Lo Último

3342. Mañana será otro día

Jugando en la calle Marianela,Cuatro Caminos (Madrid), 1960 - Fotografía de José Luis Berzal Pérez


Los días y más días
iguales suman cero.
Rodar, rodar: inercia
del falso movimiento.
La rutina confunde
la nada con lo eterno;
lo estúpido bosteza,
da vueltas como absuelto,
y luchar nos parece
girar en este cielo
inútilmente loco,
sistemático y ciego.

No obstante pongo en alto
mi "mañana venceremos".
Te siento indestructible,
corazón que levantas
mi ser, ser para todos,
una voz que ensancha
mi ser con alegría
de fuerza acompasada,
el pálpito conjunto
de una hermosa constancia,
la unidad de los puros,
la magnética calma,
la luz que inmoviliza
o el ojo que agiganta
los bellos pormenores
que anuncian "¡hay mañana!"

Te siento indivisible,
corazón, en tu pausa
de universal latido.
¡Oh total, oh confianza
que pautas la evidencia
sencillamente humana,
la guerra de los justos,
la gloria declarada,
las multiplicaciones
de la luz que es un ala
y, entera y verdadera,
la decisión con calma
de cuantos compartimos
la fe que siempre avanza!

Y el saber que no pueden
matarnos, que si tratan
de matar estos brotes,
crecerá nuestra rabia,
crecerá la evidencia,
crecerá cuanto exalta,
crecerá como crece
mi canto, camaradas,
nos arma de paciencia,
nos da valor, nos salva.
¿Qué importa un hombre solo
frente a tanta esperanza?
¿Cómo pueden matarnos?
Nuestro nombre es Mañana.


Gabriel Celaya
Cantos íberos, 1955






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