«Se resiste y se lucha… no se bajan
los brazos… »
Dionisia López Amado
María Torres
/ 24 marzo 2021
A la una de la mañana del 24 de marzo de 1976, Jorge
Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti derrocaron a María
Estela Martínez de Perón. Dos horas más tarde se informaba a la población que «el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes
Generales de las Fuerzas Armadas».
30.000 detenidos-desaparecidos, de los que cerca de
trescientos eran gallegos; 500 bebés apropiados durante la dictadura; más de 500 centros clandestinos
de detención; 10.000 presos políticos; más de un millón de exiliados. Tortura, terror. Y una gran
parte de la población a la que se privó de derechos y libertades.
En
Argentina, al igual que sucedió en España, la dictadura fue la portadora del
terrorismo de Estado y a través de sucesivos gobiernos constitucionales se
garantizó la impunidad de los represores.
En
ambos países los hechos de su dramática historia son tan contundentes que no
pueden ni deben ignorarse. Quienes perdieron la vida sufrieron todas las
negaciones por parte del sistema represivo. Negaron su detención, su tortura,
su asesinato.
Pero al contrario de lo ocurrido en España, en Argentina, en 1983 se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. En 1985 se juzgó a las Juntas Militares y se demostró su responsabilidad, pero la condena fue mediocre. Después vendrían las Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, que paralizaron cualquier proceso contra los autores y eximieron de responsabilidad a los militares por debajo del grado de Coronel. Aún estaban por llegar los indultos de Carlos Menem que dejaron en libertad sin cargos a todos los jefes militares procesados que no se habían beneficiado de las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Afortunadamente la Corte Suprema Argentina declaró en 2001 la inconstitucionalidad de los indultos y de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final y comenzaron a abrirse causas penales cerradas años atrás. En 2010 la Comisaria de Naciones Unidas para los Derechos Humanos aseguró que Argentina era el país «con mayor número de juicios por derechos humanos del mundo»
Dionisia
Dionisia, la gallega del norte, cruzó el Atlántico en busca
de una vida mejor con un bebé de cinco meses en los brazos, que 24 años más
tarde le sería arrebatado cruelmente por la dictadura militar argentina. Secuestrado,
torturado, asesinado, desaparecido.
Con un
pañuelo blanco en la cabeza y su dolor a cuestas dedicó
toda su vida a tratar de averiguar el destino de su hijo. Siempre tuvo
esperanza, siempre quiso vivir con esperanza, a pesar de que era consciente de
lo difícil que resulta la vida con tanta muerte encima, con la angustia de la
búsqueda, la desesperación, el horror de saber que es el propio Estado quien te
arrebata lo que más quieres.
Durante centenares de jueves paseó su desolación, su reivindicación de la Verdad y su deseo de Justicia por la Plaza de Mayo junto a otras madres que conmovieron al mundo.
Dionisia se pasó más de treinta años luchando por la Memoria de su hijo. Su lucha se convirtió en lucha colectiva por la Memoria y contra la impunidad. Y nos la dejó de legado. Nuestra obligación es mantenerla y transmitirla para que perdure entre las generaciones venideras.
Presentes! Ahora y siempre!
ResponderEliminar¡Siempre en nuestra Memoria!
EliminarMemoria, verdad y justicia siempre!! Espero que pronto llegue a España la tierra de mis ancestros, es vergonzoso que no se juzgue ni investigue. La pelicula "El silencio de otros" deberia interpelar a toda España
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