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2189. Hasta siempre Marcos Ana

Fernando Macarro Castillo (Marcos Ana)
(Alconada, Salamanca, 20 de enero de 1920 - Madrid, 24 de noviembre de 2016)


No enterrarán tu nombre... 
Arderá en mi palabra, 
lo subiré a mis labios de la pena más viva, 
escarbaré en el llanto 
y hundido en sus raíces te subirá en sus hombros 
mi voz al nuevo día.


Ha muerto Marcos Ana, hijo de jornaleros, que un día decidió ingresar en las Juventudes Socialistas Unificadas y que con tan solo 15 años decidió marcharse voluntario al frente a luchar contra el fascismo. 

Se hizo comunista y le hicieron preso de larga duración después de condenarlo a muerte. Vivió las horas más inciertas de su existencia, pero ni la cárcel ni la sombra de la muerte pudieron con él. Fue un profesor de optimismo que jamás consideró su vida perdida.

Le robaron la juventud y la mitad de su vida y se hizo poeta en el territorio hostil de una celda. Apretó el corazón, memorizó la geometría de un patio bajo un cielo de estaño, donde su corazón giraba clavado, desnudo, clamando. Tan solo tenía un patio y un trozo de cielo.

23 años de encierro, nueve mil días y nueve mil noches en los que sus poemas volaron como palomas mensajeras y atravesaron las celdas, los patios y los muros, llevando su nombre y el grito de la libertad a través del mundo y sembrando la tierra con una simiente infinita.

En 1961 llegó la precaria libertad, la única que podía conseguir en España, y se dispuso a estrenar la vida. La que había perdido, la que se dejó en los patios y en las celdas ya no podía recuperarla. Puso a caminar su reloj desde el segundero de la incertidumbre e inició la tarea de su destino: continuó luchando contra la infamia y la mentira, expandió su voz encarcelada y en él volvieron a vivir muchos de los que cayeron.

Se ha ido Marcos Ana sin ver triunfar los ideales por los que luchó, por los que lucharon también toda una generación. Se ha ido sin rencor, con el corazón abierto. 

Nos ha dejado su poesía y su ejemplo. Nos ha dejado su memoria que seguirá viva en nosotros. Nos ha dejado "lágrimas que tienen estatura de estrellas indomables y es de acero o de roble su ternura". Nos ha dejado tanto ...

Y recordad:

¡Camaradas, a las doce
todos los pulsos en hora!











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