Alberto
Sánchez Méndez, comandante del Batallón Cubano, perteneciente a la 1ª
Brigada de la 11 División, perdió la vida el 25 de julio de 1937 en Brunete.
Cayó gravemente herido de bala y se negó a abandonar el combate, su
trinchera y a sus hombres. Unas horas después una bomba enemiga le destrozó la
cabeza. Tenía tan solo 22 años.
Había llegado a España en marzo de 1936, integrándose en el Comité Antimperialista de Revolucionarios Cubanos junto a otros muchos compatriotas. A pesar de su juventud en Cuba ya había luchado contra la dictadura de Machado. Con dieciséis años combatió en la
batalla de Ceja del Negro, en Pinar del Río.
Tras el golpe de estado de julio de 1936, participó en la toma del Cuartel de la Montaña y se alistó en el 5º Regimiento. Después vendría la lucha heróica en Buitrago de Lozoya, Somosierra, Gascones, Ciempozuelos, Valdemorillo, Guadalajara,
Alfambra, Pozoblanco, Quijorna y Brunete.
En plena guerra conoció a la que sería su compañera Encarnación Hernández Luna, valenciana, voluntaria del 5º Regimiento y capitana de una
sección de ametralladoras de la 11 División. Encarnación sería ascendida a comandante en la batalla del Ebro.
El cadáver de Alberto Sánchez fué velado en la sede del 5º Regimiento, cubierto por una bandera roja.
Pablo Neruda le dedicó estos versos:
Allí
yace para siempre un hombre que entre todos destacó, como
una flor sangrienta, como una flor de violentos pétalos abrazadores.
Éste
es Alberto Sánchez, cubano, taciturno, fornido y pequeño de
estatura, capitán de 20 años.
Teruel,
Garabitas, Sur del Tajo, Guadalajara, vieron pasar su claro corazón
silencioso.
Herido
en Brunete, desangrándose, corre otra vez al frente de su brigada.
El
humo y la sangre lo han cegado.
Y
allí cae, y allí su mujer, la comandante Luna defiende al atardecer con su
ametralladora el sitio donde reposa, defiende el nombre y la sangre del
héroe desaparecido (su amado)
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