Distribución de alimentos entre los pobres por parte del obispo de Málaga Ángel Herrera Oria, 1949
Fotografía de Dmitri Kessel
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Para los tiempos que vienen hay que estar seguros de
algo. Porque han de ser tiempos de lucha, y habréis de tomar partido. ¡Ah!
¿Sabéis vosotros lo que esto significa? Por de pronto, renunciar a las razones
que pudieran tener vuestros adversarios, lo que os obliga a estar doblemente
seguros de las vuestras. Y eso es mucho más difícil de lo que parece. La razón
humana no es hija, como algunos creen, de las disputas entre los hombres, sino
del diálogo amoroso en que se busca la comunión por el intelecto en verdades,
absolutas o relativas, pero que, en el peor caso, son independientes del humor
individual. Tomar partido no es solo renunciar a las razones de vuestros
adversarios, sino también a las vuestras; abolir el diálogo, renunciar, en
suma, a la razón humana. Si lo miráis despacio, comprenderéis el arduo problema
de vuestro porvenir: habéis de retroceder a la barbarie, cargados de razón. Es
el trágico y gedeóntico destino de nuestra especie. ¿Qué piensa usted, señor
Rodríguez?
—Que, en efecto —habla Rodríguez, continuando el
discurso del maestro—, hay que tomar partido, seguir un estandarte, alistarse
bajo una bandera, para pelear. La vida es lucha, antes que diálogo amoroso. Y
hay que vivir.
—¡Qué duda cabe! Digo, a no ser que pensemos,
con aquel gran chuzón que fue Voltaire: «Nous n’en voyons pas la nécessité».
Antonio Machado.
Fragmento VI de Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1934-1936)
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