Los niños son uno de los sectores de población que más sufren en las guerras. En la Civil española, según las cifras dadas por Ramón Salas Larrazabal, murieron 138.030 niños por causa de la guerra. A ello hay que añadir la desnutrición, las enfermedades, los traumas psicológicos...
Las
consecuencias de la guerra las padecieron más los niños de la zona republicana,
forzados a continuos desplazamientos a otras zonas del país o al extranjero,
empujados por la evolución de la guerra y el avance de las tropas franquistas.
El
número global de niños y niñas españoles evacuados al extranjero durante la
contienda alcanzó la cifra de 32.037, según un informe de la Delegación de
Repatriación de Menores elaborado en 1949. Las repatriaciones controladas por
esa Delegación fueron 20.266.
Las
primeras salidas de niños hacia Francia se produjeron a fines de agosto con
ocasión de la batalla de Irún. La caída del frente norte a lo largo de 1937
produjo masivas repatriaciones de niños y niñas procedentes de diversos lugares
de España.
El
continuo avance del Ejército de Franco a lo largo de 1938 fue agravando el
problema de las evacuaciones. El territorio en poder del Gobierno de la
República era cada vez más menguado. Las sucesivas oleadas de refugiados hacían
que las colonias infantiles se convirtieran en meros refugios en los que las
condiciones de vida eran cada día más duras.
Tras la
caída de Barcelona del medio millón de personas huidas a Francia, unos 170.000
eran mujeres, niños y ancianos. Todos ellos tuvieron que arrostrar una acogida
pésima, encizañada por un sector de la prensa francesa que presentaba a los rojos españoles como indeseables.
Desde
el comienzo de la Guerra Civil algunos Gobiernos se ofrecieron a acoger a los
niños españoles. Pero fueron, sobre todo, asociaciones humanitarias, comités de
ayuda, sindicatos y partidos políticos de izquierdas y grupos religiosos, los
que acogieron a mayor número. Destacó la ayuda de los cuáqueros: en diciembre
de 1936 asociaciones cuáqueras de Estados Unidos, Gran Bretaña y Suiza crearon
la «Comisión Internacional para la Ayuda a los Refugiados Infantiles de España»
que tuvo su sede en Ginebra y París. En el ámbito sindical y político hay que
mencionar a Socorro Rojo Internacional y a Solidaridad Internacional
Antifascista.
El
«Comité d'Accueil aux enfants d'Espagne», creado en París por iniciativa de la Confédération Général du Travail,
empezó sus actuaciones en el otoño de 1936 y participó en sucesivas
evacuaciones de niños vascos desde los puertos de Santurce, Bilbao y Santander
entre los meses de marzo y octubre de 1937.
Fueron evacuados colegios de
niños enteros con sus maestros a la cabeza. El mes de mayo de 1937 el Gobierno
vasco presidido por Aguirre decidió, de acuerdo con Francia y Gran Bretaña,
evacuar a los niños. Uno de aquellos niños evacuados, Juan Fernández, ha
contado recientemente sus recuerdos de aquella precipitada salida:
Tenía siete años y recuerdo pocas cosas. Mis padres
vivían en Baracaldo. Mi padre era maestro nacional allá. Y lo que me queda en
la memoria es precisamente la salida, cuando estábamos obligados a salir del
país y dejar a mi madre y una hermana y dos pequeños. Éramos nueve hijos, y esa
salida, cuando teníamos que juntarnos en una escuela, con la maleta y todo eso,
y con un papel, un tarjetón al cuello donde figuraba el nombre y demás, y que
empezaron a caer bombas, estaban bombardeando el puerto de Bilbao, y que con
mucha rapidité, como se dice, rapidez, teníamos que ir sobre el
primer barco que estaba dispuesto para tomar a los refugiados, y con la escuela
de mi padre, todos los niños con mi padre, subimos a un destroyer;
después me dijeron que era un destroyer inglés, en el puerto
de Bilbao. Es una imagen que siempre me quedó viva, correr hacia el barco. Y lo
que recuerdo también del barco, son cosas de niño, claro, supongo que no
habíamos tenido mucho qué comer hasta ese momento, y la primer cosa que
recibimos en el barco fueron pasteles. De eso siempre me acuerdo. Pasteles.
Además, ha habido una cinta en España que se llama El otro árbol de
Guernica hecha sobre un libro escrito por uno de los refugiados, no sé
más cómo se llama. Hicieron una película de eso. Y esa salida, según yo me
acuerdo, está muy bien reflejada.
Pues diré que de España, lo último que
me acuerdo de allá es eso que marcó seguramente a un niño de siete años. Esa
cosa extraordinaria, el miedo, el correr, el barco ese, que no teníamos que ir
muy lejos, porque íbamos a la isla de Olerón en Francia, serían ocho o diez
horas o un día de barco quizás, y que veíamos según nos alejábamos que seguían
bombardeando el puerto. Ésa es una imagen que me queda.
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Gran
Bretaña también acogió a niños españoles. En la primavera de 1937 los
británicos crearon el «Basque Children's Committee» presidido por la duquesa de
Atholl. Un libro editado por la «Asociación de Niños Evacuados del 37» narra
con todo detalle la expedición que del puerto de Bilbao partió a bordo del Habana el 20 de mayo de 1937 hacia
Inglaterra. Dicha expedición la integraban 3.861 niños, 95 maestras, 120
auxiliares y 15 sacerdotes. Estos niños llegados a Gran Bretaña
vivieron durante cuatro meses en tiendas de campaña en un campamento de
Eastleigh, al sur del país, sostenidos por contribuciones voluntarias,
especialmente de las organizaciones inglesas de la izquierda -intelectuales,
obreros y comités locales- antes de ser enviados a los hogares y colonias
organizados por toda la geografía de Gran Bretaña. También Bélgica, Dinamarca y
Suiza acogieron niños españoles. Suecia y Noruega sostuvieron varias colonias
en territorio francés.
A la
Unión Soviética fueron cerca de 3.000 niños y niñas repartidos en cuatro
expediciones. A Méjico, donde también se había constituido un «Comité de Ayuda
a los Niños del Pueblo Español» llegaron cerca de 500 niños. Desembarcaron en
junio de 1937 en el puerto de Veracruz y fueron instalados en Morelia por lo
que se les llamó «los niños de Morelia».
Félix Santos
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