A Fernando Valera se le calificó en cierta ocasión como el penúltimo republicano. Hoy, después de la deportiva disolución de la República en el exilio, más bien habría que decir que ha sido el último republicano, o al menos el último presidente del Gobierno de la República española. Parodiando ciertos protocolos, podríamos decir: «¡La República ha muerto; viva la República! »
Tras las elecciones del 15 de junio de 1977, tienen doble valor las palabras que Valera pronunció en febrero de 1976: «Nosotros sostenemos la tesis, respecto al punto de vista del Derecho, de que no somos un poder, no tenemos un territorio nacional, no tenemos súbditos, no tenemos hacienda; no tenemos más que el deber de proclamar que España tiene derecho a mantener la legitimidad de la República. Las Cortes hicieron la Constitución legítima de España y luego ... bueno, luego hubo lo que hubo: la sublevación militar, la intervención extranjera, la guerra civil, la revolución ... Pero a nosotros nos parece que todo eso no basta para suprimir una legitimidad que solamente puede ser cambiada por el pueblo español libremente consultado. Partiendo de esto, en tanto que el pueblo libremente no haya hablado y no haya dicho que ha cambiado su voluntad y que lo que quiere es otra cosa, nosotros sostenemos que la representación legitima de la voluntad de España es la República y al decir la República no decimos nuestras personas, sino las instituciones».
El pueblo, después de cuarenta años, por fin ha podido hablar, y lo ha hecho con serenidad y, sobre todo, con claridad y elocuencia. Ha sido un primer paso. Después vendrán las Cortes Constituyentes, el referéndum de aceptación, las elecciones municipales ... en una palabra, la democracia, la voz del pueblo. Pero entretanto la legitimidad ha vuelto a las urnas, y los republicanos la han devuelto al pueblo.
EL VALERA POLÍTICO
—¿Qué cargos ocupó en la República?
—Presidí la Candidatura Republicana en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, siendo elegido Concejal del Ayuntamiento de Valencia, e interviniendo activamente en la jornada del 14 de abril. Después, Diputado Constituyente en 1931; primer Secretario de la Comisión de Constitución; miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Republicano Radical Socialista; Director General de Agricultura en 1932, durante el Gobierno Azaña; Subsecretario de Justicia en el Gobierno Martínez Barrio; Diputado de Unión Republicana en 1936; Director General de Industria (1936); Subsecretario de Comunicaciones (1936); Subsecretario de Obras Públicas en 1937, puesto del que dimití por disentir de la hegemonía dada por el Gobierno Negrín al Partido Comunista y exclusión de la C.N.T.; y miembro de la Diputación Permanente de Cortes.
—Y en el exilio, ¿qué puestos ha desempeñado?
—Director General de Información con el Gobierno Giral; Ministro de Hacienda con el Gobierno Llopis; Ministro de Hacienda con los dos Gobiernos de don Álvaro de Albornoz; Ministro de Estado y Relaciones internacionales con el Gobierno Gordón Ordáx y Vice-Presidente del Consejo de Ministros; otro tanto con los Gobiernos del general don Emilio Herrera y de don Claudia Sánchez-Albornoz; finalmente, Presidente del Consejo de Ministros al dimitir don Claudia Sánchez-Albornoz y fallecer don Luis Jiménez de Asúa, Presidente de la República, a quien sucedió don José Maldonado.
—¿Qué Gobiernos han estado al lado de la República en el exilio?
—A raíz de la sesión de Cortes celebrada en México y constitución del Gobierno Giral, fueron reconociendo la legitimidad de nuestras Instituciones diversos Gobiernos, entre ellos: Costa Rica, Guatemala, México, Panamá, Venezuela, Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumanía y Yugoslavia. Pero a raíz de un violento discurso de don Indalecio Prieto, en nombre de la minoría socialista, contra el Gobierno de que formaban parte sus correligionarios don Fernando de los Ríos y don Trifón Gómez, se interrumpió la cosecha de reconocimientos diplomáticos que se presentaba prometedora.
Estos reconocimientos se fueron apagando paulatinamente por razones diversas que seda largo explicar, pero cuya causa común fue la iniciativa del Gobierno republicano de no mantener relaciones con Gobiernos dependientes de imperialismos extranjeros o impuestos por golpes de Estado. De ahí la razón de que sólo se mantuvieran hasta el último momento las relaciones con México y Yugoslavia.
—La disolución de la República, ¿quiere decir que Valera acepta la Monarquía?
—A título personal, como ciudadano, y no ya como expresidente del Gobierno, yo no me inclino ante la Monarquía. que no ha sido restaurada por la voluntad soberana de la nación. Al pueblo español no se le ha planteado de frente la verdadera alternativa política.
—¿Ha tenido algún contacto con el presidente Suárez?
—No, ni lo ha solicitado. Y yo, tampoco.
—¿Y con la oposición?
—Con personalidades aisladas, sí; con las representaciones autorizadas no, por las mismas razones.
—¿Cómo se autodefiniría políticamente?
—Diciendo que soy un político sin vocación de poder. Soy incapaz de mandar a nadie, ni de avenirme a que nadie me mande. Dionisia Ridruejo escribió en cierta ocasión que me interesaban más las «Eneadas» de Plotino que la lucha política; es decir, que soy más bien un discípulo de la Academia platónica que un ciudadano del Ágora. Y sin embargo, he trabajado más que ningún hombre de mi generación en la tribuna política, hablada o escrita; pero mi aspiración se orientó siempre hacia la milenaria sentencia de Pitágoras: «¡Oh Legislador!, no hagas leyes para el pueblo, haz pueblo para las leyes».
LA REPÚBLICA Y SU HISTORIA
—¿Cuál ha sido la labor política y social de la República en estos 40 años?
Inmensa. Necesitaría una enciclopedia para dar cuenta circunstanciada. Sírvanle de ejemplo los ocho o diez volúmenes, copiosísimos, que ha publicado don Félix Gordón Ordás. para dar una idea parcial de su gestión.
Una de las aspiraciones que yo tengo «si el cielo me da salud y vida», como decía el general Franco, es publicar la documentación que se haya podido conservar en los archivos del Gobierno republicano. En realidad, se podría decir, con justicia, que es la existencia de las instituciones legítimas y en buena parte la acción del Gobierno republicano, desamparada de todo el mundo, dentro v fuera de España, la que ha impedido que la tiranía franquista, aún reconocida por la diplomacia internacional y sostenida económicamente por tirios y troyanos, no haya podido alcanzar nunca títulos morales de legitimidad.
—¿Cuál fue el periodo y la acción más importante de la República?
—A mi juicio, todos, aunque aparentemente fuera más eficaz durante los primeros Gobiernos, cuando le amparaba un estatuto diplomático y era recibida y escuchada en las Cancillerías, en los Parlamentos, en la Unión Interparlamentaria y en las Organizaciones Internacionales, entre ellas las europeas, a cuyo nacimiento y orientación yo mismo creo haber contribuido eficazmente.
Todo ello se podrá comprobar si un día tenemos las asistencias y medios necesarios para publicar nuestros archivos.
—Y la financiación de la República, ¿cómo fue posible?
—Una de mis aspiraciones es poder dar conocimiento cabal de la misma. En síntesis, puede decirse que siempre los recursos de que las Instituciones Republicanas dispusieron fueron muy reducidos, en comparación con la empresa a realizar, sosteniéndose por la austeridad y espíritu de sacrificio de sus servidores, desde el presidente Martínez Barrios hasta el último ordenanza.
También puedo anticipar que con la excepción del Gobierno mexicano, hubo unanimidad entre todos los depositarios de fondos provenientes de España para no reintegrarlos a pretexto de que no reunían los títulos suficientes de legitimidad.
—¿Tuvieron que recurrir a las ayudas o donativos?
—Desde que los republicanos, con el Gobierno presidido por don Álvaro de Albornoz, aceptaron la misión de mantener a solas la legitimidad republicana, las Instituciones han vivido de las ayudas y donativos que principalmente don Félix Gordón Ordás, don Julio Just, y yo, hemos ido obteniendo con nuestra acción y prestigio personales. A título de ejemplo, citaré un sólo episodio: En 1961, llegó un momento en que la caja del Gobierno estaba a cero, siendo muchísimas las obligaciones y algunas las deudas. El presidente Martínez Barrio me llamó y me dijo: «Es menester que el próximo verano, aprovechando las vacaciones universitarias -yo ejercía un cargo interino en la Enseñanza francesa, que me ayudaba a vivir modestamente-, se desplace usted a América e intente, como hizo usted en 1948, encontrar algunas ayudas económicas». Yo estoy dispuesto -le respondí- como siempre, «¿pero dónde están los recursos iniciales para el billete circular en avión y la estancia en las diferentes Repúblicas Americanas?» «Los recursos se los procura usted como pueda», fue la solución del Presidente.
Aquel día escribí a unos amigos republicanos de Valencia. exportadores de naranja, que habían fundado una entidad comercial, con el anagrama de A.R.D.E. -Asociación Regional De Exportadores, no Acción Republicana Democrática Española-, exponiéndoles el encargo recibido del señor Presidente y solicitando su colaboración económica.
A los pocos días me enviaban una suma equivalente a unos 1.500 dólares, suficiente para la compra del billete circular en avión. Visité toda América, desde Estados Unidos hasta la Patagonia. Pronuncié en dos meses más de sesenta conferencias pagadas, que ingresé en la caja vacía del Gobierno, y obtuve algunas ayudas, que nos permitieron momentáneamente salir del atasco. De todo esto dará cuenta circunstanciada el Gobierno, si tenemos los medios económicos necesarios para hacerlo. Mientras las instituciones han sido mantenidas por los republicanos, nunca hemos dispuesto de ningunos fondos procedentes del Estado Español, ni de las entidades que se fundaron a raíz de la derrota para auxilio y protección de los refugiados.
—¿Han cobrado los miembros de la República?
—Lo que se llama sueldos, no; asignaciones siempre modestas, a titulo de gastos de representación, cuando la hacienda lo permitía. Todo el mundo ha vivido de otra cosa. Baste decir que don Claudio Sánchez Albornoz, mientras fue Presidente del Gobierno, sólo percibía una modesta asignación mensual, que ni siquiera cubría los gastos de su viaje anual de Buenos Aires a París para presidir las reuniones del Consejo de Ministros, durante las vacaciones universitarias de Argentina, donde residía.
—¿Cuándo podremos disponer de sus archivos?
—Cuando podamos reunirlos y organizarlos. Mucha y muy importante parte de ellos se perderá definitivamente, por falta de medios materiales para conservarlos.
VALERA Y LA MASONERÍA
—Actualmente es usted Grado 33, pero ¿cuándo ingresó en la Masonería?
—Mis primeros contactos directos con la Masonería tuvieron lugar a través de Mario Blasco-lbáñez, que fue quien me inició «bajo la bóveda celeste», en Valencia, allá por el año 1924. Mi vida masónica no comenzó en el Gran Oriente, sino en la Obediencia de la Gran Logia Española. Juntamente con Mario Blasco-Ibáñez, el eminente poeta valenciano Puig Espert y el telegrafista y socialista Fernando Montero, formamos la Logia Thyris de la que ellos fueron «las luces» y yo el orador. Más tarde la Logia Thyris se fundió con otra del Gran Oriente Español. En aquellos tiempos anteriores a la República hice yo mi formación y promoción masónica, siendo iniciado sucesiva y regularmente en los grados simbólicos de Aprendiz, Compañero y Maestro, e ingresando en la Masonería filosófica del Rito Escocés antiguo y aceptado, bajo los auspicios del Supremo Consejo del Grado 33 para España.
—¿Ha desempeñado la Masonería española un papel en la Historia de España?
—Sí, pero no de manera directa, ya que la Masonería no es una Institución política, sino iniciática y esotérica. Su acción es más bien de carácter moral y en el plano de la conciencia, formando ciudadanos de buenas costumbres, tolerantes y de fraternales sentimientos, y asociándolos para hacer el bien entre sí y en el medio social en que se desenvuelven.
—¿Cómo definirla a la Masonería?
—La Francmasonería es una alianza universal basada en la solidaridad. Su fin es el perfeccionamiento moral de la humanidad; su divisa, Libertad, Igualdad y Fraternidad ... Ella proclama los principios de una moral universal propia de todos los pueblos y aplicable a todas las condiciones ... No impone límite alguno a la búsqueda de la verdad ... Todo francmasón es un hombre esencialmente libre, que no depende más que de su propia conciencia.
—¿Qué puede aportar la Masonería en el momento político actual?
—La Francmasonería, o más concretamente, los francmasones, han contribuido poderosamente a la formación de la España moderna, todavía en ciernes, es decir, la España liberal y democrática y civilizada que ahora parece alborear de nuevo, tras el funesto eclipse de casi cuarenta años. La lista de masones ilustres cuyos nombres llenan el martirologio y la hagiografía de la libertad sería interminable. Sin saberlo, los madrileños pasean por las calles de Madrid recorriendo un catálogo elocuente de la acción de la Francmasonería en España.
En el inmediato futuro, la misión de la Francmasonería es seguir siendo leal a su tradición. El francmasón, o mejor dicho, la Orden, en cuanto Institución filosófica, no hace, ni hizo, ni hará política; pero forma ciudadanos libres que ilustran v ennoblecen la acción de los diversos movimientos políticos y sociales en que cada uno de ellos milita en el mundo profano. Las Logias masónicas, cualquiera que sea la flaqueza humana de quienes las formamos, son por naturaleza un foco que irradia moralidad, tolerancia y fraternidad, como la hoguera irradia calor y luz.
—Pero la Masonería, ¿es o no una sociedad secreta?
—Sería mejor decir esotérica o mística, en el sentido original del vocablo. El secreto masónico estriba en la naturaleza misma de la Orden y de su doctrina. No hay espía que pueda desentrañarlo, porque el secreto no es una cosa, si no un estado de conciencia, una vida.
VALERA Y FRANCO
—¿Qué ha sido Franco para Valera, como persona privada?
—No he tenido relación privada con el general Franco. La tuve amistosa con su hermano Ramón, quien, como es sabido, fue iniciado francmasón en París, en una Logia Española, durante su breve emigración política a raíz del intento revolucionario fracasado de diciembre de 1930. Considero que privadamente el general Franco era personalmoral y decente. No así políticamente.
—¿Qué ha sido Franco para la Historia de España?
—Como dije a raíz de su primer internamiento clínico, en 1974, Franco es el verdadero responsable de la Guerra Civil. El Pronunciamiento preparado por Mola y parte del Ejército peninsular, había fracasado prácticamente, y no habría degenerado en Guerra Civil sin la aportación de Franco al frente del Ejército colonial que fue trasladado a la península por la Aviación ítalo-alemana, convirtiendo el Pronunciamiento fracasado en Guerra Civil, una nueva invasión y conquista de España, como la de Muza y Tarik en 711, incluso con los Don Opas y los Witiza peninsulares.
—¿Porqué persiguió Franco a la Masonería?
—Lo ignoro. He oído decir que intentó ser iniciado en Marruecos y su solicitud fue denegada, pero no lo creo, ni creo que bastara para explicar su feroz persecución de la Orden, que atribuyo más bien a su «pragmatismo político», doctrina ahora de moda, que todos los políticos practican para disimular tras un noble vocablo filosófico, adulterando su auténtico significado, la falta de sindéresis. Mis noticias son de que Franco no se distinguía por sus fervores religiosos, y que el fanatismo inquisitorial de que dio muestras desde el poder, fue eso: pragmatismo.
—¿Es verdad que varios generales que participaron en el «Alzamiento» eran masones?
—Lamentablemente, es cierto. Queipo de Llano tengo entendido que fue iniciado en París. en circunstancias parecidas a las de Ramón Franco, y el general Cabanellas, que fue el primer jefe de la Junta de Burgos, era desde luego un ilustre masón, si bien creo obligado decir en su disculpa que él nunca pensó que el Pronunciamiento militar había de degenerar en Guerra Civil, y en prolongada dictadura totalitaria. El «Alzamiento» se preparó contra el Gobierno, y no contra el Régimen, si bien una vez fracasado y precisamente por la intervención del General Franco, degeneró en Guerra Civil, al cabo victoriosa, merced a la intervención extranjera.
VALERA, EN SU VIDA PRIVADA
—¿Cómo se autodefine?
—Creo que nadie se conoce a sí mismo, ni yo tampoco. Creo ser un espíritu esencialmente religioso, pero mi religión es en cierto modo universal. Aunque específicamente cristiano, del Cristo de los Evangelios, me he inspirado muchas veces en la doctrina y en el ejemplo de los fundadores de otras religiones, principalmente la brahamánica y la budista. En mi vocación por la filosofía mística, he buscado principalmente en las fuentes neoplatónicas de Plotino, en los místicos del Islam y de Israel, y en los grandes místicos castellanos. Los santos predilectos de la Iglesia Cristiana han sido para mí, San Juan Evangelista, San Juan de la Cruz y San Francisco de Asís.
—¿Cuál ha sido su postura frente al comunismo?
—Creo ser el pensador y escritor español de mi tiempo que más profundamente ha combatido las raíces mitológicas del comunismo. Recuérdese mi libro «Tópicos revolucionarios», publicado en 1931, con prólogo de Gregorio Marañón, en el que defendí mis ideas revolucionarias frente a la mitología marxista.
—Cuál ha sido su postura frente al fascismo?
—Que contesten mi vida y mis cuarenta años de exilio. El fascismo, como el comunismo, son dos sistemas totalitarios que exaltan el poder del Estado al precio de anular la independencia individual del hombre. Yo he entendido siempre que es el hombre quien hace la Ciudad, y no a la inversa. Lo que me interesa es el hombre.
—¿Por qué sigue en el exilio?
—Es muy complejo. Podría decir en síntesis que por razones «ecológicas». Yo no puedo ya, ni económica, ni familiar, ni políticamente vivir en una sociedad sin Leyes e Instituciones Republicanas. En una ocasión repliqué al Dr. Marañón, hace muchos años, cuando me hizo la misma pregunta: «Pero vamos a ver, si yo regreso a España, ¿podré militar en un Partido Republicano, podré exponer libremente en la tribuna, en la prensa y en libros, mis ideas liberales, y aún libertarias, podré asistir a las reuniones de la Logia Masónica, podré adorar a Dios como mi corazón me dice que debo adorarle, sin la ostentación pagana del culto religioso que se acostumbra en España, etc., etc.? ... -«No. eso no». - «Pues entonces no sería yo quien regresara a España, sino mi cuerpo sin alma, mi cadáver, como decía Quevedo. Usted me ofrece que vuelva a España como el Dante entró en el Infierno, dejándome la conciencia a la puerta de los Pirineos ... »
Entrevista realizada por José A. Ferrer Benimeli
1 de agosto de 1977
Publicada en Tiempo de Historia núm. 33, págs. 71-77
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