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2635. Caricatura lírica de Federico García Lorca

Federico García Lorca, Zenobia Camprubí, Isabel García Lorca, Emilia Llanos, Juan R. Jiménez y Concha García Lorca, Granada, 1924


De cinco razas: cobre, aceituno, blanco, amarillo, negro, como los anillos de cinco metales para el rayo, achaparrado en piña humana prieta, Federico García Lorca se vuelve una vez y otra de lo que corre. No quiere dejar el caño de sus musarañas. Por fin, muslos pegados y pantorrillas convexas, paso a cuadros, se va despacio por los alargados Melancólicos, pulverizándose las cuerdas vocales con el agua de la fuente opalina. O, en súbita carrera, choca, como un moscón contra un parabrisas, contra el poniente cerrado, de linterna májica, grana con negros listones paralelos, de la noche que viene a Granada.

(Las paredes de añil de los callejones de su barrio secreto las dejó todas pintorreadas con cisco: rosas y ascos. En el puente de las candilejas, encendidas ya en la tarde larga, les dijo un despectivo taco concreto a las tres brujas del agua mejor. Habló por tal oculto atajo vertical con el agüero de la escalerilla de arriba. Se encaramó en otra tapia y le tiró un nardo a la monja blanca que cavaba su huerto entre dos luces. Con una gran risa cerrada, de pronto, saltó a la comba que encontró a su paso, o pidió candela por las cuatro esquinas, de niño a niña. Luego, bajó cabriteando por el camino viejo de las lagartijas de blanco bronce, de las campanillas azules salpicadas de cal, de los hormigueros incesantes.)

… No se mató. ¿Se entró por la casa caída? ¡No sabemos ya dónde saldrá! Pero, ahora ¿por qué pasadizo va acompañando con su farola de colores al Santísimo? ¿Por qué boca de pozo, alcantarilla, cañería, ha salido levantando la losa de mármol rojo, a la sacristía donde le esperaba “sonriyendo” Falla? Se sacude fantasmas, aleluyas y caricias, y como un hospiciano que no haya visto nada en el mundo, llega a casa a la hora total y, compunjido de voz y ojos, ceño de lástima, una azucena de tela en la mano, canta con Isabelita romances y villancicos de Nochebuena.


Juan Ramón Jiménez, 1928









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