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1353. Una conversación con Casado

Nuestra llegada a la zona Centro causó sorpresa. La propaganda de la quinta columna había hecho creer a la población que el Gobierno la había abandonado y que no pensaba volver a España. En Aviación también había comenzado a surtir efecto esta propaganda, que nuestra presencia cortó en parte. Inmediatamente nos dedicamos a preparar lo mejor posible nuestras fuerzas, en previsión de la ofensiva que cabía esperar del enemigo. Recorrí todos los aeródromos y hablé con el personal, exponiendo con toda franqueza la situación. Mi preocupación principal fue preparar las unidades para los siguientes encuentros, pero no descuidé, haciéndolo con la discreción debida, tomar todas las precauciones posibles para salvar al personal si el enemigo, en su ofensiva, rompía nuestras líneas.(...)

Estas disposiciones para salvar al personal en previsión de un caos podían parecer, a primera vista, desmoralizadoras; pero en el ambiente de incertidumbre y de recelo que se estaba creando en nuestra zona con la propaganda capituladora, me parecieron necesarias y humanas. Yo sabía que cualquier aviador republicano que se hubiese distinguido algo en la guerra, por su actuación o por el mando que había ejercido, si caía en manos de los franquistas sería fusilado, después de un vergonzoso simulacro de proceso, o asesinado por las buenas, sin tomarse la molestia de camuflar el crimen (...)

El coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, me telefoneó para decirme que necesitaba hablar conmigo y que me invitaba a comer en su puesto de mando, situado en la Alameda de Osuna, una finca de las afueras de Madrid. Como a mí me interesaba conocer lo que pensaba Casado y el ambiente que reinaba en su Cuartel General, acepté la invitación. Era natural que, desde el primer momento, el tema de nuestra conversación fuera la situación en la que se encontraba Madrid y la zona republicana. Casado estaba muy pesimista y todo su afán era inculcarme su pesimismo, tratando de demostrar que no podíamos hacer nada, militarmente, contra una ofensiva franquista. Después se puso a decirme, aunque con ciertos rodeos, que la mejor solución para nosotros era hacer una paz honrosa con Franco, en la que no hubiera vencedores ni vencidos, paz que permitiría salir de España a todo el que quisiera. Le contesté que todo lo que me decía era absurdo, pues conociendo a Franco, era disparatado creerle capaz de hacer la menor concesión. Casado, que no sé por qué razones pensaba que yo podía estar de acuerdo con él, al ver mi actitud se puso bastante nervioso, queriendo a toda costa convencerme. Me dijo, recalcando mucho las palabras: "No solamente lo que te digo es posible, sino que te puedo asegurar que a los militares de carrera se nos reconocerían los grados. Tengo garantías muy serias de que estas proposiciones serán respetadas". Al preguntarle si podía saber quién daba esas garantías, me contestó muy solemnemente que era Inglaterra la que había arreglado hasta el último detalle, y que él mismo había tenido varias entrevistas con el representante inglés, al que Franco había prometido cumplir formalmente estos compromisos, poniendo una sola condición: que prescindiésemos del Gobierno republicano y que nosotros, es decir, los militares profesionales, nos hiciésemos cargo de la situación y tratásemos directamente con él. La verdad es que sus palabras me produjeron más asombro que alarma. Pensé que todo lo que me había dicho Casado eran planes suyos más o menos fantásticos y no un complot en toda regla, a punto de estallar. Referí esta conversación a Negrín, pero mis informes no fueron todo lo alarmantes que debían haber sido, pues yo estaba convencido de que una sublevación militar capitaneada por Casado y por Miaja era algo tan disparatado que no podía tomarse en serio (...)

Estaba tan ajeno al peligro que por la espalda nos amenazaba que la misma mañana de la sublevación de Casado fui a Valencia para hablar con el general Miaja, jefe militar de la zona republicana. Encontré su Cuartel General muy agitado. Allí estaban varios jefes militares con mandos importantes. La enigmática actitud de Miaja para conmigo y el ambiente de nerviosismo y hostilidad contra el Gobierno que prevalecía entre los jefes y oficiales que lo rodeaban, me dejaron sorprendido y bastante inquieto. Me di cuenta de que allí se estaba tramando algo turbio (...)

Al llegar a Albacete, pude localizar por teléfono a Negrín. Le dije que tenía algo urgente que comunicarle y me mandó que fuera a verle a Elda, un pueblo cerca de Alicante, donde se había instalado provisionalmente. Puse a Negrín al tanto de lo que pasaba. Esta vez sí le informe alarmado y dando mucha importancia a lo que acababa de presenciar. Negrín mandó llamar a Miaja. Éste no se presentó. Repitió la misma llamada con el mismo resultado y decidió ir él mismo a verle. Yo regresé a Albacete. Cuando llegué al aeródromo, me dieron una nota de Negrín en la que me ordenaba volver urgentemente a Elda. Me imaginé que algo grave había sucedido. Efectivamente, las primeras palabras de Negrín fueron para comunicarme que Casado se había sublevado contra el Gobierno, constituyendo una Junta encabezada por [Julián] Besteiro y titulada Consejo de Defensa.


Ignacio Hidalgo de Cisneros
Cambio de rumbo









2 comentarios:

  1. Ni más ni menos que otro golpe de estado contra la República. Casado sabía que Franco no aceptaba sus peticiones. La respuesta de Franco a Casado no fue otra que decirle: "Tenéis la guerra totalmente perdida. Es criminal toda prolongación de la resistencia. La España Nacional exige la rendición incondicional del ejército rojo" 05/05/1939. Cuatro días más tarde Casado se reúne con Mera y éste se une al golpe. Besteiro, unido al golpe desde el principio, lo justifica así por radio el 18 de marzo: ....la necesidad de sofocar el pasado levantamiento comunista y los cuidados conducentes a prevenir la repetición de semejantes contingencias no ha hecho olvidar un momento al Consejo Nacional de Defensa, lo que constituye su misión y la verdadera razón de su existencia. (...) Es además nuestro deseo tener a la opinión debidamente informada del proceso de nuestra actuación para el logro de esa anhelada finalidad. En prueba de ello queremos poner en vuestro conocimiento los términos exactos de la comunicación que el Consejo de Defensa dirige al Gobierno Nacionalista (...) ese comunicado dice así: "Consejo Nacional de Defensa a Gobierno Nacionalista.- Ha llegado el momento de que este Consejo Nacional de Defensa se dedique por completo a su misión fundamental y, en consecuencia, se dirige a ese Gobierno para hacerle presente que estamos dispuestos a llevar a efecto negociaciones que nos aseguren una paz honrosa y que al mismo tiempo puedan evitar estériles efusiones de sangre. Esperamos su decisión".Tan solo un día después Franco mandfa una nota a Casado en la que decía que no estaba dispuesto a que acudieran a Burgos los mandos superiores enemigos y además le recordaba a Casado que "sólo aceptaba la rendición sin condiciones". Acto seguido Franco inicia la ofensiva final en todos los frentes. Casado y los que le apoyaron: Traidores a la República y a Negrin.

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