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1620. Memoria (Recordando a José María Millares Sall)

José María Millares Sall
(Las Palmas de Gran Canaria, 28 de enero de 1921 - 8 de septiembre de 2009)


Memoria


Algo flota, por fín, contra el olvido ...
Jorge Guillén

1.

No
fuimos de la piedra
lugar de descanso ni firmes fuimos
su camino ni la flor de su piel creciendo el sueño
ni de su altura nunca fuimos hoguera
de su incendio ni de su soledad el grito que pedía
ser de su negra cruz su cal
ni la ausencia del dolor que sólo fuimos
palabras sólo palabras
palabras
que se perdían.

2.

Era
lenta la escritura
y se paraba
y escuchaba cómo sobre el papel
se arrastraba y volvía
a levantarse y volvía a respirar la
palabra que escribía
y era lenta qué lentamente
andaba y levantaba los ojos y no veía
sino cómo las sílabas
rezagadas quedaban del camino
del lugar donde allí otras palabras esperaban
y era lenta qué lenta la escritura
que al final
del poema nunca
llegaba.

3.

Los
zapatos gastados
de arrastrar sólo trozos de miseria
y buenos días al trabajo
y a la rutina y el compañero que a diario
se cubre de hojas de periódicos y anuncios por palabras
y calles sin asfaltar y la mesa de impresos
que hay que rellenar y el cristal y el abrigo ya viejo
y las manos comidas por el frío
y pobre qué pobre el salario que no alcanza
a cegar el color de la miseria
ni las horas ni las palabras gastadas
en llenar agujeros que no cierran los ojos
a la pobreza ni a la escritura que quiere
salir de una vez por la misma puerta que entramos
y salimos y el sabio de turno
y el coche que aguarda en la puerta
y esos miserables
podridos
de mierda.

4.

No
estuvo en el calor
de la mano de todos los hombres
ni en el color de la luz
amaneciendo con el día que allí sólo estuvo el crimen
el frío negro de una garra pero sí estuvo
el zarpazo de las uñas con el odio
de una nueva casta de asesinos padres de familia
prefabricados matones de ojos inflamados
de incultura por aquella fecha ensangrentada
y enaltecida durante años
por un sector de la intocable hipocresía
sucia y torpe y rancia mancha de los herederos
de los Torquemadas venganza ruin
con tantos siglos de maldecidas historias de crímenes
vitoreados al mando de un ridículo
inculto y enano legionario bendecido por sus cercanos
vecinos y por la banca y su familia mercenaria
ni estuvieron sus llamados amigos
anglosajones de la cultura al lado de la luz
ni con los hombres
avanzados del trabajo ni con los intelectuales
pero sí el abandono
y el crimen consentido y la injusticia
y la sagrada bendición de un Papa con su cáliz
en alto con su maldición bendice con su saludo
romano.

5.

No
era llave
la mano de la puerta
ni san Pedro quien se bebía la música
de los salones y luego
tiraba piedras al vacío y asesinaba pájaros
que volaban y rompía
los cristales de las ventanas ni era la sombra
del árbol el agujero que ocultaba
cadáveres ni era el cielo la alfombra quien
sacudía el polvo
que escondía secretos a los pasos
ni cortina era la hoguera que ahogaba al mar
ni era el aire en la oscuridad
de las paredes quien clavaba cromos ni era la luz
la voz ni era san Pedro el pez sin afeitar
que se arrastraba cuando dios
escondía los ojos por no ver tantos rincones
ni tanta basura en los sueños
bajo las tablas de la ley del universo
que sólo era el hombre
que somos
la vida.

6.

Le
dieron astas
de toro al ruido y veneno a las manos
para que éstas
con los muertos no recordaran sus crímenes
y abrieran nuevas trincheras
y sólo lograron hacer del vacío ocultar el silencio
y sólo eran las hojas del libro
llenando de sangre los dedos que callaran
los crímenes cuando la luz
quedó suspendida bajo tierra en las páginas
y las tapas del libro que fueron cerradas
y la escritura sin saberlo quiso volar
y quedó quieta al descubierto
a la espera de que la historia un día
las diera a conocer
para vergüenza de quienes aún pretenden
y ocultar quieren
crímenes
aún silenciados.

7.

Más
adentro
aún más hasta sólo respirar
tinieblas y ser cuerpo materia de su nada
y alimentar las aguas de objetos
que no existen y piedras donde sólo
las cubren los muertos
y enanos que cabalgan sobre hienas
y pájaros carroñeros aquí en esta celda cero
esperando al asesino
que la rendija de la tinta se encienda
y vuelva la tortura a interrogarte
y caer de nuevo
junto al frío cemento bajo el agua del mar
sin otra luz que la escritura
que piensas que no te abandona que así fue
de fiel
la poesía.

8.

Cuando
acuda la noche y me ciegue
la estancia que habito y ya no me pertenezca
cuando los ojos se apaguen
entonces escribiré cómo era la luz
y cómo en sus tinieblas jugaba y me vestía
de agujero y en su hondura me dormía
para verla cuando visite esa celda
donde bajo el agua del mar me encerraron
y de nuevo aquellas horas
sin tiempo a mí vuelvan y en mi memoria
despierten y a mis ojos
el horror que cegaba a la palabra
entonces recordaré
qué cerca estuve de la muerte
bajo el agua
por amor a la luz
del
día.

9.

No
sabía
qué era
ni por qué escritura
me gritaba y me pedía no vuelvas la cabeza
hacia atrás y sube con fuerza arriba
a más arriba por las negras
escaleras arriba
hacia la luz y ser lo que la sangre
por la vida te llamaba
y no sabía quién de mí sin palabra
me daba fuerzas y hacia un árbol de luz
me ayudaba no sólo a subir
ni sólo a estar sino a romper su altura
y también saberla alcanzar
y caminar quien me decía que la voz no sólo
era mi voz que mi voz era de todos
y no sólo mía sino que podía ser camino
para los demás
y eso fue lo que me ayudó a ser
y a encontrarme y descubrir que el camino
era entonces lo que hoy
en mi sangre es poesía y cuanto a mis años
aún me hace saber
que todavía
puedo andar.

10.

Mañana
abierta la puerta
y la calle en el aire
y la cabeza al descubierto y los cabellos
alborotados no hay sombrero
ni bastón la camisa desafiante sin corbata
y sin poder alcanzar con las manos
la palabra
y encenderla y mirarnos a los ojos
y lealmente decir mañana
tú eres nuestra sabemos quien más te necesita
sálvanos mañana y sé hoy
y de todos sé
presencia.

11.

Arriba
está más arriba
búscala arriba que arriba donde ese ruido
donde el silencio hace brazos
donde la soledad donde el hombre
arriba más arriba donde
nunca te encuentres
allí
estará la luz.

12.

Otras
serán las casas
y otras sus puertas y otras sus escaleras
y sus jardines y sus azoteas
y otras serán las voces y los pasos
y otros sus gritos
y otras las sombras que salen
discutiendo de las tabernas y otras las navajas
asesinas y para que nada cambie
otras serán las falacias
y las calumnias por el poder y el dinero
y la iglesia callando
siempre callando lo que guarda y esconde
en la garita de su confesionario
que es la banca
de los
cielos.

13.

Llegar
hasta aquí y sentarte
y descansar y subirte a un autobús
y no saber
hasta qué lugar llegar
y bajarte y caminar campo a través
y perderte y en un montón
de tierra tumbarte y llenarte de luz
y luego al atardecer regresar
y no saber a dónde
regresar si aún no eres de este mundo
si aún primero tienes
que nacer
para sufrir.

14.

Abro
la mano
y son muchas las manos
que hacia la mía vienen porque esta noche
qué despacio una voz susurra
esta noche vas a dormir
con la soledad
del silencio y a solas
con su grito
y su delirio.

15.

El
sueño está sentado
y nos mira
y nos contempla avergonzado
sentado sobre hojas y tachaduras de un cuaderno
libro aún no publicado libro aún no conocido
porque aún no se ha escrito
y dentro de sus ojos abiertos y contra la luz gritando
pide silencio y pide diciendo mierda
guardad silencio pero sepulcral silencio
muerto silencio sin vida si queremos del silencio
más silencio para que las letras
que callan y no dicen lo que las horas
sin vida ocultan pide a gritos más silencio al silencio
y nos dice lo que el frío en el fuego
quema pero en las páginas que guardan silencio
silencio para esos
que lloran y más silencio
para el que
calla.

16.

Tantos
años pidiéndole al cero
señores de la ignorancia quiero que me dejen
libremente elegir y gritar
pero siempre aquella garra de piedra
con traje pulcro y negro de censura me sellaba
con tinta oscura los signos que me hacían
tragar y una a una las palabras
y las piedras
que me impedían
arrojar.

17.

Si
te obligan a callar
y en un cubo de zinc lleno de polvo
te cubren la cabeza
y la empujan bien adentro
y te dicen que respires y te ordenan
callar así podrán decir
que lo hiciste voluntariamente
y esa fue la causa
de tu asfixia porque ellos los asesinos
te obligaron a vivir
pero llenando de muerte
tus
pulmones.

18.

Esperas
ser la acequia que corre
y empuja por entrar gritando en el ruido
y anudar y recoser
el hilo negro de esa calle
de aguas y oír las voces y el grito de las herraduras
contra la tierra y de las mulas
que golpean el vacío y cerrar tras los puños
las puertas y el llanto del zaguán
y el pozo de la palabra oscura que se llena
de piedras y el foso sin fin
donde van a morir los pájaros de la luz
y esperar que sea el ojo la palabra
que abra la altura y que sea dios y la sangre
del hombre ese dolor
que nunca
se derrama.

19.

Ante
el encerado aún más negro
que la sotana de un cura siempre veo
al demonio de otro cura
y en el odio avieso de su mirada
números y signos y golpes que aún me gritan
y me atornillan
la cabeza.

20.

La
Alameda se enfría
porque se han ido los ojos que a los álamos alegran
ni faldas ni pasos que la paseen
ni anchos sombreros de jóvenes sin bufete
ni rosas pidiendo no me pises ni viejas baldosas
ni campanas que suban a ser cántaros
de pájaros ni sombras
que resuciten y vuelvan a ser rumores
que arrullen ni abanicos
que despeinen el aire ni labios la Alameda
de Colón donde besaron
la muerte
y amaron nuestros
padres.

21.

Cerró
la puerta el censor
cerró con odio y con cerrojos de hierro
aquella puerta y el ruido
de la tinta quedó afuera bajo la lluvia y el lodo
y el frío y bajo la oscuridad
y el desamparo de la piedra pero la mano
de la escritura insistía
y golpeaba con fuerzas el clamor de la palabra
que con violencia empujaba la puerta
y daba golpes y la azotaba
con su lengua y la madera gemía y el color
de los ojos en la voz se quemaba
y volvía a golpear
pero ahora son los pies los que gritan
tengo que andar la calle
entrar en el libro porque aquí el silencio
y la soledad no la soporto déjame
maldito entrar y estar dentro muy adentro
de esa escritura te prometo
callar la mentira
y no decir cuánto duele callar
no gemir la verdad pero la falacia nunca
jamás aunque tú lo desees
pero sí estar dentro todo adentro de las hojas
de ese libro que un día
verá la luz y será aunque tú lo prohíbas
y la ignorancia lo queme
para todos
un día
la verdad.

22.

Siempre
esperando que abras esa puerta
y esa ventana al paso de la palabra que siempre
encierras en los hornos oscuros
hasta quemarnos
la voz
de la escritura.


José María Millares Sall 
Esa luz que nos quema, Barcelona: Barataria, 2009








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