En
España, un Gobierno constitucional elegido por el pueblo es atacado por una
Junta de generales con ayuda de tropas moras.
Hasta no hace mucho ha sido casi universalmente aceptado que la más noble
contribución de los ingleses a la civilización europea era nuestra teoría, y
aun más, nuestra práctica de la libertad política y de la democracia
parlamentaria. Durante siglos nos hemos sentido orgullosos del hecho de ser un
Pueblo preeminentemente libre y de las instituciones inglesas que han
establecido nuestra libertad enfrente de todo intento de poner en lugar suyo
cualquier forma de Gobierno irresponsable, militarista o autocrático. Más de
trescientos años de nuestra Historia nos ha costado fijar y consolidar esta
libertad característicamente inglesa, y unas y otras veces hemos tenido
que defenderla contra nuestros propios reyes, aristocracia, jefes del Ejecito y
también contra monarcas dictadores y conquistadores españoles, franceses o
alemanes.
Hoy, en cambio, se ha repudiado en la mayoría de las naciones europeas nuestro
ideal de la libertad individual y las instituciones de la política.
Actualmente, en España, un Gobierno constitucional, elegido por el pueblo,
es atacado por una Junta de generales, con la ayuda de tropas moras. Han
declarado su intención de destruir la democracia parlamentaria en dicho país y
de sustituirla por un Gobierno autoritario y militar de modelo fascista. El
Gobierno a quien se combate es un Gobierno liberal y democrático, y no forman
parte de él socialistas ni comunistas. Y si durante tantas semanas ha sido
capaz de resistir este Golpe de Estado militar y la invasión del país por un
ejército africano, se debe al hecho de que tiene tras de si la gran mayoría del
Pueblo español de todas las opiniones políticas.
En cualquier período de los últimos ciento cincuenta años de nuestra
Historia, las simpatías de —prácticamente— todas las clases de
Inglaterra y las de nuestro Gobierno hubieran estado con el Pueblo español
y con su Gobierno, la lucha que sostiene la democracia contra
el despotismo militar y la libertad contra el fascismo. Por ello nos preocupa
el apreciar en algunos sectores, incluso en la Prensa, el ensayo persistente
para desvirtuir y desfigurar el carácter de la lucha con el argumento de que el
gobierno es bolchevista o comunista. El Gobierno español, debemos repetirlo, es
democrático, elegido por el pueblo, y como lo es el nuestro, responsable ante
el pueblo; lucha contra del despotismo militar y contra el fascismo, combate
por la libertad y por aquelo que en nuestro país, se ha considerado, durante
más de un siglo, como el mínimo estructo de la civilización política.
Los firmantes de esta carta pertenecemos a diferentes partidos políticos, o no
figuramos en ninguno; pero coincidimos en mantener viva nuestra fe en los
ideales y británicos de la libertad política y de la democracia, y en
consonancia deseamos expresar publicamente tanto nuestra simpatía por el
Gobierno español y con el Pueblo español como nuestra esperanza de que el
Gobierno inglés aprovechará toda oportunidad legítima para dar muestras a aquei
Gobierno de la tradicional política inglesa de comprensiva benevolencia.
H. G. Wells
Norman Angell
Gilbert Murray
J. B. S. Haldane
Carr Saunders
Lascelles Abercrombie
Deslile Burns
Hastings
W. H. Carter
J. S. Huxley
David Low
Lord Rhondda
R. H. Tawnay
Ernest Barker
G.D.H. Cole
F.M. Cornford
P.M.S. Blaskett
C. Day Lewis
G. P. Gooch
R.H. Hodgkin
Hewlett Johnson
F.L. Lucas
Geoffrey Mander
G.E. Moore
Henry W. Nevinson
Shena D. Simon
R. Vaughan Leonard
Virginia Woolf
El Sol, 26 de agosto de 1936
No hay comentarios:
Publicar un comentario