Jorge Guillén Álvarez (Valladolid, 18 de enero de 1893 - Málaga, 6 de febrero de 1984) |
«El agresor general
Va rodeándolo
todo.
- Pues aquí estoy. Yo
no cedo.
Nada cederé al
demonio».
Jorge Guillén, Cántico
María Torres / 6 Febrero 2015
Jorge Guillén, miembro de la Generación del 27 nació
en Valladolid el 18 de enero de 1893.
Catedrático de Literatura Española en la Universidades de Murcia y de Sevilla, es
en esta última donde un 12 de octubre de 1936,
el día de la Raza de la España franquista, se vio en la complicada situación de dar
lectura a un discurso ensalzando los valores
del fascismo. Fue en el Paraninfo de la
Universidad ante Queipo de Llano y el Gran Visir de Marruecos, aliado de los
sublevados, que se encontraba en Sevilla
de visita.
Guillén simpatizó con la República, pero nunca se implicó políticamente. Los franquistas le acusaban de "comunista" y
"masón" por su matrimonio con una mujer que contaba con antecedentes
judíos. Para los republicanos era un "tibio" y un
"traidor". Él se definía como “demócrata
liberal que deriva hacia un cierto socialismo”.
Lo cierto es que su amistad con los
intelectuales que se encontraban en zona republicana, le situó en una posición incómoda
de cara a los franquistas y ese discurso en Sevilla, junto con un pliego de
descargos ante un expediente que le habían incoado las autoridades franquistas
tras su detención al inicio de la Guerra, donde se declaraba partidario del
Movimiento, rompieron cualquier lazo con los republicanos. Tras la
investigación del historiador Guillermo Carnero, quedó documentado que el pliego de descargos fue
manipulado, pues en el mismo Jorge Guillén se declaraba apolítico.
Investigado por
franquistas y republicanos, generó la desconfianza de ambos. En 1938 fue
expulsado de su cátedra
universitaria en Sevilla y en julio de ese mismo año abandonó
España clandestinamente con la ayuda del ministro franquista Pedro Saenz. Cruzó
a pie el Bidasoa para dar inicio a un exilio voluntario que habría de
prolongarse durante décadas.
El 15 de abril de 1939, desde el exilio estadounidense, Jorge Guillén
envió un escrito al ministro de Educación Nacional solicitando una excedencia
“voluntaria sin sueldo”. Después el silencio.
En 1976 le fue concedido el Premio Cervantes. En el
acto de entrega, el 23 de abril de 1977, había muchas ausencias. Faltaron los
Reyes y de los ministros convocados tres no asistieron.
El año del Cervantes decidió regresar definitivamente
a España, donde falleció el 6 de febrero de 1984.
La
sangre al río
Llegó
la sangre al río.
Todos
los ríos eran una sangre,
Y
por las carreteras
De
soleado polvo
—O
de luna olivácea—
Corría
en río sangre ya fangosa
Y
en las alcantarillas invisibles
El
sangriento caudal era humillado
Por
las heces de todos.
Entre
las sangres todos siempre juntos,
Juntos
formaban una red de miedo.
También
demacra el miedo al que asesina,
Y
el aterrado rostro palidece,
Frente
a la cal de la pared postrera,
Como
el semblante de quien es tan puro
Que
mata.
Encrespándose
en viento el crimen sopla.
Lo
sienten las espigas de los trigos,
Lo
barruntan los pájaros,
No
deja respirar al transeúnte
Ni
al todavía oculto,
No
hay pecho que no ahogue:
Blanco
posible de posible bala.
Innúmeros,
los muertos,
Crujen
triunfantes odios
De
los aún, aún supervivientes.
A
través de las llamas
Se
ven fulgir quimeras,
Y
hacia un mortal vacío
Clamando
van dolores tras dolores.
Convencidos,
solemnes si son jueces
Según
terror con cara de justicia,
En
baraúnda de misión y crimen
Se
arrojan muchos a la gran hoguera
Que
aviva con tal saña el mismo viento,
Y
arde por fin el viento bajo un humo
Sin
sentido quizá para las nubes.
¿Sin
sentido? Jamás.
No
es absurdo jamás horror tan grave.
Por
entre los vaivenes de sucesos
—Abnegados,
sublimes, tenebrosos,
Feroces—
La
crisis vocifera su palabra
De
mentira o verdad,
Y
su ruta va abriéndose la Historia,
Allí
mayor, hacia el futuro ignoto,
Que
aguardan la esperanza, la conciencia
De
tantas, tantas vidas.
Jorge
Guillén
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