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2569. El reino de las contradicciones. España: de la guerra civil al referéndum de 1966 - Nueve

Nueve

Como el personaje célebre de Lampedusa, el régimen ha comprendido que "es preciso que algunas cosas cambien, para que todo siga como está". Ha perdido dramatismo, pero ha ganado astucia. En la flamante Carta Orgánica, desaparece la terminología fascista, "verticalismo, "jerarquía", "totalitarismo", ya no se postula "organizar al mundo del trabajo como un ejército ordenado y creador"; para la misma Falange la nueva Constitución equivale a un certificado de defunción, expedido por su propio Jefe Nacional. La muerte llega cuando ya las cinco flechas y el yugo habían dejado de ser el símbolo que sellaba el ingreso a la fraternidad fascista de la violencia y la aventura, para convertirse no más que en una buena llave para llegar a una vida fácil y acomodada.

También la "dialéctica de las pistolas" había alcanzado la etapa de la buena digestión: el humor popular decía en Madrid que a la Falange, como a los almacenes SEPU, se entra por la avenida José Antonio y se sale por la calle del Desengaño: de la romántica leyenda de los señoritos idealistas, a la corrupción y el arribismo.

Franco reniega, pues, del vocabulario fascista, y hasta de la organización sobre la que empinó su poder, pero no reniega, por cierto, de sí mismo: la reforma crea el cargo de presidente de gobierno, nuevo puesto aún no provisto, en condiciones tales que el Jefe de Estado continúa siendo la autoridad absoluta: el propio Franco hasta el día de su muerte. Teóricamente, el presidente puede vetar sus resoluciones, pero el jefe de Estado podría devolverle la gentileza: se reserva el derecho de designarlo y de destituirlo.

Los partidos políticos siguen prohibidos. En lo que respecta a la libre expresión de la voluntad popular, la "democratización" no llega demasiado lejos: sólo una sexta parte de los diputados será elegida por sufragio directo.

A pesar de todo, el deshielo español llega más allá de lo que revela la tímida liberalización que la nueva Constitución admite. Hay un visible "descongelamiento" del proceso histórico, determinado por profundas razones de adentro y poderosas influencias de afuera. El desafío de los nuevos tiempos pone en peligro las bases de estabilidad del sistema: el régimen, por lo tanto, se adapta para sobrevivir, admite ciertos cambios como una especie de precio que es preciso pagar para que no cambie, en lo hondo, el sistema de privilegios e injusticias que le dio origen y para cuya defensa nació.


Eduardo Galeano
El reino de las contradicciones.  España: de la guerra civil al referéndum de 1966
Cuadernos de Ruedo ibérico núm. 10, diciembre-enero 1967









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