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3143. La Brigada de la Victoria

Brigada de la Victoria (Foto Piortiz/Mundo Gráfico)



Se está formando la Brigada de la Victoria 

La integrarán hombres de Madrid, de Valencia, de la Mancha y de Cataluña, y dentro de muy pocos días estará dispuesta para ir al frente.

En el patio amplísimo del Cuartel General de las Milicias varios pelotones hacen la instrucción militar. Son hombres, en su mayor parte, vestidos de paisano todavía. En otros grupos van ya con el «mono», que será después su uniforme. Los de algunos pelotones —ya en grado más avanzado de instrucción— llevan el fusil al hombro. 

Se oyen las voces de mando: 

—¡Media vuelta a la derecha!

Hay pelotones que echan rodilla en tierra o que se despliegan en guerrilla como para lanzarse corriendo al ataque de un enemigo imaginario. 

Entre algunos de los grupos va una mujer, de «mono» azul y fusil al hombro.

Estos hombres que hacen ahora su instrucción militar en el patio del cuartel del 5.° Regimiento son huertanos llegados de Valencia para nutrir Milicias, y son obreros con los que se formará la nueva Brigada de la Victoria. Esta Brigada popular está organizándose con verdadero entusiasmo, y se aspira a que sea una gran fuerza de selección y de choque, con el ímpetu y el nervio que caracterizaron a la anterior compañía de Acero. 

Esta primera compañía de Acero, hoy en Madrid tras las duras jornadas de la Sierra, será la raíz de la nueva Brigada. Los hombres de Acero —los «aceros», popularmente—,  curtidos en unos días intensos en la lucha —frío y metralla—,  formarán la base y el alma de la nueva unidad, a la que darán su espíritu y su tono. Ellos se incorporarán a la Brigada en formación para ser en ella el núcleo básico. Hay «aceros» que todavía heridos han pedido ya su incorporación a esta Brigada de la Victoria que quiere renovar el temple y la fortaleza de aquellos hombres de la primera compañía. 

Como esta unidad será de selección y de choque, los que formen en ella habrán de reunir condiciones determinadas. Habrán de tener una gran fortaleza física. Tendrán que ser garantizados por organizaciones o elementos del Frente Popular. Deberán poseer conocimientos de instrucción militar. Y, a ser posible, demostrarán que han combatido en el frente. 

Tres batallones, de cuatrocientos hombres cada uno, formarán la Brigada. Cada batallón tendrá tres compañías, y los mandos serán tomados por la plana mayor del Quinto Regimiento de Milicias.

Tras el periodo de organización y de alistamiento ha empezado en el cuartel el de instrucción de la nueva unidad. Esa instrucción será de ocho días. Tras ella, la Brigada se trasladará al frente, para hacer en él prácticas durante dos días. Y una vez completa su instrucción —unos doce días, poco más o menos—, la Brigada estará ya dispuesta para ir al sitio que el alto mando designe. 

La Brigada de la Victoria será una fuerza de choque, y como tal, irá dotada de fusiles, machetes, granadas, ametralladoras, fusiles-ametralladoras, morteros, servicios de transmisiones, servicio de enlace y ambulancia. 

—¿Qué son, profesionalmente y políticamente, los hombres que se alistan en la Brigada?  

—Todas las profesiones y todas las tendencias políticas están en ella. Hay, sobre todo, muchos metalúrgicos y muchos obreros de la construcción. Comunistas, socialistas, republicanos de izquierda... Es decir, que si desde el punto de vista militar será una selección de las compañías de Acero de todas las Milicias, desde el punto de vista político será un reflejo de todo el espíritu y toda la organización del Frente Popular.

La Brigada no estará formada solamente por combatientes madrileños.

Entrarán en ella también hombres de Valencia, de la Mancha y de Cataluña, de las zonas controladas por el Gobierno. Será, por tanto, una unidad nacional. 

En el patio del cuartel, bajo el cielo plomizo de una tarde de tormenta, centenares de hombres hacen la instrucción militar. Voces de mando, movimientos rígidos, disciplina. Esta nueva Brigada de la Victoria viene a continuar y a reforzar la tradición y el arrojo de los «aceros». 


J.M.A. 
Mundo Gráfico, 19 de agosto de 1936







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