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1216. Los "hunos" y los "hotros"

Queipo de Llano, Miguel de Unamuno, el doctor Madrazo y José María de Cossio


Veinte días antes de su muerte, Miguel de Unamuno escribe una carta a Juan Carretero Luca de Tena, director del diario ABC de Sevilla, en respuesta a una información publicada en la edición del día anterior.

"Aunque conozco de antaño, señor mío, su característica mala fe, esta vez quiero decírselo. En el número de ese ABC sevillano de ayer, día 10, leo un suelto que dice:

«Carta de don Miguel de Unamuno a todos los centros docentes extranjeros.» Pues bien, eso es mentira y usted lo sabe. Primero, hace tiempo que no soy rector de la Universi­dad de Salamanca desde que esta gente me sustituyó.

Esa carta, acordada en claustro, no es mía sino de la universidad. No la redacté yo. Luego la puso en latín macarrónico un cura cerril.

Y ahora debo decirle que por muchas que hayan sido las atroci­dades de los mandos rojos, de los hunos, son mayores las de los blan­cos, los hotros. Asesinatos sin justificación. A dos catedráticos a uno en Valladolid y a otro en Granada por si eran... masones. Y a Gar­cía Lorca.

Da asco ser ahora español desterrado en España.

Y todo esto lo dirige esa mala bestia ponzoñosa y rencorosa que es el general Mola.

Yo dije que lo que había que salvar en España era la civilización occidental cristiana, pero los métodos no son civilizados sino milita­rizados, no occidentales sino africanos, ni cristianos sino católicos a la española tradicionalista, es decir anticristianos.

Esto procede de una enfermedad mental colectiva, de una verda­dera parálisis general progresiva espiritual, no sin base de la otra, de la corporal. Sobre todo ahí, en esa corrompida Andalucía —de una parte y de otra— este estallido de repugnantes pasiones, resentimien­tos, envidias. Odio a la inteligencia, se manifiesta en invertidos, si­filíticos y eunucos masturbadores.

No es éste el Movimiento al que yo, cándido de mí, me adherí creyendo que el pobre general Franco era otra cosa que lo que es. Se engañó y nos engañó. (...)

Entre los hunos —rojos—y los hotros —blancos (color de pus)— están desangrando, ensangrentando, arruinando, envenenando y —lo que para mí es peor— entonteciendo a España. En la España que proclama como Caudillo a Franco —personalmente un buen hombre víctima y juguete de la jauría de hienas— cabrá todo menos franqueza. Ni amor a la verdad. Pero ustedes, los de ABC, podrán seguir envenenando con mentiras, insidias, calumnias...

Le escribo esta carta desde mi casa donde estoy desde hace días en­carcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a los otros, será aquí, en mi casa.

Y no quiero seguir. Aún me queda por decir".


Miguel de Unamuno
Salamanca, 11 de diciembre de 1936











2 comentarios:

  1. Que visión tenia este hombre, y que valiente era para decir todas esas cosas en territorio nacional, donde cualquiera podia meterle dos tiros. Es mas, Millan Astray estuvo cerca de hacerlo.

    Genial entrada María.

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  2. Gracias por tus palabras Quico.

    Unamuno apoyó a la República para desencantarse de ella después. Tras el golpe militar y el suceso de la Universidad de Salamanca, comprendió la dimensión de la masacre que se avecinaba.

    No obstante, cuando escribe estas palabras, lo hace confinado en su domicilio, del que no salió hasta su muerte.

    Ya no tenía nada que perder.

    Un abrazo.

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