Tomo parte en este debate, señores Diputados, ostentando una
representación puramente unipersonal. Mi intervención por esta razón será muy
breve y, además, tendrá seguramente la virtud de no satisfacer a ninguno de los
sectores de la Cámara.
Empiezo por decir que por esta vez la representación del Partido
Obrero de Unificación Marxista votará la confianza al Gobierno del señor Azaña.
Sin embargo, he de evidenciar mi desacuerdo con las manifestaciones hechas por
el señor Presidente del Consejo. Ha dicho S. S. -fue el tono general de su
discurso- que su objetivo fundamental, como hombre directivo cargado de gran
responsabilidad para el futuro de España, es que haya calma. Ese deseo de calma
mereció, señor Azaña, el aplauso de los hombres representativos del bienio
negro. Pero el pueblo no se mantendrá en calma, no habrá calma en el país, a
pesar de los factores psicológicos de que hablaba el señor Ventosa, a pesar de
las invocaciones a los peligros comunistas de que hablaba el señor Calvo
Sotelo, mientras no se haya hecho justicia; en el país no habrá calma mientras
no se haya ventilado la represión de octubre de 1934, con sus tres mil muertos,
los treinta mil encarcelados, el señor Azaña preso, el señor Companys preso, el
señor Largo Caballero preso, don Indalecio Prieto emigrado, el señor González
Peña preso, e igualmente otros hombres representativos de distintos sectores
del movimiento popular que integran esta Cámara.
Todos ellos podrán, tal vez, sentirse personalmente satisfechos
escuchando las palabras de la derecha; pero el pueblo, el verdadero pueblo que
ha sufrido en octubre, y sufre ahora todavía, no podrá mantenerse en calma
mientras no se haya hecho justicia, y justicia quiere decir, señores de la
derecha, un desquite natural, quiere decir una expresión que vosotros
utilizáis, puesto que la tenéis en la Biblia; quiere decir la ley del Talión.
(Rumores). Quiere decir diente por diente, quiere decir ojo por ojo. Y el
diente por diente y el ojo por ojo, que tal vez os haga reír a vosotros, no
hace reír a los mineros de Asturias, que han perdido tres mil de los suyos; no
hace reír a los hombres que han sufrido en las cárceles. Estos, intuitivamente,
no por una simple venganza, quieren la ley del Talión, quieren la revancha,
quieren el desquite, quieren el equilibrio, y solamente cuando este equilibrio
natural se haya producido en el país, señor Azaña, podrá haber calma; hasta que
esta justicia se produzca no habrá calma en el país.
El señor Azaña tiene firmadas por todos nosotros en el manifiesto
del Frente Popular la depuración de las responsabilidades por la represión de
octubre; el señor Azaña lleva ya dos meses en el Poder y estas
responsabilidades no las hemos visto exigidas todavía: los asesinos de Sirval
siguen aún en libertad. Yo sé que por parte de los familiares y de abogados
representativos de los propios familiares se han hecho incitaciones al Gobierno
para que se hiciera justicia, para que fueran encarcelados los asesinos de Luis
de Sirval, y, sin embargo, los asesinos están todavía en libertad.
Hay que hacer justicia; el proletariado no es nunca vengativo, el
proletariado sufre como en la "Commune" francesa, el proletariado ha
sufrido a través del siglo XIX y durante el siglo XX, y cuando toma el Poder
hace la justicia, estrictamente necesaria, pero esta justicia hay que hacerla.
Cuando esta justicia se haya llevado a cabo, entonces es cuando podrá haber
calma, esa calma que desea el señor Azaña.
Yo veo para el Gobierno del señor Azaña grandes peligros, que no
se han señalado, pero que están flotando en el ambiente. El señor Azaña ocupa
el Poder por segunda vez. No podrá decirse que el Gobierno primero del señor
Azaña fue un completo acierto. El Gobierno primero del señor Azaña se hundió en
septiembre de 1933. Y todo hundimiento político, todo colapso político es,
fatalmente, un fracaso. Fracaso, ¿por qué? Fracasó porque el Gobierno del
primer bienio no había hecho la política radical en el orden social que
precisaba llevar a cabo. Y es por eso por lo que las derechas, vencidas el 12 y
el 14 de abril de 1931 reaparecieron de una manera lenta, pero progresiva, y en
septiembre de 1933 arrollaban al Gobierno republicano-socialista y tomaban, de
una manera vertiginosa, el Poder en noviembre-diciembre de 1933.
¿Cómo ha sido posible ahora reconquistar las posiciones perdidas?
Las posiciones perdidas se han reconquistado gracias al sacrificio de la clase
trabajadora, gracias a esos tres mil muertos, a esa pirámide de cadáveres,
gracias a los treinta mil encarcelados, gracias a los sufrimientos de las
treinta mil familias. Todo eso es lo que ha permitido ahora un Gobierno
republicano, con una mayoría del Bloque Popular. Pero es que, señor Azaña, la
experiencia hecha por el proletariado de esos tres mil muertos y esos treinta
mil encarcelados, ¿podrá repetirse indefinidamente? ¿Es que el proletariado es
materia prima para sufrir estas represiones crueles, inicuas, como nos recuerda
la historia de nuestro país?
Generalmente no suceden nunca las cosas por segunda vez de una
manera exacta. La Commune francesa fue el aplastamiento momentáneo del
movimiento obrero y tuvieron que pasar muchos años para que la clase
trabajadora francesa pudiera resurgir y presentar nuevamente batalla. Tal vez
si la actuación del Gobierno del señor Azaña fuera ahora una repetición de lo
que fue en 1931 a 1933, conduciría, inevitablemente, a un triunfo de la
contrarrevolución, a una victoria de los hombres que se sientan en los escaños
de las derechas, que tienen la osadía, después de todo lo que han hecho durante
el bienio negro, de venir aquí a pedir explicaciones a la mayoría de la Cámara.
Reconquistando el Poder esta gente -no os quepa duda, señores republicanos de
izquierda, camaradas socialistas y comunistas-, se iría directamente al
fascismo. El señor Gil Robles ha dicho, de la manera jesuítica que emplea al
pronunciar sus discursos -y en esto no creo que haya ofensa para que se pida la
lectura de un artículo del Reglamento-, lo siguiente: "Yo no sé si podré
controlar las fuerzas que me siguen; esas fuerzas, si no ven un Gobierno fuerte
que imponga el orden, tal vez se marchen por derroteros que no son los
míos". Es la amenaza implacable, inexorable, de que el señor Gil Robles,
que tuvo, y no ha perdido nunca, grandes simpatías por el movimiento fascista
-el de Italia y el de Alemania-, llevará todo su partido hacia las filas del
fascismo.
Y no hay duda, la disyuntiva es terminante: o triunfará el
socialismo o triunfará el fascismo. La democracia en el siglo XX, después del
triunfo de la Revolución rusa, en esta época de convulsiones sociales, de
cataclismos políticos, de guerras imperialistas, es un simple momento de
transición entre dos etapas antagónicas. El dilema es: fascismo o socialismo.
Qué hicieron, camaradas socialistas, los socialdemócratas alemanes
y austriacos, creyendo que podrían estabilizar la República democrática, sino
dar tiempo a la organización fascista para que, preparándose, pudiera después
conquistar el Poder? Si nosotros vamos a repetir exactamente lo mismo en
España, dentro de un año, de dos, de tres -yo no puedo decir la fecha exacta-,
tendremos, como en Italia, como en Hungría, como en Alemania, como en Portugal,
como en una muchedumbre de países, un régimen fascista, que será presidido o por
Gil Robles o por Calvo Sotelo o por otro aspirante a führer o a duce. La gran
responsabilidad del proletariado y de los hombres representativos del
movimiento liberal está precisamente en impedir ese movimiento ascendente del
fascismo que representan todas las derechas coaligadas, apoyando en este
momento al Gobierno del señor Azaña. si el señor Azaña, en realidad, se propone
llevar a cabo el pacto del Frente popular.
¡Ah! Pero es que el señor Azaña se encuentra con que no podrá
llevar a cabo el pacto del Frente popular.
En el Gobierno del señor Azaña hay dos contradicciones
fundamentales: la primera es que en 1936, en época profundamente
revolucionaria, que aterroriza a los hombres de la derecha, el Gobierno del
señor Azaña es menos revolucionario, es menos avanzado, es de tipo más
conservador que el Gobierno de 1931-33. Dentro del Gobierno había entonces tres
representantes socialistas, que le daban un tono más avanzado del que podía
tener representado solamente por republicanos. Hoy se da esta primera contradicción.
Y la segunda contradicción es creer que haya triunfado el 16 de febrero un
movimiento republicano en sí. Es el movimiento de octubre, es el movimiento
obrero, representado por Largo Caballero, por Indalecio Prieto, por González
Peña, por los hombres encarcelados en octubre, lo que ha triunfado.
El señor Calvo Sotelo ha dicho, y decía bien, que en el país había
una mayoría de tipo marxista, que los republicanos están en evidente minoría.
Esto, aunque lo diga un representante caracterizado del fascismo, como lo es el
señor Calvo Sotelo, es tan cierto como dos y dos son cuatro. Hoy existe en el
país una mayoría socialista o comunista y, sin embargo, hay aquí un Gobierno de
tipo republicano. Esta es la segunda contradicción. Esto nos lleva a esa ofensiva
que realizan las derechas subrepticiamente, conspirando contra la República,
apoyándose, como en tiempos de la monarquía, en ciertos sectores, en
"determinados elementos", a través de la finanza internacional, de la
Prensa internacional, y por todos estos medios se lleva a cabo la ofensiva
contra la situación actual.
No os quepa duda (yo al menos tengo la plena convicción) de que el
sentido del Gobierno Azaña es exactamente el mismo del Gobierno Herriot en
1924. En las elecciones de mayo de 1924 triunfó en Francia, a través del
"cartel", el Bloque popular, que subió al Poder entusiasmado,
embriagado de República. Al cabo de unos meses, el Gobierno de Herriot se
encontró con la ofensiva de la Banca, y Herriot tuvo que ir a llamar a las puertas
de Poincaré para que acudiera a salvar el franco. Al Gobierno laborista inglés
le ocurrió lo mismo en el período 1929-31. Cuando la burguesía inglesa se cansó
del Gobierno laborista, emprendió la ofensiva financiera, cayó la libra
esterlina y Mac Donald quedó anulado en las elecciones siguientes, en las que
alcanzó un triunfo jamás obtenido el partido conservador de Baldwin.
Aquí se está preparando lo mismo. La peseta tiene ya, de hecho,
hoy una devaluación del 12 ó 15 por 100 de su valor La finanza internacional no
está a las órdenes del Gobierno pequeño-burgués, republicano y liberal que hoy
tiene España; la finanza está movida por los hombres representativos de la gran
burguesía española. Esta ofensiva se lleva a cabo, y cuando venga el
"crack", vendrá al mismo tiempo el hundimiento de la actual situación
del Frente popular.
En un determinado sector obrero hay la concepción de que el
desgaste del Gobierno Azaña no es al mismo tiempo el desgaste de los partidos
que lo sostienen. El desgaste del Gobierno Azaña será el desgaste de los
partidos obreros que lo sostengan. Por eso la situación para los representantes
obreros es enormemente delicada.
Yo he dicho que una vez agotada la confianza al señor Azaña, no sé
si podré hacerlo otra vez, porque discrepo del modo de entender la política tal
como se lleva a cabo por algunos sectores obreros con relación al Gobierno del
señor Azaña. Yo creo que en este momento no hay que consentir el desgaste del
señor Azaña, inevitable, porque todo Gobierno se desgasta, y el desgaste simultáneo
de las fuerzas obreras.
A mi entender, lo que no procede es que aquellos partidos obreros
que creen en la eficacia del Frente Popular (y yo no creo en su eficacia)
formen con los republicanos de la izquierda un Gobierno del Frente Popular.
Este Gobierno del Frente Popular se desgastará también; pero en tanto se
desgaste este Gobierno del Frente Popular, no habrá habido tiempo para que la
reacción pueda prepararse. Y entonces los obreros deben ir más allá del
Gobierno del Frente Popular: a la formación de un Gobierno obrero que solucione
los problemas de la Revolución española.
La disyuntiva -repito- es fascismo o socialismo; los socialistas
tenemos que pronunciarnos, naturalmente, por el socialismo. Nada más. (Rumores
de aprobación en algunos sectores de la Cámara.)
Joaquín Maurín
15 de abril de 1936
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