frontal con él, y lo eliminamos totalmente como cuerpo, lo
reemplazamos absolutamente, y proclamamos ante el mundo, como una de las
conquistas de la Revolución cubana... (aplausos), la demostración palpable de que
un pueblo se puede alzar contra un ejército, aun cuando no tenga armas; ir
derrotándolo en batallas sucesivas; arrancarle las armas; convertirse en más
fuerte que ese ejército opresor; derrotarlo; tomar el Poder; y después, liquidarlo
totalmente. Sin esa liquidación, no está completa la toma del Poder.
Así hemos llegado a este año 1961, donde no estamos ni remotamente
solos.
También, como en la época de España, también como en la época de
Líster, el nombre de Cuba recorre el mundo entero, y la solidaridad de los
pueblos del mundo se acerca a esta pequeña isla antillana. También, como en
aquella época, sirve este nombre de hoy para unir a todas las fuerzas amantes del
progreso, y oponerse a todas las fuerzas que luchan por el oscurantismo.
Pero la solidaridad de hoy, no es la indefensa solidaridad que
los pueblos del mundo dieron a la España republicana, no es solamente la de los
millares y millares de hombres que fueron a buscar un fusil y a poner su
pecho, desde todas partes del mundo, para morir junto a los españoles defendiendo
una causa mundial. Hoy tenemos algo más efectivo, porque el mundo ha
caminado. Hoy nosotros, campeones de la paz, a quienes el Gobierno de la Unión
Soviética ha entregado, a su Primer Ministro, o un grupo de hombres de
ciencias y de artistas de la Unión Soviética, mejor dicho, han entregado, a su Primer
Ministro, el «Premio Lenin de la Paz» (aplausos), como expresión de la verdadera
lucha por la paz, de lo que realmente es la paz.
La paz de los hombres, que la desean con toda su fuerza, que
están dispuestos a aprovecharla al máximo para la felicidad de su pueblo, pero que
saben que no se pueden poner de rodillas para conquistarla; que saben que la paz
se conquista con golpes de audacia, de valor, de tesón inquebrantable, y que así
se defiende, y que la paz no es una condición estática, sino que es algo dinámico en
el mundo, y que cuanto más fuerte, unido y beligerante, sea un pueblo, más
fácilmente puede mantener la paz anhelada.
Y a este pueblo amante de la paz, constantemente sometido a los
ataques del imperialismo, ya sea por mercenarios, por bombardeos, por
bloqueos de todo tipo, en esta época, en el año 1961, en su puesto de vanguardia en la
lucha antimperialista, no lo apoya solamente la solidaridad de los
indefensos del mundo, y no lo apoya solamente la inmensa mayoría de los hombres de
buena voluntad.
La solidaridad de hoy es una solidaridad atómica, es una
solidaridad beligerante, donde se ha advertido claramente que Cuba tiene su derecho a
vivir en el mundo en paz con todos, como su pueblo ordene a su Gobierno que sea esa
vida, y que hay gobiernos del mundo dispuestos a usar toda su fuerza, todos sus
medios de destrucción, para ayudar a Cuba a que cumpla con ese deber y ese
derecho de los pueblos a vivir en paz y de construir su felicidad futura en
paz. (Aplausos.)
España pedía la paz en aquella época para iniciar la verdadera
reconstrucción, para salir de un feudalismo que la hizo caer, desde ser la primera
potencia europea y la primera potencia del mundo, a un país de segundo orden.
Luchaban los patriotas españoles entonces por cambiar la faz del
país, por hacerlo en paz, por derrotar a todas las fuerzas del mal, las mismas
fuerzas que existieron aquí, y convertir a España en el paraíso terrenal en que todos
soñamos que se va a convertir nuestro país. Pero no pudo ser. En aquella época, las
fuerzas imperialistas eran demasiado fuertes. De nada valió que hubiera no un Líster,
sino miles y miles de millones de Líster, y que hubiera dos millones de muertos
para salvar el derecho al bienestar y a la felicidad.
Aquella vez los tanques, los aviones y los soldados armados,
fueron más fuertes que el pueblo indefenso.
Cada vez que nosotros tenemos un momento de debilidad, cada vez
que tenemos un momento de duda, volvemos nuestros ojos al pasado y recogemos
esos dos grandes ejemplos de nuestra vida moderna, que nos sirven para corregir
errores y para fortalecer nuestro espíritu. Nos acordamos de la España
Republicana allá, y nos acordamos de Guatemala aquí; corregimos errores y aprendemos a
luchar contra el imperio, y avanzamos así, tan rápidamente como ustedes saben,
hasta poder proclamar, al Primero de Mayo, a esta Revolución, como la primer Revolución socialista de América. (Grandes aplausos.)
Ha sido un largo camino, en términos de historia, recorrido en
un corto lapso, en menos de dos años y medio.
Pero hemos podido recorrer ese camino tan rápidamente, y hemos
podido mostrar hoy la certeza de nuestra victoria final, nuestra fuerza
invulnerable, nuestra capacidad de resistencia y de construir un futuro mucho mejor, a
un ritmo muy acelerado, porque existieron quienes murieron durante muchos
años en todo el mundo para que la verdad de hoy, de Cuba, fuera posible. Porque
hace, no años, sino siglos, el hombre viene luchando por la idea sagrada de
eliminar la explotación del hombre por el hombre.
Y cuando solamente existía la Unión Soviética, cuando estaba
cercada por la reunión de todas las fuerzas imperialistas del mundo, y atacada
por todas sus fronteras, fue la solidaridad de los obreros del mundo entero la
que contribuyó a salvarla del ataque, junto con la fuerza que allá había
adquirido el nuevo Estado del pueblo.
Y así, la historia del sacrificio de los obreros y campesinos es
inmensa, y no la podrían narrar tomos y tomos de historia. Pero gracias a toda
aquella lucha, gracias al sacrificio del pueblo español, gracias a que allí se ganó un
tiempo precioso, podemos afirmar que hoy estamos aquí mostrando ante el
mundo nuestra Revolución.
La batalla de España fue sí una guerra, una guerra civil, una
guerra muy dura, pero fue también una batalla. Parte de la guerra enorme que el
imperialismo llevaba contra las fuerzas progresistas, y aunque esa batalla se
perdiera en ese momento allí, sirvió para ganar tiempo, que era algo precioso en aquel
momento.
La historia dirá cuánto valió exactamente ese tiempo, cuánto le
debe el mundo al sacrificio de los españoles que lucharon, casi sin armas, contra
la barbarie fascista.
Pero aun sin poder valorarla exactamente, todos sabemos que el
valor de ese sacrificio fue enorme, y, ciertamente, que parte de los bellos
resultados de hoy se deben a aquella lucha heroica de tres años.
Por eso nosotros podemos recibir a Líster como algo nuestro.
(Aplausos.) No solamente porque es español, y ya ser español es ser algo
nuestro, sino también porque luchó, y luchó en la forma en que lo hizo, en aquella
guerra que también es nuestra; aquella guerra que se une directamente con la gesta de
nuestros mambises y con los treinta años de nuestra lucha por la
emancipación de Cuba,
dentro de una gran cadena, que es la cadena de las luchas
populares contra los poderes imperialistas.
Uno de nuestros antecesores es el pueblo español luchando
durante tres años, como lo es Sandino en América, como lo fue Guatemala. No importa
que su ejemplo no sea el ejemplo brillante del triunfo, pero siempre fue el
ejemplo heroico del sacrificio, y siempre nos mostraron, aún en la derrota, el
ejemplo necesario para corregir errores y para ir avanzando.
Hoy los pueblos del mundo que ya han visto llegar su libertad,
son muchos, y cada día nuevos pueblos se unen a la lista. Pero entre todos esos
pueblos, desgraciadamente, no está España. El pueblo de España todavía
está sin recobrarse de aquella lucha feroz de hace más de veinte años.
Nosotros hemos escuchado aquí al compañero Líster, cuando
hablaba de las nuevas condiciones de España, cuando refería las luchas
pacíficas del pueblo español y cómo, poco a poco, se está ganando una recia batalla
en los momentos actuales, y cómo hay esperanzas de recuperar para el mundo ese
pedazo de Europa que hoy está dominado por el feudalismo y por el
oscurantismo.
Todos nuestros deseos, los míos propios, los del pueblo entero
de Cuba, son que sea así. Que sea una rápida realidad y que pueda el pueblo
español, pacíficamente, mediante las demostraciones de fuerza de sus grandes masas de
obreros y de campesinos, darse el gobierno que crean mejor.
Pero si no fuera así, si los poderes reaccionarios no vieran el
camino inexorable de la historia, y no fueran capaces de comprender que aquella hora
de la historia del mundo en que el hombre era el lobo del hombre está próxima a
desaparecer, si no comprendieron eso, si el pueblo tuviera que volver a llenarse de
dolor, de humillación hasta los dientes, empuñar de nuevo las armas y
recuperar lo que es suyo en la forma que mejor la pareciera, podíamos decirle al
compañero Líster, al gran luchador de aquella época, parafraseando los versos de
Antonio Machado:
«¡Si mi pistola valiera algo,
en tu columna contento lucharía!»
Ernesto Che Guevara
2 de Junio de 1961
Emocionan las palabras del Che. El reconocimiento a Lister y a los héroes republicanos.Gracias por difundirlo.
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias a ti Carmela, por leerlo.
ResponderEliminarChe Guevara, las balas no pudieron acabar con él.
Un abrazo.