Nos encontramos al país en un estado económico, que causa grima y vergüenza, por lo desquiciado y lo caótico.
Los
burgueses, los comerciantes, los banqueros y todos cuantos elementos
intervenían en la fiscalización de la economía, y en la administración de la
cosa pública del país, demostraban hasta la saciedad, la incapacidad
administrativa y también la ausencia de sentido de superación político y
social.
Estaban
carentes de honradez, de moralidad, de solvencia y de ese patriotismo de que
tan descaradamente blasonaban.
Carecían de
pudor humano, de decoro cívico y de generosidad racional.
Un voraz
apetito de no sé qué festines inconfesables, guiaban todas sus maquinaciones
repaces, diríase, que eran los modernos fenicios al revés, pues carecían del
dinamismo de aquellos y al mismo tiempo del preciado don de la belleza y de la
estética.
Una alocada
bacanal, impulsaba toda su funesta obra económica, que más bien parecía hija de
una falange de neuróticos y orates, que no de una colectividad de hombres
cultos y honestos.
El panorama
de verdad, imparcial, cierto, irrefutable de la España fascista antes del 19 de
Julio, era el que vamos a describir.
Los montes
sin un árbol, completamente desnudos, donde el tórrido sol ibérico campaba a su
antojo y a su influencia, se agostaban las tierras montañosas y se secaban a la
vez, prestamente, las fuentes que nacían ya agonizantes. Las tierras llanas de
la mayoría del país, estaban totalmente abandonadas, por lo áridas y por lo
inhospitalarias, donde la gente no podía morar, por la falta de medios con que
poder subsistir un poco dignamente. Estaban despobladas esas tierras, por la
falta del preciosos líquido que las bautizara cariñosamente. Y en cambio, vemos
con honda pena, con profunda tristeza, como en otros lugares, las aguas de las
torrenteras y de los ríos, cantarinas y sonoras, se pierden estéril y
mansamente, sin dar fruto alguno, en el mar lejano.
!Ah, sí!, no
sabían o no querían los estamentos dirigentes del país, repoblar los bosques,
cuya arboleda había de humedecer los montes y que luego, su bienhechora umbría
tenía que beneficiar las tierras llanas; y no querían o no sabían encauzar
debidamente las aguas que habían de llenar de vida y alegría los diversos
parajes del solar español, que es una estepa y un nido de pajarracos
graznadores.
Tampoco
poseemos carreteras apropiadas para poder transitar cómoda y fácilmente, y con
ellas, fomentar el turismo, que tan pingües ingresos podría proporcionarnos la
riqueza natural del país.
El viajar por
España era un castigo y una maldición y a no ser de gran necesidad, nadie
sentía el placer de recorrer el país para contemplar toda la maravilla natural
y artística que natura pródiga y generosa nos regalaba y que nos habían legado
a la vez, el genio de nuestros mayores.
Y en lo
tocante a ferrocarriles, también era una desdicha y una pesadilla, pues además
de ser lentos, de una lentitud desesperante, eran viejos y sucios, en los
cuales, era una vergüenza y un oprobio viajar en ellos. Sobre todo en los
departamentos de tercera, donde veíanse obligados a viajar las clases
menesterosas, era un escarnio y un insulto, que se hacía a esa clase tan
bondadosa y tan honesta. Y para el colmo de males, el precio de tales viajes,
casi sólo estaban al alcance de los ricos y de los poderosos. En fin, las
compañías explotadoras de hefecio (sic, beneficio), no
daban ninguna facilidad para viajar, ni por lo que se refiere a la comodidad,
no por lo que atañe al coste. Los Consejos de Administración de las mencionadas
compañías, cuidábanse sólo de asignarse fantásticos sueldos y de repartir entre
sus accionistas dividendos cuantiosos. Ahora bien, de mejorar y renovar el
material para el buen servicio del país, no se preocupaban, porque eso
significaba disminución en los beneficios y a ese sacrificio no se hallaban
dispuestos los señores consejeros, bajo ningún concepto. Pero, a pesar de todo
lo expuesto, poquito a poco, por incapacidad técnica y por absoluta carencia de
honradez administrativa, estaban todas esas compañías ferroviarias, en los
últimos tiempos, al borde de la quiebra.
De la flota
mercante para la exportación de nuestros productos, ni merece la pena de
hablar, porque era escasa y mala, y aun esta tenía que ser suvencionada por el
Estado español y así y todo, a pesar de la subvención del Estado, del fletaje
carísimo y del pasaje más caro aun, la fascista compañía naviera, la
Transatlántica, tuvo irremisiblamente, que suspender pagos.
Del estado
ruinoso de nuestras cuencas mineras, es de todo el mundo sabido el por qué, y
el por qué, era que se entregaban las concesiones mineras a unos cuantos
aventureros de la política y de las finanzas, sin pudor ni dignidad, y esos
mercachifles las explotaban sin cariño ni capacidad, dejando por ese motivo, en
la miseria y en la desesperación, a millares de proletarios.
El estado
precario de la industria y del comercio nacional, era bien notorio, pues
diariamente se dejaban protestar por falta de pago centenares de letras de
cambio y debido a esos protestos, mensualmente, una lluvia de embargos caían
sobre los comercios y las industrias, y así, ibanse paralizándose todos los
trabajos y un ejército de parias, pululaban tristes y hambrientos por plazas y
calles.
Los bancos,
también sufrían una aguda crisis monetaria, pues si en un momento dado, el
Estado hubiera exigido las garantías que para la seguridad del circulante de los
cuenta-correntistas, las leyes regularizaban, todos, completamente todos,
habrían tenido que cerrar sus puertas y dejar de realizar por largo tiempo,
toda clase de operaciones de banca y bolsa. Y la verdad sea dicha, aun a pesar
de que el Estado hacía la vista gorda en ese menester, de vez en cuando,
diversos bancos, cerraban sus puertas y dejaban en la miseria a los pequeños
imponentes.
Y si damos
una ojeada a la propiedad privada, constataremos de un modo real y fehaciente,
que casi toda la propiedad, tanto rústica como urbana, estaban hipotecadas. Una
afirmación veraz y justa:
Unas fincas
hipotecadas y embargadas, y, por lo tanto, sometidas a juicio de la ley
hipotecaria y expuestas, como es natural y lógico, a ser sacadas a pública
subasta.
Y, para que
mencionar la situación deplorable de las diversas sociedades anónimas que
habían esparcidas por España ? De la situación catastrófica de esas sociedades
anónimas, pueden hablaros larga y tendidamente los tenedores de acciones y
obligaciones emitidas por las mismas, y ellos nos dirán lealmente, que jamás
cobraron intereses del capital invertido en esas insensatas operaciones
bursátiles. !Ah! precisamente en esas ruinosas emisiones del papel industrial y
comercial, iban a estrangularse el pequeño ahorro nacional, y así, desfallecía
en un ritmo acelerado, la economía del pobre país.
Y no hablemos
del sin fin de timos y estafas que legalmente se cometían todos los días y a
cada momento, porque levantaríamos una polvareda que asfixiaría a todos los
estamentos de la Nación.
Este es el
fiel balance de la realidad económica del país, antes del 19 de julio del año
36.
Esta es la
verdad pura y escueta del estado financero de la España fascista, antes de
levantarse en armas contra el honrado pueblo productor español.
Y esta
verdad, y estas verdades, para aseverar más verazmente nuestras afirmaciones,
pueden comprobarse algunas de ellas, en las secretarías de los distintos
juzgados, en los registros de la propiedad y en los protocolos de las notarías.
Pues, si éste era el estado decadente y pobrísimo de la economía española,
qué temor, qué pánico nos ha de causar el tener que eliminarlo y en su lugar,
levantar una nueva economía, que responda a nuestras necesidades y a nuestro
alto sentir de superación humana?
La nueva
economía que ha de estructurarse, que estructurará la revolución ibérica, ha de
ser a base de honradez, de moralidad y de capacidad,sin trampas ni
combinaciones, donde todos los hombres de buena fe, sientan el culto del
bienestar y de la propiedad de todos los hombres que se desvelan y producen, en
beneficio y provecho de la colectividad toda.
¡Muera el
Fascismo! ¡Viva España libre! ¡Viva la Revolución Proletaria!
Juan Blasco
Conferencia ante el micrófono de la emisora E.C.N. 1 - Radio
C.N.T-F.A.I
4 de marzo de 1937
Base documental d'Història Contemporània de Catalunya
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