Tú eres vergonzosa, no te gusta que te vean quererme y a mí se me importa
un pito, por no decir otra palabra más expresiva que pito, casi igual, sólo que
en vez de t lleva j. ¿Si nos han hecho para eso, por qué vamos a ocultarnos
cuando nos tenemos que hacer una caricia?
La gente de los pueblos es tonta
perdida, Josefina mía: por eso me gustaría tenerte aquí en Madrid, porque aquí
no se esconde nadie para darse un beso, ni a nadie le escandaliza cuando ve a
una pareja tumbada en le campo, uno encima del otro. Odio esa gente idiota que se le pasa todo el día hablando de si ha visto a
la vecina besándose con el novio. ¿Y sabes lo que es eso? Ganas de que la besen
a ella también y que se las aguanta porque no puede tener un hombre que le
ofrezca los labios. Tú fíjate en que casi todos los que hablan mal de esas
cosas, tan naturales como mear, son solteronas o curas: las dos clases de
personas que menos falta hacen en el mundo porque lo envenenan. Te digo en
muchas cartas que te voy a dar un beso cuando llegue ahí, y tú, como una
hipócrita, te callas, y no me contestas diciéndome que me tienes que dar otro:
o no tienes ganas o te da miedo el que hablen de tí, o finges como las solteronas
que desearían casarse con todos los hombres del mundo.
Me gustaría que fueras
más sincera para estas cosas, que no te calles nada de lo que sientes y
piensas. ¿O tú, cuando piensas en mí, piensas solamente para rezar? Me supongo
que no; ni tú eres una santa, ni quiera el diablo que lo seas nunca, ni yo
tampoco. Por lo tanto, es una tontería de las más grandes el pasarse la vida
martirizándose de tanto desear una cosa y no satisfacer ese deseo pudiendo.
Tengo muchas ganas de que me digas sencillamente, como la cosa más natural del
mundo: Miguel, quiero darte un beso. Sin preocuparte de lo que la gente ha de
decir si te ve, porque eso es hacer lo que la gente quiere y no lo que a uno le
sale del alma o del cuerpo. ¿Me entiendes, queridísima Josefina? Pues no te
hagas la pava y habla sinceramente de una vez.
Miguel Hernández
Madrid, 27 de julio de 1935
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