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3192. Carmen Viñas, la mujer que ha llegado a teniente practicante de Sanidad

Como otras mujeres de aquellas que se distinguieron al iniciarse el levantamiento fascista, empuñando las armas y tomando parte en los asaltos de los reductos en que se hacía fuerte la traición, Carmen Viñas, al lado del pueblo, intervino en las gloriosas hazañas que depararon a éste desde el mismo momento en que comenzó el movimiento militar, una independencia que luego, andando el tiempo, no pudieron arrebatarle las hordas de Franco que intentaron penetrar en la ciudad por el Sur, ni las tropas alemanas que quisieron cortar sus comunicaciones por el Jarama, ni el Ejército italiano, que pretendió conquistarla viniendo hacia ella en aluvión por los campos de la Alcarria. Carmencita Viñas desde que tronó el cañón en las cercanías del cuartel de la Montaña, se lanzó a la calle, con los puños crispados de coraje. 

¡Quiero se útil a los defensores de nuestra libertad!

Retírese señorita, que le pueden dar un tiro.

¡No quiero! ¡Decidme en que puedo ayudaros, muchachos!

¿Tienes arma?

-No.

Entonces retírate. ¿No oyes como tamborilea la condenada ametralladora? 

Pero no se retiró. A su lado acababa de caer, con una estrella de sangre en el pecho y un himno proletario en los labios, el joven que la había aconsejado. Se puso de rodillas junto a él, desabrochó la camisa y con un pañuelo, taponó el boquete que en el pecho viril abriera la metralla fascista. La suerte de Carmen Viñas estaba echada. Un sanitario que actuó en Guadarrama, Jerónimo Martínez, nos ha hablado de esta mujer singular:

Carmencita Viñas se colocó en aquellos días de julio junto a los heridos y no ha vuelto a moverse de su lado. Les ha servido de camillera, de enfermera, de madre ... En la segunda División se la profesa gran admiración y cariño. Su conducta abnegada durante la guerra le ha hecho acreedora a todo esto. Carmen ha sabido dar ejemplo a muchos hombres. En días de combates enconadísimos se la ha visto salir hasta esa "tierra de nadie" —franja donde se pone de acecho la muerte en los campos de batalla— para retirar a camaradas caídos por el plomo fascista. Se la ha visto salir. Se han seguido sus pasos desde nuestras líneas con emoción  y se la ha visto regresar arrastrándose con la preciosa carga de un herido. Carmencita Víñas no ha olvidado nunca el lema de nuestros sanitarios: "Morir transportando un herido es cubrirse de gloria."

—¿Estuviste tu en la segunda División? 

—No, pero he luchado en la Sierra y he presenciado como curaba a varios camaradas guardias de asalto allá en agosto o septiembre. Se ponderaba ya por entonces su labor como sanitaria. Después sé que la confirieron la Jefatura de puestos de socorro. Hoy Carmen es teniente practicante.


Criado y Romero
Estampa, 14 de agosto de 1937







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