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1349. "El traidor no es menester ..."

La Junta de Casado era una dictadura militar, con la máscara del Consejo de Defensa. Tenía como origen un centro militar que manejaba Casado y otro político que encabezaba Julián Besteiro, miembro de la Ejecutiva del Partido Socialista. Eran apéndices de Casado los ácratas, sus defensores y otros secuaces del coronel; de Besteiro lo era Izquierda Republicana. "Que gobiernen los militares", había dicho el profesor. Casado era el verdadero dictador militar, al que rodeaba una junta consultiva a la que dictaba su voluntad.

Al sublevarse Casado, Negrín acogió la noticia como si acabase de llegar del planeta Marte. Le llamó al teléfono y conversó con el traidor en los siguientes términos:

- ¿Qué ha hecho usted?

- Ya lo ve usted, sublevarme.

- ¿Contra quién?

- Contra usted.

- ¿Cómo es posible?

- Ya lo ve.

- Oiga, general Casado...

- No soy general, soy coronel.

- Queda usted destituido - terminó Negrin, dejándole el teléfono al general Hidalgo de Cisneros.

Muchas veces he pensado en esta conversación telefónica de Negrín con Casado, de la que fui testigo. ¿Es que Casado engañó a Negrín? ¿Hasta qué punto? Quizás esto explicara la resistencia de Negrín a designar un comunista al frente del Ejército del Centro.

El golpe de gracia a la moral del gobierno se lo dio la Flota. Ya he dicho que la mandaba el almirante Buiza. Otro colega de Negrín, Bruno Alonso, socialista, era el Comisario General de la Marina.

Desde que aquélla se hizo a la mar, el día 4 de marzo, estaba en rebeldía. Pero se preparaba para la deserción, y por eso los mandos comunistas, que eran poquísimos, fueron encarcelados o depuestos.

Dos veces pudieron corregir su actitud Buiza y Bruno Alonso. Una se la brindó el gobierno, cuando ya estaba dominada la sublevación casadista y quintacolumnista en Cartagena; otra, cuando el Comandante del destructor "Antequera" dijo a su jefe que, en vez de desertar, la Marina debía ponerse a disposición de la Junta, a lo que el Comandante de la flotilla de destructores respondió: La decisión del almirante está de acuerdo con el nuevo gobierno y facilita su misión. Los hechos posteriores demostrarían que Buiza decía verdad.

Hasta su salida de España, el gobierno siguió parlamentando con Casado y los elementos, de la Junta. Unas comunicaciones telefónicas seguían a otras.

Los jefes del Ejército estaban en el complot, salvo Escobar y Moriones, que luego lo aceptaron "como un mal menor".

En la noche del 4 al 5 hablé nuevamente con mis camaradas de Madrid. Antes había pedido órdenes al gobierno para ellos. Este seguía parlamentando con los "juntistas", a los que propuso realizar un encuentro entre sus representantes y otros del gobierno, "para llegar a un acuerdo". Los casadistas, a los que sostenía el aparato del Estado, del que ellos mismos eran piezas principales, sobre todo en el Ejército, se negaron.

En otra conversación con Madrid, dije a mis camaradas, que seguían en Lista 20 y 23, que si las fuerzas políticas leales al gobierno no los necesitaban y seguían sin empleo, vinieran a reunirse con nosotros, como así lo hicieron. Si el gobierno se decidía a utilizamos y nos ordenaba algo, nos tendría a mano.

Las conversaciones gobierno-juntistas declarados o en vía de serlo, se sucedían. Cuando Negrín quiso volver por los fueros de la ley -creo que nunca pensó seriamente en hacerla- se encontró desasistido de todos con los que creía contar. Sólo los comunistas estábamos dispuestos a prestarle apoyo.

El día 5 sugerí que saliéramos aisladamente o en pareja a las provincias, para intentar restablecer la autoridad del gobierno. Mi propuesta fue desestimada. En la mañana de ese mismo día el general Matallana, que había sido nombrado unos días antes jefe del Grupo de Ejér­citos, se encontraba en Elda. Traía la representación de Miaja y Menéndez. Los tres generales, que se habían acostumbrado a ser los amos de la zona durante el último año; los tres generales, que dieron motivos suficientes para ser destituidos hacia meses por no cumplir las órdenes del gobierno; los tres, como era de esperar, eran juntistas. El dictador Casado ofreció la presidencia de la Junta a Miaja, que se prestó a presidirla; como en la noche del 18 de julio de 1936 se prestó a ser ministro de la Guerra en el abortado ministerio que se intentó crear; como se prestó a la misma noche a parlamentar con Mala por teléfono. ¡A qué no se prestaría Miaja!

Cuando Matallana salió de conversar con el gobierno, tenía lágrimas en los ojos. Me saludó y le volví la espalda. No sé aún si eran lágrimas de cocodrilo, o si unos restos de su honestidad político-militar se le salían licuados por no poder convivir con su postura traidora.

Cuando el gobierno se marchó, en realidad no tenía ya nada que hacer como gobierno. En la madrugada del 6 de marzo salí de España con los camaradas que fuimos del Ejército de Cataluña. Fue una decisión del Partido, sobre la base del enjuiciamiento de la situación, en el que participamos todos los allí presentes.

Entonces, si la memoria no me es infiel, cuando se examinó la situación después del afianzamiento -con el apoyo por negligencia del gobierno de Negrín- de la Junta de Casado, junta de traición, se desechó el llamar a la guerra civil en nuestro campo. Ello hubiera significado precipitar consciente e irreversiblemente la catástrofe, la pérdida de la guerra, la victoria de Franco, bajo nuestra responsabilidad principal. NO. Eso sería un crimen ante nuestro pueblo.

La decisión del Partido Comunista de España fue, pues, diferente.

Queríamos ganar la guerra, a través de la política de resistencia por encima de la Junta y de la voluntad de Casado. Pero el pueblo y nosotros con él seríamos derrotados por la traición, derrota siempre más costosa, de mayores sacrificios para los que la sufrimos. Más ignominiosa para los traidores. Estos son los responsables.

Sabíamos que la situación era difícil. También lo fue el 18 de julio de 1936. Y en los meses de marzo-mayo de 1938. En aquellas fechas, como en noviembre de 1936, las fuerzas exteriores e interiores que querían hacemos capitular, no pudieron llevar a cabo sus designios. Ahora, en marzo de 1939, por las debilidades de Negrín y las incidencias de la guerra, Casado, erigido en dictador, realizó la capitulación.

A la Junta la apoyaba el aparato del Estado republicano en el centro. Nuestra gran debilidad fue no atender suficientemente la retaguardia.

A pesar de nuestros propósitos hubo "guerra civil en la guerra civil", provocada por la agresión de Casado a las fuerzas mandadas por comunistas. Agresión, por cierto, combinada con ataques fascistas. El IV Cuerpo, mandado por el anarquista Cipriano Mera, abandonó el frente de Guadalajara, que quedó así abierto al enemigo. Pero este no se movió en aquella dirección. Sí atacó, en cambio, en la Casa de Campo y en otros sectores de la defensa de Madrid contra la 7ª división que mandaba Ino González. Este batió a los de Casado y también al enemigo, recuperando lo conquistado por aquél y haciéndole 90 prisioneros.

A Casado, que en la mañana del 11 de marzo decidió comenzar las "negociaciones de paz" y elaboró un documento de 9 puntos, se le presentaron aquella misma tarde los representantes de Franco, en Madrid, que ya conocían el documento por habérselo entregado un consejero de la Junta, que les había informado.

Casado se entendió con ellos. El agente principal de Franco en Madrid era el teniente coronel de artillería Cendaños, al que acompañaba otro sujeto. Ambos le felicitaron por la decisión de negociar la paz. Pero advirtieron a Casado que los representantes de la Junta no tendrían otra misión que entenderse "sobre el modo de entregar la zona y el ejército republicano".

Desde ese momento Casado actuó a las órdenes de Franco. Se había sublevado contra Negrín "para obtener una paz honrosa". Pero la realidad era diferente. Acordó con Buiza la deserción de la Flota; ordenó a la aviación que se entregara el día 26 a Franco; provocó luchas internas que provocaron en Madrid más de 5.000 muertos; puso en libertad a los fascistas y encarceló a los comunistas y a todos aquellos que no aceptaban la capitulación, tildándolos de comunistas, porque nuestro Partido fue el único que se alzó y luchó contra aquélla.

La medida cabal de su traición la daría el propio Segismundo Casado, coronel felón, al confesar por la radio el día 26 de marzo: "Puedo asegurar que en toda la zona leal nada ha acontecido que no estuviera en los planes concebidos por nosotros al tomar el poder constitucional de la España republicana el 5 de marzo".

Su infamia era consciente.

Otro "juntista", el consejero de Hacienda y Economía, González Marín, ácrata, batiendo todos los records del cinismo diría también el 26, por la radio: "Para realizar la reorganización total de este país y dedicar las energías del pueblo a la guerra, no teníamos más remedio que derribar al gobierno Negrín, actuando por encima de consideraciones de carácter constitucional y jurídico".

Otros consejeros: Sánchez Requena, José del Río, Miguel San Andrés, cada uno a su forma, igualmente el 26, por la radio, dijeron que la junta había sido "sorprendida" por lo que había pasado y "no podía comprender" las intenciones del gobierno de Burgos, a quien le ofreció todo lo necesario para la rendición de la zona republicana en las mejores condiciones posibles. "Ingenuos". 

No tenían en cuenta el refrán castellano: El traidor no es menester después de traición pasada.


Juan Modesto Guilloto
Soy del Quinto Regimiento








1 comentario:

  1. Son traidores a la IIª REPÚBLICA y la Historia los Juzgará. junto a general Franco, renegado y alzado en armas contra el estado que le mantenía en el generalato en Santa Cruz de Tenerife CANARIAS, de donde partió escapado hacia Las Palmas de Gran Canaria, con la escusa de acudir a un entierro de un militar y general leal a la al gobierno republicano y encontrado muerto, alparecer de un tiro en el vientre. Así comenzó este rebelde alzado en armas que premeditó desde que ganara el 16 de febrero de 1936 el FRENTE POPULAR las elecciones a la derecha fascista la CEDA. Ya en Las Palmas de Gran Canaria y cambiando el uniforme republicano y vistiendo de civil se unió a una pareja y subio al Dragón Rapid que partió a unirse a los ejercitos sublevados que esperaban al primer rebelde. No me gusta esta historia y no la acato como História. ¡¡¡ VIVA LA IIª REPÚBLICA !!!

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