Punto final
Iban los vencedores con sus himnos
Iban los vencedores con sus himnos
y su orgullo, y su grito, por las
calles.
Las palabras del júbilo eran rosas,
guirnaldas y banderas. Bienvenidas.
(Por la raya del mar, el barco iba
-el último de todos- hacia lejos:
el exilio, la angustia, el cielo
extraño,
la extraña tierra... Sangre en las
raíces.)
Ese himno ya no. !Callad, silencio...!
Tuvimos que aprendernos las palabras
del nuevo modo de salvar el mundo,
la música del pez en la pecera.
(Los himnos fenecidos, los pusimos
detrás de la memoria. Con ramajes
y camuflaje de hojas. Encerrarlos
era como enterrar la infancia en ellos.)
Desfiles. Tiempo nuevo. No pudimos
adaptarnos muy pronto. Más desfiles.
Quizá aquella gente extraña era,
en verdad, la verdad. Y la victoria.
(En la raya de Francia, los vencidos,
y
en un flanco de España, la derrota:
los heridos, los vivos, y los otros.
El camino final. Y la posguerra.)
Se habló entonces de patria. De los
hijos.
De Castilla la grande. Y en los montes
sólo una mano de la muerte
hacía la señal de la cruz sobre la
guerra.
(Ellos tuvieron sólo el gran silencio.
Sólo su herida al lado de la tierra,
huesos que hay que olvidar.
Muertos de España a quienes nadie da
nombre de muertos.)
María Baneyto
Biografía breve del silencio, 1975
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