Apertura de las Cortes Constituyentes, 1931 (Foto Alfonso) |
El principal instrumento de la República es el
parlamentarismo. Cada cincuenta mil personas, exceptuando las mujeres y los chicos, los militares y
los curas, envían un representante al Parlamento, y la suma de esos representantes es la
opinión íntegra del país.
Esto, como sistema mágico, puede tener algún valor;
como sistema racional, muy poco o ninguno.
Se podría argumentar diciendo que el procedimiento es
arbitrario, pero el resultado es valioso; pero no hay tal.
El Congreso, en este momento, no representa la masa
social española. Si la representara sería un conglomerado desgarrado de opiniones contrarias, de
rencores y de furias.
El Congreso actual es más bien apacible y mediocre, es una creación
artificiosa y falsa. No puede ser otra cosa. Parece que está hecho pensando no en el país., sino en la
cubicación del palacio del Congreso de la Carrera de San Jerónimo.
Está hecho también con la idea preconcebida de dar una
impresión de que España es un país en su mayor parte socialista, lo que es falso.
El Parlamento español, como quizá la mayoría de los
Parlamentos, no sólo no representa la masa social, sino que, además de esto, no interesa.
Las Cortes tendrían su objeto si no existiera la
Prensa desarrollada de nuestro tiempo; pero hoy que un sólo periódico puede reproducir la opinión de
una persona en cientos de miles de ejemplares, ¿Qué valor de expansión puede tener un discurso
pronunciado ante trescientas o cuatrocientas personas?
El Parlamento no queda más que como una de tantas
ceremonias de la democracia.
Sin el altavoz de la prensa, el Parlamento tendría la
misma resonancia que un Congreso de turistas, de veterinarios o de dentistas.
Pio Baroja
Comunistas, judíos y demás ralea, 1938
Capitulo XV
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