Muchachas postulantes, con los afiliados de la organización encargados de los distintos servicios de la Sección Este de Madrid (Foto Vicente López Videa) |
La lucha y el Socorro Rojo
A los pocos días de iniciarse el actual
movimiento empezaron a verse en las calles de Madrid las muchachas del Socorro
Rojo Internacional. Llevaban sobre el pecho una cartulina, en la que constaban
su nombre y la Sección del Socorro a que pertenecían. En la mano, la metálica
hucha.
—Para los heridos, compañero.
En aquellos primeros días eran pocas aún
las muchachas que postulaban por las calles. Pero día a día se fueron viendo
más. Hoy son ya más de doscientas, que realizan a lo largo da todo el día una
infatigable labor. Se les ve en las calles, en los mercados, en el Metro, en el
tranvía, en los espectáculos, en los comercios...
—Compañero, para los heridos.
El Socorro Rojo Internacional, que tenía ya
una actuación constante y definida, se ha visto ahora obligado a intensificar
esa acción. La guerra lo exigía. Muchos de sus militantes hubieron de ir a la
campaña. Los que quedaron aquí, los que fueron volviendo, se dedicaron
fervorosamente a la tarea de organizar el auxilio que hiciese más suave el
dolor de la guerra. Había que atender a los heridos, y a las familias de las
víctimas, y a los niños que quedaban abandonados. Y a ello se lanzaron por las
calles de Madrid esos dos centenares de muchachas —cartulina sobre el pecho y
en la mano la metálica hucha—, cuyo mejor afán es ser las primeras en la
recaudación.
En la Sección Este
—Nosotros —nos dicen en la Sección Este del
Socorro— llevamos muy pocos días actuando: nueve solamente. Estaban en el
frente los directivos de esto, y por ello se retrasó la labor organizadora de
nuestra Sección. En esos nueve días hemos obtenido una recaudación total
de 15.794 pesetas. Es decir, una recaudación media de más de mil setecientas
pesetas diarias. Tenga usted en cuenta que se llega a esta cifra a través en
general, del donativo menudo, de la perra casi siempre. Nos parece, a juzgar
por lo conseguido en los pocos días que llevamos organizados, que nuestra
Sección es la que más se mueve entre las de Madrid.
Nos facilita estos datos sobre la
organización Miguel Sanz, el secretario de la entidad. Con él colabora
entusiásticamente la señorita Rafaela González, que lleva la administración
interna de la Sección Este, y que es militante del Socorro desde hace
tiempo.
Esta Sección Este del Socorro Rojo se halla
instalada ahora en el palacio —sobriedad, buen gusto— que en la calle de Lista
tenía el marqués de Urquijo. En la planta baja se ha montado una pequeña
oficina. Cerca, una mesa, sobre la que se vuelca el contenido de las huchas,
cuando regresan las postulantes, para contar lo recaudado y distribuirlo según
la clase de moneda. Se utiliza también la cocina para comedor de las muchachas
postulantes. El resto del palacio no se utiliza, y sus muebles y objetos de
arte se cuidan celosamente.
Dinero, ropas, muebles...
—Además —dicen— del donativo en dinero que
se recoge en las calles, tenemos el donativo que se nos hace directamente a
nuestro local. Las huchas son, claro, para la cosa menuda, para el perreo...
Los que aquí nos entregan son donativos de más importancia. Al que quiere, se
le da un recibo por la cantidad entregada. Vea usted la lista de hoy: uno de
veinticinco pesetas, otros de quince, éstos de cinco... Hay también quien nos
da mantas, sábanas, colchones, camisas... Hoy precisamente nos han ofrecido una
cama, y esta tarde iremos a recogerla.
"Las jabatas del
Socorro"
Más de treinta muchachas son las encargadas
de la postulación en la Sección Este del Socorro. Son casi siempre chicas que
tienen a sus padres o a sus hermanos en el frente y que quieren de este modo
contribuir desde la retaguardia a la lucha.
—Hay en todas ellas —dice Miguel Sanz, el
secretario de la organización— el estímulo de ser más que las compañeras en la
recaudación. Su mejor alegría es saber que han traído más dinero que las otras.
La «campeón» es hasta ahora una muchacha muy joven, Ángeles Lázaro. Sólo en la
mañana de hoy, desde las diez hasta la una, nos ha traído ciento treinta y ocho
pesetas con veinte céntimos.
He aquí algunas de las muchachas que más
lucidas recaudaciones obtienen en la misma Sección; Carmen Corral, Felicidad
Castejón , Amparo Sanz, Carmen García, Felisa Fraile, Lucía Sánchez, Concepción
Gómez, Anita García... Empiezan su trabajo alrededor de las diez de la mañana,
y están hasta la una. Comen en el local de la Sección, y a las cuatro reanudan
la tarea, hasta las ocho, aproximadamente. Cuando tienen llena la hucha, van al
local social, donde aquella es abierta y vaciada, para contar y contabilizar su
contenido. Y una vez hecha esta operación, otra vez a la calle.
Rivalizan las muchachas en entusiasmo y
actividad. «Las jabatas del Socorro», las llaman muchos y se llaman ellas a sí
mismas. El equipo que opera en la barriada de Ventas es acaso el que bate el
record de esa infatigable actividad.
El público las atiende y las trata, en
general, muy bien. Claro es que hay alguna excepción. Pero éstas son —justo es
decirlo— contadísimas. Algunas postulantes se atreven a subir a los pisos, y
hay vecinos que las invitan a pasar y las obsequian. Hace muy pocos días, por
ejemplo, en un hotelito, el dueño pidió a la muchacha que llegó con la hucha
del Socorro, su nombre y el teléfono de la Sección. Cuando ella se fué, el
hombre llamó por teléfono al Socorro, comprobó que la muchacha estaba, en
efecto, autorizada, y envió inmediatamente cincuenta pesetas.
La acogida popular a las postulantes
El comercio acoge igualmente muy bien a las
chicas del Socorro. Hay tiendas en las que no les admiten los vales para
recoger, por ejemplo, «monos»; les dan éstos gratuitamente. Un comerciante de
la calle del Humilladero les dio hace unos días jerseys. En las pastelerías les
invitan. Y todo ello además del donativo para la hucha.
La recaudación diaria que vienen a obtener
todas las muchachas de las organizaciones del Socorro es de ocho a diez mil
pesetas. Los días mejores son, claro, el sábado y el domingo; por la mayor
concurrencia popular en las calles, en los cafés y en los espectáculos. Todo el
dinero recaudado se destina a los hospitales de sangre que sostiene el Socorro,
a los familiares de las víctimas, a los que luchan en el frente —envíos de víveres
y ropas—, a los niños... En estos días, la Sección Este ultima la organización
de una cocina de guerra que irá al frente abundantemente provista y con todo el
personal necesario. Se trabaja también en la preparación de algunos festivales,
entre ellos una corrida de toros, para la que ya se cuenta con ofrecimientos de
gran interés. Toda una labor amplia y fervorosa, a la que prestan su
colaboración incansable esas muchachas que en las calles madrileñas se os
acercan, con una cartulina prendida al pecho y una hucha en la mano.
—Para los heridos, compañero.
J.M.A.
Mundo Gráfico, 26 de agosto de 1936
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