Pablo Neruda (Parral, 12 de julio de 1904 - Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973) |
Paz para los crepúsculos que
vienen,
paz para el puente, paz para el
vino,
paz para las letras que me buscan
y que en mi sangre suben
enredando
el viejo canto con tierra y
amores,
paz para la ciudad en la mañana
cuando despierta el pan, paz
para el río
Mississippi, río de las raíces:
paz para la camisa de mi
hermano,
paz en el libro como un sello
de aire,
paz para el gran koljós de
Kíev,
paz para las cenizas de estos
muertos
y de estos otros muertos, paz
para el hierro
negro de Brooklyn, paz para el
cartero
de casa en casa como el dia,
paz para el coreógrafo que
grita
con un embudo a las
enredaderas,
paz para mi mano derecha,
que sólo quiere escribir
Rosario:
paz para el boliviano secreto
como una piedra de estaño, paz
para que tú te cases, paz para
todos
los aserraderos de Bío Bío,
paz para el corazón desgarrado
de España guerrillera:
paz para el pequeño Museo de
Wyoming
en donde lo más dulce
es una almohada con un corazón
bordado,
paz para el panadero y sus
amores
y paz para la harina: paz
para todo el trigo que debe
nacer,
para todo el amor que buscará
follaje,
paz para todos los que viven:
paz
para todas las tierras y las
aguas.
Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os
amo a todos,
ando errante por el mundo que
amo:
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los
jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién
compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.
Pablo Neruda
Canto general, 1950
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