Cuatro
Tres mil obreros
despedidos en Barreiros, la firma que fabrica el Dodge Dart y el Simca 1000 en
España; diez mil obreros amenazados por la desocupación en las fábricas
Standard Electric, Schneider, Hélice; tres mil obreros trabajando a bajo rendimiento
en la SEAT, la empresa que produce los Fiat, el
Sedan de cuatro puertas, la Rural: la crisis agazapada tras el
deslumbrante boom económico español, empieza a asomarse peligrosamente. Una
estructura agraria de hace 500 años levanta diques insuperables a la ola del
"desarrollo", con toda su engañosa espuma de numeritos. Medio millón
de televisores y seiscientas mil heladeras producidos en 1965, duplicación de
la fabricación de automóviles prevista para cuatro años, aumento del 57 % en la
renta por habitante entre 1959 y 1966: brotan los objetos mágicos y los
extensos y resplandecientes automóviles "al nivel europeo" de las
modernas plantas recién instaladas, pero España, tradicional exportadora de
alimentos, se ve ahora obligada a importarlos a causa del estancamiento o la
caída, según el caso, de sus propios rubros de producción agrícola. El enorme
déficit de la balanza comercial no alcanza a ser cubierto por las remesas de
moneda fuerte que envían a su patria perdida los albañiles y las sirvientas que
España vende, cada año, a Ginebra, Hamburgo o París, ni por las cuantiosas
divisas que traen los turistas extranjeros. Es la experiencia de un
"desarrollo" en buena medida artificial, reflejo de la prosperidad
europea, que no ha creado las condiciones para la ampliación del mercado
interno que la naciente industria necesita y para el abastecimiento de la
demanda creciente de alimentos que implica la elevación del nivel de ingresos.
La propia industria tan impetuosamente surgida en los últimos años, está viciada
de desequilibrios y contradicciones agudas. Debilidad del sistema de
transportes y comunicaciones, hipertrofia de las industrias superfluas y
desarrollo escaso de las industrias básicas, fábricas que producen artículos
para mercados saturados y mercados que demandan artículos que las fábricas no
producen: los primeros resultados de tanta incoherencia empieza a notarse en la
crisis ya visible de la industria del automóvil. Por otra parte, en general,
las técnicas de producción son todavía anticuadas, los obreros trabajan
normalmente doce horas por día y el número de accidentes de trabajo es tan alto
que su valor económico resulta casi equivalente al ingreso total proveniente
del turismo, según cifras oficiales. El Ministerio de Trabajo ha reconocido, incluso,
que son aún más graves las pérdidas por enfermedades y envejecimiento precoz de
los obreros.
Cinco
Las malas condiciones de trabajo y las perspectivas de desocupación que amenazan a algunos sectores industriales, constituyen, y bien lo sabe el gobierno, caldos de cultivo propicios para la agitación obrera. Los resultados del referéndum se hicieron notar, en este sentido, de inmediato: una considerable cantidad de dirigentes de las Comisiones Obreras, cuyo prestigio había quedado de manifiesto en las elecciones sindicales oficiales, fueron a parar a la cárcel, en Madrid, Barcelona y otras ciudades, a lo largo de una serie de "batidas" policiales que tuvieron lugar entre las vísperas de Navidad y el fin del año.
El régimen franquista parece, pues, sentirse autorizado por tantos síes que él mismo sembró y cosechó, para desencadenar medidas de represión contra los militantes sindicales de la oposición. En los últimos tiempos, éstos venían actuando, en algunos casos, con relativa impunidad, aprovechando la apertura "neocapitalista" hacia formas más "modernas" de relación entre patrones y obreros.
Se ajustan, ahora, las clavijas. Esta es la significación primordial del plebiscito de diciembre: se consolida internamente el poder oficial, fisurado por toda clase de contradicciones, y se hace externamente, a los ojos del mundo, una exhibición de fuerzas "democráticamente" avalada por la mayoría, la aplastante mayoría del pueblo español.
Cinco
Las malas condiciones de trabajo y las perspectivas de desocupación que amenazan a algunos sectores industriales, constituyen, y bien lo sabe el gobierno, caldos de cultivo propicios para la agitación obrera. Los resultados del referéndum se hicieron notar, en este sentido, de inmediato: una considerable cantidad de dirigentes de las Comisiones Obreras, cuyo prestigio había quedado de manifiesto en las elecciones sindicales oficiales, fueron a parar a la cárcel, en Madrid, Barcelona y otras ciudades, a lo largo de una serie de "batidas" policiales que tuvieron lugar entre las vísperas de Navidad y el fin del año.
El régimen franquista parece, pues, sentirse autorizado por tantos síes que él mismo sembró y cosechó, para desencadenar medidas de represión contra los militantes sindicales de la oposición. En los últimos tiempos, éstos venían actuando, en algunos casos, con relativa impunidad, aprovechando la apertura "neocapitalista" hacia formas más "modernas" de relación entre patrones y obreros.
Se ajustan, ahora, las clavijas. Esta es la significación primordial del plebiscito de diciembre: se consolida internamente el poder oficial, fisurado por toda clase de contradicciones, y se hace externamente, a los ojos del mundo, una exhibición de fuerzas "democráticamente" avalada por la mayoría, la aplastante mayoría del pueblo español.
Eduardo Galeano
El
reino de las contradicciones. España: de
la guerra civil al referéndum de 1966
Cuadernos de Ruedo
ibérico núm. 10, diciembre-enero 1967
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