Lo Último

3053. Mary-Pepa Colomer, la aviadora más joven de España

A unos cuantos kilómetros de Barcelona, yendo hacia el Prat, el antiguo aeródromo de Canudas, en la soleada pero fría mañana de invierno, está desierto. Sólo allá, en medio del campo, la ágil silueta de una mujer se destaca sobre el fondo azul del cielo, junto a la hélice inmóvil de una avioneta, dispuesta a volar. 

Un obrero que sale de los hangares la señala con un gesto de admiración: 

—Es Mary. ¡Hoy madruga!... 


*


Aunque sus amigos y sus familiares la conocen simplemente por "Mary", ella se llama, en realidad, Mary-Pepa Colomer, y es una bella señorita barcelonesa, que se ha hecho aviadora. Alta, rubia, fuerte y enérgica, observándola, se comprende muy bien que haya sido atraída, a pesar de su juventud, por la arriesgada profesión de piloto aviador. Claro que tuvo que vencer sus obstáculos... 

—Al principio —me cuenta, abandonando un momento la dura labor de "purgar" a la avioneta— mi familia no quería. ¡Huy, tuve que luchar con muchas dificultades! Decían que yo estaba loca; que la aviación era para los hombres y no para las mujeres; que me iba a estrellar... Pero yo no hice caso, y, en vista de que no cedía, mi familia me autorizó, al fin. Canudas fué mi primer profesor, el que me enseñó a volar... 

—¿Y cómo se le ocurrió a usted hacerse aviadora? 

—¡Pues no lo sé! Quizá influenciada por las lecturas. De niña me encantaban los relatos de las hazañas de los más afamados aviadores, y cuando, desde el balcón de mi casa, veía pasar un aeroplano, me quedaba contemplándolo, como hipnotizada. Y cuando fui un poco mayor... 

—¿Tardó mucho en aprender? 

—No; en seguida supe manejar el aparato. Tenía —y tengo— una gran serenidad para volar, y a los pocos meses de empezar las clases, ya me elevaba sola. Luego me examiné para conseguir el título de piloto y salí bien. Acababa de cumplir entonces diez y siete años.


*


Ahora, Mary-Pepa Colomer tiene veintiuno, y es, por lo tanto, la aviadora más joven de España, y, seguramente, una de las que más tiempo han volado: setenta horas. 

—¿Usted se piensa dedicar a la aviación, Mary-Pepa —le he preguntado—, o la practica sólo como deporte? 

—¡Claro que me pienso dedicar a ella! —contesta rápida—. Para eso me entreno casi todas las mañanas. Yo no tengo ninguna otra profesión o carrera, y como tendré que ganarme la vida por mi cuenta, prefiero hacerlo de aviadora. Hasta ahora, la aviación no nos brinda ningún porvenir a las mujeres; pero quizá las cosas cambien con el tiempo. 

—¿Y no le da a usted miedo volar? 

—¿Miedo? No, nada; en absoluto.. —responde, muy extrañada—. Nunca he sentido miedo, ni cuando empecé a manejar la avioneta. ¿Miedo? No, no; no soy cobarde... 


*


Los dos hombres a quienes Mary-Pepa admira más en el mundo son, naturalmente, dos aviadores: Lindbergh y La Cierva. 

—A Lindbergh —afirma— lo admiro por su serenidad y su valor, y a La Cierva, por su talento. Si existiesen muchos hombres como ellos, el mundo sería otra cosa. 

—¿Y no admira usted, aunque sea de otro modo, a ningún hombre más? ¿No tiene novio? 

Se ruboriza; sonríe, vuelve a ruborizarse: 

—No; no tengo novio —dice, al fin—. No lo he tenido nunca... 


*


—¿Y usted no ha pensado nunca en intentar un raid, en batir un record? 

La señorita Colomer suspira con desaliento: 

—¡Ya lo creo que lo he pensado! Es mi sueño continuo... 

—¿Y por qué no lo intenta? 

—¿Sabe usted cuánto dinero se necesita para ello? Pues muchos miles de duros, que yo no tengo, y que es dificilísimo encontrar. Pero si pudiera, claro que intentaría alguna hazaña aérea. Me encuentro siempre muy animada. Intentaría sobrepasar algún record de altura, de distancia, de duración de vuelo... Hasta me atrevería, sin temor al fracaso, a cruzar el Atlántico. Pero no puede ser; no hay dinero... 

Hace una brusca transición: 

—¿Usted no me ha visto volar? 

—No; creo que no... 

—Pues verá. Asciende, rápida, a la cabina de la avioneta; se cala el casco, y, poco a poco, el aparato empieza a subir. 

J. S.-O. 
Estampa, 23 de febrero de 1935









No hay comentarios:

Publicar un comentario