Castillo de Magalia en Navas del Marqués (Foto Estampa, 1936) |
Sus cuatro siglos dormía
el castillo de Las Navas.
Fuertes, por fuera, muy fuertes,
las torres y las murallas,
y medio muertas de tiempo
las viejísimas entrañas.
Al cabo de cuatro siglos,
despertó una madrugada
con un despertar de guerra
—bandera republicana
izada en un palo al viento
allí en la torre más alta—.
Desde un trigal, los facciosos
ven la enseña, y una marcha
organizan sobre el pueblo
castellano de Las Navas.
La columna, numerosa,
pronto llega hasta la plaza
sin que los del pueblo, escasos,
valientes, pero sin armas
puedan cortar el avance
presentándose en batalla.
El jefe de los facciosos,
con voz de sapo en el agua,
pregunta a los aldeanos
lloviéndoles amenazas:
"¿Quién puso aquella bandera
allá en la torre más alta?"
Silencio. Ruge el fascista
una voz de: "¡Carguen,
armas!"
Y un cobarde de la aldea dice,
a la vez que señala
al labrador más anciano,
a quien Pollero llamaban:
"El Pollero, que es un
rojo."
El Pollero se adelanta
(de viejo, no de cobarde,
sus piernas le flaqueaban).
Y habló el capitán rebelde
con voz de sapo en el agua:
"¡Quita pronto esa bandera,
si no quieres que la tapa
de los sesos te levante!"
El viejo, como por magia,
pudo trepar como un gato
hasta la torre más alta:
las piedras rojas del muro
parecía que le ayudaban.
Ya en tierra con la bandera
que a cien vientos ondeara
habló él capitán fascista
con voz de sapo en el agua:
"Pollero, pisa ese trapo
que por bandera tomabas."
"¡Eso no!" —lloró El
Pollero—.
Y cien facciosas culatas
de fusiles, su cabeza
con odio y furia machacan.
Al día siguiente el castillo
de tal crimen se vengaba:
los segadores del llano,
al ver la torre más alta
sin la bandera, acudieron
con hoces y con guadañas;
el pueblo reconquistaron,
y en la torre de Las Navas
pusieron bandera roja
junto a la republicana.
Luis Pérez Infante
El Mono Azul, 24 de septiembre de 1936
No hay comentarios:
Publicar un comentario