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3141. El abolengo revolucionario y la historia militar del batallón ''Octubre''

Fernando de la Rosa_Batallon (Foto: Vicente Lopez Videa)



Fernando de Rosa, el capitán del batallón, «Octubre», es, pese a su juventud, un veterano de las luchas políticas y sociales. Pequeño y recio de cuerpo, rubio el cabello y claras las pupilas, Fernando de Rosa, que parece un muchacho sajón, es italiano de nacimiento y habla el español con precisa elocuencia. En su gesto y en su verbo palpita el dinamismo espiritual de un agitador auténtico. Lo es Fernando de Rosa con todo el ímpetu apasionado de su temperamento latino, consagrado desde los albores de su pubertad a la lucha antifascista. 

En uno de los salones de la Fundación Elorza, magnífico edificio incautado para cuartel de Milicias en la calle de Torrijos, hablamos con Fernando de Rosa de los orígenes del batallón «Octubre», que tiene ya una magnífica ejecutoria de heroísmo entre la legión de luchadores de la causa popular. 

Entre todas las actuales Milicias, el batallón «Octubre» es el de más antiguo abolengo revolucionario.

—Procedemos —nos dice Fernando de Rosa— de la primera Milicia de la Juventud Socialista, fundada en Febrero de 1934 por José Laine, actual comisario político de la columna del teniente coronel Rubio. Ya en su origen, esta Milicia tenía por finalidad política la lucha contra el fascismo. Eramos entonces dos Grupos, de tres compañías cada uno, formados únicamente, y por recluta secreta, por afiliados de la Juventud Socialista. Yo era subjefe de la Milicia, y el compañero Lafuente, jefe de compañía. 

—¿Cuál fué la primera actuación de la Milicia? 

—La primera ocasión en que la Milicia actuó públicamente, podemos decir, «en grande», fué cuando la concentración derechista de El Escorial. Tuvimos entonces nuestro bautismo de fuego, y durante todo el verano de 1934 sostuvimos una lucha, no por callada menos dura, contra los fascistas que en Madrid tiroteaban a los vendedores de periódicos obreros y cometían los asesinatos de la pobre Juanita Rico y otros militantes proletarios. Luego, nuestra Milicia se fusionó con las del partido y los Sindicatos socialistas, y juntos sostuvimos el movimiento de Octubre en Madrid. 

Hace una pausa Fernando de Rosa, como evocando mentalmente el panorama de aquellos días trágicos. Después continúa: 

—Ya puede usted imaginarse lo que ocurrió entonces: fuimos a la cárcel o al destierro los dirigentes; quedaron deshechas las organizaciones... Sin embargo, durante «el bienio negro» se mantuvieron algunas compañías y depósitos de armas. 

—Llega por fin el triunfo del Frente Popular 16 de Febrero de este año —insinúo. 

—E inmediatamente —añade el capitán de «Octubre»— yo me dediqué a la reorganización de aquellas fuerzas, como secretario de Milicias de la Juventud Socialista Madrileña. Teníamos todos el convencimiento de la urgente necesidad de adiestrarnos para la lucha y conocer los problemas militares. Nuestro último capitán instructor técnico fué el infortunado Faraudo, y otro, el capitán Cortés, ambos asesinados por los fascistas. 

Un recuerdo doloroso, pero impregnado de viril decisión para los dos camaradas inmolados. Y entramos en la evocación de los primeros dramáticos días actuales. 

—Al estallar la rebelión militar, los primeros quinientos fusiles que recibieron paisanos por orden del Ministerio de la Guerra fueron los nuestros. Nos los dieron en el Parque de Artillería, y los llevamos al Círculo Socialista del Sur, en la calle de Valencia. 

—¿Cuál fué vuestra primera acción de guerra? 

—El ataque, a las tres de la madrugada de aquel lunes, del Campamento de Carabanchel. Enseguida nos destacamos a la presa de Santillana, donde copamos una Sección de Ingenieros rebeldes y les hicimos 36 bajas. Después fuimos a Somosierra, y después, al Alto del León, donde, en una acción muy dura, resultó muerto nuestro jefe, el capitán Arturo González Gil, y yo, levemente herido. 

En estos momentos, y con la rapidez que las circunstancias exigían, es cuando se forma el batallón «Octubre» como tal unidad de combate. Lo componían al principio 800 hombres, y ahora somos 1.200. Nuestra eficiencia ha sido ya probada. Aspiramos a tener una completa técnica militar; pero no el espíritu del militarismo, cuyos frutos pone a la vista esta terrible guerra civil. Nuestros camaradas dan cada día nuevas pruebas de su fortaleza y de su entusiasmo. Estamos en la Sierra, a mil novecientos metros de altura, y no tenemos alojamiento ni cuartel. Se descansa en el suelo a pleno aire, y se hace con toda su rigidez la vida de campaña. 

—¿Cuáles son hasta ahora las principales acciones de guerra del batallón «Octubre»? 

—Tomamos parte muy activa en los ataques a San Rafael. En otros dos puntos de la Sierra que no es discreto citar, cuatro compañías de «Octubre» rechazaron a una fuerte columna enemiga, haciéndole 48 bajas y cogiéndole 38 prisioneros, tres morteros y 116 fusiles. Ahora mismo estamos en una posición donde el enemigo nos ha «metido» —un humorista ha tenido la paciencia de contarlos— 575 cañonazos, aparte las «píldoras» de la Aviación. 

Por fortuna, todo ese bombardeo ha sido para nuestros camaradas pólvora en salvas. No nos han hecho ninguna baja, y nuestros camaradas se ríen de ese furor artillero, que no nos impedirá seguir adelante. 

Y en el rostro de muchacho sajón de este italiano que tan bravamente lucha por la causa del pueblo español hay una sonrisa plena d«edecisión y de fervoroso entusiasmo. 


Juan Ferragut
Mundo Gráfico, 2 de septiembre de 1936






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