1. El Miliciano deberá en todo momento estar persuadido de que la
causa que defiende es la del proletariado, y estará por lo tanto siempre
dispuesto a ofrendar su sangre y su vida por esta causa.
2. Será el Miliciano correcto en sus relaciones con los camaradas,
y obediente con los mandos superiores, sin que esta subordinación implique en
modo alguno reconocimiento de vasallaje, sino simplemente espíritu de
colaboración para facilitar la tarea de mando, lograr que las obligaciones a
cumplir entre todos sean hechas con la máxima prontitud y eficacia.
3. Será limpio en su persona, para evitar el contagio de
enfermedades y parásitos.
4. Cuidará con todo esmero la ropa y efectos de uso personal que
se le confíen, no olvidando que el despilfarro de estos, a mas de producirle a
él mismo molestias mientras no pueden ser repuestos, merma las disponibilidades
del partido.
5. Procurará instruirse, y a mediada que lo vaya logrando, hará
asimismo por transmitir sus conocimientos a camaradas y ciudadanos que tengan
una cultura inferior a la de él.
6. Ayudará en todo momento al desvalido y tendrá las máximas
consideraciones con los ancianos y los niños.
7. En campaña obedecerá ciegamente al que le mande, sea cualquiera
su categoría y sean cualesquiera las órdenes que éste retransmita: Una
precipitación en la toma de un objetivo pede ocasionar pérdidas infinitas en
nuestras filas, y como colofón la pérdida del mismo. No debe olvidarse que el
mando LO TIENE TODO ESTUDIADO y nadie debe tomarse iniciativa aún arriesgando
su vida, porque esta pertenece por entero a la causa.
8. Soportará con entereza toda adversidad derivada de la campaña
pues debe tener presente en todo momento que estructurar un nuevo orden social
no es tarea breve ni fácil.
9. Guardará escrupulosamente las consigas que se le den cuando
esté de servicio y hará que estas sean observadas por todos.
10. No será COBARDE: La muerte no es horrible: lo horrible es
vivir llevando sobre sí el estigma de la cobardía demostrada. Dar la vida por
la causa de la liberación de la Humanidad debe ser la aspiración de todo
miliciano.
Milicias Antifascistas del POUM
La Batalla, 22 de septiembre 1936
En las cartillas de inscripción de los milicianos en Asturies (al menos) figuraba otro decálogo para los milicianos. Hay que tener en cuenta que Asturies fue el primer territorio en el que las distintas grupos ideológicos que sustentaban a la República unieron sus fuerzas en una organización conjunta, allá por octubre del 36, mucho antes del decreto de unificación. El decálogo era el siguiente:
ResponderEliminarPRIMERA.- Libre y voluntariamente acepto el ingreso en las Milicias, reconociendo una disciplina que me obliga a no abandonar por ninguna causa, el servicio y la formación militar.
SEGUNDA.- Reconozco el mando del camarada que libremente ha sido elegido por nosotros para Jefe de Grupo y acataré en todo momento sus órdenes, contribuyendo a que los demás también las cumpla.
TERCERA.- Me obligo a permanecer en filas mientras dure la campaña, aceptando que los relevos se hagan cuando lo ordene la Comandancia.
CUARTA.- Reconoce como necesario que el miliciano que abandone los puestos a que ha sido destinado o que hiciese con su comportamiento una labor desmoralizadora en las Milicias sea expulsada de ellas y, en los casos graves, sufra la sanción más extrema, siendo el Tribunal creado por la Comandancia el encargado de apreciar los motivos y ordenar sobre la suerte del acusado, sin perjuicio de que en los trances de urgencia el Jefe de columna y hasta los de Grupo tienen potestad para resolver en el acto.
QUINTA.- Acepto el que el miliciano que se volviese en actitud agresiva a los Jefes de columna o grupo al intentar aquellos imponer sanciones, sea juzgado inmediatamente como comprendido en gravísimo delito.
SEXTA.- Con conocimiento de que soy defensor de la causa del pueblo, acepto que el miliciano que cometa actos de pillaje, que desprestigien a nuestra clase, según los casos, debe ser sancionado, llegando al máximo rigor.
Lo mismo en cuanto se refiere a actos de venganza personal, violaciones, malos tratos a las gentes de los pueblos ocupados, de embriaguez en acto de servicio, y de aquellos otros que atentan contra la moral y los principios de la muy noble y honrada causa que defendemos.
SEPTIMA.- Reconozco que por muchas que sean las privaciones no se debe abandonar jamás el puesto asignado, pues en caso de aislamiento, de falta de alimento u otros se procurará, por todos los medios, enviar enlace a las fuerzas más próximas, permaneciendo en su puesto las demás.
OCTAVA.- Prometo ser en toda ocasión un activo miliciano, severo intérprete de las normas militares, voluntariamente admitidas, y ser ejemplo de combatitividad y sacrificio.
NOVENA.- Doy mi asentimiento al decreto del Gobierno en que se fija la asignación diaria de 10 pesetas para los milicianos, y me acojo asimismo a los beneficios que me concede el decreto del 27 de agosto último.
DECIMA.- En estos momentos para mi no existe más que una sola consigna: VENCER UNIDOS AL FASCISMO.- Esta aspiración franca y decidida determina el que yo luche con fervoroso entusiasmo, prestigiando los dieales de liberación.
Muchas gracias por la aportación Florentino.
EliminarEn breve publicaremos también el decálogo que nos has facilitado.
Salud!