Ramón Suárez Picallo y Eduardo Blanco Amor |
Muchos son, en España y fuera
de ella, los gallegos amantes de la libertad que se preocupan hondamente por lo
que Galicia pudo hacer y no hizo en la contienda española. Ven como han pasado
los meses sin que pudiese exhibir más que los inútiles sacrificios de sangre
que le cobran sus opresores. Y ya, la mayoría de los gallegos que andan por el
mundo, piensan que a Galicia no le queda más esperanza que los gallegos de
América. A través de nuestras labores en esta cruzada del republicanismo
español, nos hemos encontrado con muchos gallegos que nos han expuesto su
congoja y su penar. Ojeando hoy la prensa últimamente llegada de España,
encontramos una carta que recogió esa prensa, de la prensa argentina, que
ratifica esa orientación de los gallegos.
La carta la dirigió Ramón Suárez Picallo a su íntimo amigo Eduardo
Blanco Amor, en la Argentina. Después de referirse a la confirmación del
asesinato de su hermano Antón Suárez Picallo, añade que ahora, los opresores
echaron mano de su otro hermano, para obligarlo a combatir a los asesinos del
hermano mayor. Y añade: "En Galicia sigue la racha de asesinatos brutales.
No se ven hartos de sangre. En mi pequeña Sada ya van 27, en la Coruña 1.600 y
en Ferrol 6 mil. Igualmente y en diferente proporción en todas las provincias. El 20 de Diciembre
fusilaron cerca de 500 a raíz de un intento de sublevación que abarcaba Coruña,
Ferrol y Betanzos. Nuestra tierra mártir queda barrida de republicanos de todo
matiz y de obreros militantes. Galicia no tiene ya más hombres liberales que
los emigrados de América y los de la zona leal. A ellos toca pensar en el
futuro de nuestra tierra. Cuando ganemos la guerra ¡que la ganaremos,
irremisiblemente! hay que construir de nuevo a Galicia. Y en esta tarea, los
emigrados debéis ser los primeros.
¿Habéis pensado en eso? Nosotros sí vivimos, aportaremos cuanto
estamos viendo en Cataluña, Vasconia y Valencia. Pero nosotros tenemos sobre
nuestras almas tanta amargura, tanta tristeza, tanto dolor que quedaremos
inútiles para todos los días de nuestras vidas con relación a todo lo que sea
acción creadora. Apenas que si nos quedarán energías, y esas hemos de
emplearlas todas en la venganza.
Pensad en esto. Por encima de todo se impone la unión más estrecha
entre todos los sectores antifascistas de nuestros emigrados, prescindiendo de
todo cuanto sea motivo de discordia. Solo sobre esa base Galicia se salvará. La
salvarán sus hijos emigrados. Esa enorme reserva física y espiritual de que
Galicia dispone como ningún otro país, fuera de sus fronteras, es hoy la única
gran esperanza nuestra"
Después, Suárez Picallo termina su carta diciendo: "en este
período, fue también asesinado el diputado Miñones, tu gran amigo. Todos
murieron valerosamente dando vivas a la República y al Frente Popular. Tanto que los verdugos estaban asombrados del coraje de sus víctimas. El
Jefe de los fascistas ferrolanos, Suances, y el de La Coruña, Valles,
recurrieron a las más confesables torturas "para hacer llorar a los
rojos". No lo lograron ni lo logran con los infelices que tienen en su
poder y que no han tenido la suerte de morir. ¡Ya llorarán ellos, los
miserables!"
Facetas de la actualidad española, La Habana, abril 1937
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